Siempre que voy a una función de ópera me quedo con la sensación de haber sido testigo de un milagro. Sensación que se ve incrementada cuando ésta tiene lugar en nuestra ciudad. Tal vez este sentimiento es injustificado pues nuestra ciudad ha cambiado enormemente, hecho que fue claramente evidente a todos los que asistimos a la función que se realizó en el Teatro Nazas, con la ópera Elixir de Amor, de Gaetano Donizettti (1794-1848), pues fuimos testigos del inusitado interés que el público lagunero tiene hacia la ópera.
Donizettti fue un prolífico y talentoso compositor italiano capaz de escribir una ópera en un cortísimo lapso de tiempo -se dice que su ópera ?Il campanello di nottte? fue escrita en sólo 9 días- y que fue sumamente popular en la tercera y cuarta década del siglo XIX. De hecho su Elixir de Amor fue la ópera más interpretada en Italia entre 1838 y 1848. Este éxito no sólo es resultado de su música, sino también de las cualidades melodramáticas de su libreto, el cual fue adaptado por Felice Romani (1788-1865) del texto que escribió Eugéne Scribe (1791-1861) para la ópera ?Le philtre? (1831) de Daniel F. E. Auber (1781-1871).
La trama de la ópera Elixir de Amor se desarrolla en un pueblo de Italia, en el que Nemorino, un tímido y rústico campesino es incapaz de confesar el amor que siente hacia Adina, la rica terrateniente del poblado. El drama empieza a desenvolverse cuando aparece el sargento Belcore, militar extrovertido que no tiene ningún temor en expresar y proponer matrimonio a la joven más bella del pueblo, quién no es otra que Adina. Dulcamara, un curandero charlatán, llega a la pequeña población a vender su maravillosa medicina capaz de curar cualquier enfermedad. Nemorino en su ingenuidad, cree en él y se acerca a pedirle un elixir de amor. Ante la oportunidad de realizar otra venta, Dulcamara entrega al joven una botella de vino , indicándole que tardará 24 horas en surtir efecto (que es un tiempo suficiente para que se encuentre lejos). De un solo trago el campesino se vacía la botella la cual le incita a cantar y bailar sin fijarse lo más mínimo en Adina, quién se disgusta por la indiferencia de la que se ve objeto y se compromete en matrimonio con el sargento Belcore, con el secreto propósito de vengarse del indiferente Nemorino. Puesto que Belcore ha recibido ordenes de trasladarse con su compañía a otro sitio se decide adelantar la boda para esa misma noche, lo cual alarma a Nemorino pues para entonces el supuesto elixir no habrá surtido todavía efecto.
En el segundo acto los aldeanos se disponen a celebrar la boda de Adina y Belcore. Nemorino acude al ?doctor? Dulcamara para que le dé otro elixir de efecto más rápido, pero como no tiene dinero decide enrolarse en el ejército para pagar al curandero otra botella, misma que bebe inmediatamente. Casi simultáneamente las campesinas de la localidad se han enterado que Nemorino ha heredado una fortuna, por lo que empiezan a concederle toda clase de atenciones y favores que el iluso piensa son consecuencias del efecto del elixir. Adina al observar el inusitado interés que despierta Nemorino siente celos y lamentando haberle tratado con tanta frialdad, le habla cariñosamente, conteniendo con dificultad sus lágrimas, Nemorino se compadece de ella y con infinita dulzura canta la bellísima romanza ?Una furtiva lágrima.? Aria que por sí sola hubiese bastado para inmortalizar a Donizetti.
Adina se percata del amor que siente hacia Nemorino y no sólo decide cancelar la boda, sino también liberar a su amado del ejército. El astuto Dulcamara trata de venderle a Adina una de sus pociones, asegurándole que así recuperará a Nemorino, pero ella le hace ver que no necesita de ningún elixir pues sus encantos son más poderosos que cualquier poción. La ópera finaliza con Nemorino y Adina enamorados y Dulcamara proclamando que su pócima no sólo cura, sino que también hace rico a quién la bebe.
Esta deliciosa trama fue interpretada por un excelente elenco. Destacándose el Nemorino, quién fue el espléndido tenor mexicano Octavio Arévalo, quién no sólo posee una hermosa voz, sino que también tiene el porte y la habilidad histriónica para asumir exitosamente este difícil papel. Hecho que fue evidente en la cavatina ?Quanto é bella? y en el tierno concertato ?Adina credimi?, así como en ?Una furtiva lagrima? del segundo acto, cantando bellamente y con increíble ternura esta última. El papel de Adina fue interpretado por Eugenia Garza, soprano que ha tenido una carrera destacada y que cantó hermosamente el ?Della crudele Isotta? y los duetos ?Chiedi all?aura lusinghiera?, ?Adina , credimi? y la graciosa ?Barcarola para dos voces? así como en el aria ?Prendi per me sei libero?.
El bajo Rosendo Flores, asumió el rol del ?doctor? Dulcamara, papel que es uno de los de mayor comicidad de la ópera italiana. Flores demostró no sólo ser un excelente cantante, sino también un buen cómico en arias como el ?Udite, udite, o rustici? en la ?Barcarola para dos voces? y en el ?Quanto amore?, desplegando en ellas su gran talento y agilidad vocal.
Tal vez el solista menos fuerte fue Oziel Garza-Ornelas, quién asumió el papel de Belcore. Oziel Garza-Ornelas tiene buena presencia escénica y excelentes cualidades dramáticas, sin embargo su voz es ?caprina? algo que no es de mi gusto. Por otro lado el Coro del Instituto Coahuilense de Cultura (Icocult) Laguna, a pesar de ser un coro de aficionados, demostró una muy buena técnica y un gran entusiasmo, mismos que lo hicieron sonar muy profesional. Esto se debe sin lugar a dudas al arduo trabajo que su director, Francisco Valdés ha venido realizando desde hace ya varios años, el cual ha logrado su transformación.
El director concertador fue el maestro Ramón Shade, quién dirigió a los solistas, coro y Camerata de Coahuila de manera espléndida, brindándonos un Elixir de Amor dinámico y ágil que se complementó maravillosamente con la dirección escénica de César Piña. Creo que debemos sentirnos afortunados por la oportunidad de asistir a un Elixir de Amor de gran calidad y espero que en el futuro próximo podamos repetir esa grata experiencia.