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Ecos de un concierto

Ecos de un Concierto

S. Beckmesser

En su segundo concierto de la temporada, la Camerata de Coahuila interpretó bajo la dirección del maestro Jesús Medina, obras de Antonio Vivaldi (1678-1741), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), Samuel Barber (1910-1981) y Aaron Copland (1900-1990).

Un programa que abarcó dos siglos y medio, constituido por obras serias y una parodia musical. La primera partitura en tocarse fue el Concierto No. 11 en re menor Op. 3 para dos violines y violonchelo de Antonio Vivaldi. Esta deliciosa composición forma parte de la colección de doce conciertos que constituyen ?L?estro armónico? (la inspiración armónica), es indudable que la inspiración es algo que Vivaldi poseía en abundancia, pues a la fecha se conocen cerca de 800 obras escritas por él, de las cuales 512 son conciertos.

El viernes 13, Sebastian Kwapisz, concertino de la Camerata, Tatul Yeghiazarian, líder de los violines segundos y la violonchelista Natalia Melikhova fueron los solistas, brindándonos una magnífica interpretación que estuvo llena del vigor característico de la música del gran compositor veneciano.

La segunda composición es una verdadera rareza, pues es una de las poquísimas en que un compositor serio produce deliberadamente una partitura mal escrita, parodiando los errores involuntarios de otros. La broma Musical K. 522, también conocida como Los Músicos de Pueblo fue compuesta en 1787 por Wolfgang Amadeus Mozart, por lo que es casi contemporánea de su Pequeña Serenata Nocturna. Es evidente que Mozart trató con ella de burlarse de los esfuerzos de alguna banda de músicos pueblerinos. Su partitura está llena de ingeniosos defectos de tipo estructural, notas falsas, cadenzas innecesarias que surgen de la nada y otras aberraciones. Lo más sorprendente es que el escucha promedio notará (fuera de las horribles intervenciones de los cornos y del final abrupto) pocos de esos defectos, llevándose la falsa impresión de que se trata de una encantadora y pequeña suite. La realidad es que se trata de una broma de un músico para músicos y para personas con suficientes conocimientos del estilo clásico como para saber lo que es, e imaginar lo que debería ser. La orquesta ha demostrado en repetidas ocasiones su vocación mozartiana y esto fue también cierto en la ejecución que realizó de esta hilarante broma musical.

Después del intermedio se tocaron dos partituras de compositores estadounidenses. La primera de ellas fue el Adagio para Cuerdas Op. 11 de Samuel Barber, el cual originalmente fue el segundo movimiento de su Primer Cuarteto para Cuerdas, escrito en 1936, y que fue orquestado dos años más tarde. Desde un principio ha cautivado al público por su alto contenido emotivo convirtiéndose en la obra más popular de Barber. También ha sido utilizada como música luctuosa pues fue tocada después del fallecimiento de los presidentes Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy.

El concierto finalizó con la suite del ballet la Primavera en los Apalaches de Aaron Copland, su música fue escrita entre 1943 y 1944 por encargo de la Fundación Coolidge y fue interpretada por primera vez en 1944. La suite fue escrita en la primavera de 1945 y estrenada en octubre de ese mismo año. Su partitura se destaca por ser sumamente melodiosa y elegante. Contiene ocho partes que se tocan sin interrupción. La Camerata de Coahuila, al igual que sucedió con las demás composiciones del programa interpretó bellamente esta obra bajo la batuta del maestro Jesús Medina.

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