Muchas de las mejores páginas de la música clásica han sido escritas en torno a festividades religiosas. La Pascua ha inspirado a los grandes compositores a escribir Pasiones, Stabat Maters y Oratorios. En un mundo cada vez más materialista y secularizado este tipo de partituras se han hecho más escasas, pero aún así, algunos compositores contemporáneos han abordado estos temas como es el caso de Andrzej Panufnik (1914-1991), Arvo Pärt (n. 1935), John Caldwell y de Sir John Taverner (n. 1944).
El concierto que brindó la Camerata de Coahuila bajo la dirección del maestro Ramón Shade, estuvo conformado por tres obras relacionadas con la Semana Santa. La primera y la última de ellas provenientes de la pluma de Joseph Haydn (1732-1809) y la segunda del joven compositor mexicano Antonio Juan Marcos (n. 1979).
La Sinfonía en fa menor No. 49 ?La Pasión? de Joseph Haydn fue probablemente escrita en 1768. Es poco probable que Haydn la compusiese con la idea de representar La Pasión de Cristo y es probable que el nombre con que se le conoce esté relacionado con el adagio con que inicia, mismo que parece evocar la música de esa festividad del calendario cristiano. Se trata de una sinfonía de cuatro movimientos, que fueron excelentemente bien interpretados por la orquesta.
Siempre es una experiencia interesante asistir a un concierto en que se realiza el estreno mundial de una composición y doblemente lo es cuando se trata de una que ha sido escrita por un joven. Antonio Juan Marcos ha realizado sus estudios de composición en Boston y en la famosísima Schola Cantorum de París donde fue discípulo del catalán Narcis Bonet (n. 1933), compositor que fue uno de los más destacados alumnos de Nadia Boulanger (1887-1979) y de Igor Markevitch (1912-1983).
Cabe señalar que estos antecedentes por sí solos no necesariamente eran una garantía de que la música de Juan Marcos fuese de calidad y debo confesar que cuando me di cuenta de que su Padre Nuestro sería estrenado en un concierto en que también se interpretarían la Sinfonía la Pasión y Las Siete Palabras de Cristo, me sentí francamente preocupado, pues estas dos partituras de Haydn son verdaderas obras maestras. Mis temores probaron ser totalmente infundados pues con esta obra, Antonio Juan Marcos demostró poseer no sólo un gran oficio sino también un notable talento compositivo que sin lugar a dudas le permitirá cosechar grandes triunfos y llegar a ser reconocido como uno de los más brillantes compositores de nuestro país.
Su Padre Nuestro es una obra en cinco movimientos para soprano, coro y orquesta que recibió una excelente interpretación por parte de la Camerata de Coahuila, del Coro del ICOCULT-Laguna y de Tatiana Marouchtchchak (soprano que asumió el papel solista en su tercer movimiento), bajo la dirección del maestro Shade. Esta obra despertó un gran entusiasmo en el público, por lo que se volvió a tocar su primer movimiento.
En la segunda parte del concierto se ejecutó la Música Instrumental Sobre las Siete Últimas Palabras de Cristo en la Cruz, composición que fue escrita por Joseph Haydn para acompañar una meditación sobre las últimas palabras de Cristo. En una carta a su editor inglés Haydn hizo evidente su intención de lograr el mayor impacto posible por medios simples, al afirmar que ?cada texto está expresado por música puramente instrumental de manera tal que produce el mayor impacto en el alma, aún de los escuchas sin instrucción?. Cronológicamente su partitura es casi contemporánea de las Sinfonías París y probablemente data de finales de 1786. Su estreno se realizó en Cádiz el Viernes Santo de 1787. En la magnífica interpretación que escuchamos el pasado viernes, la música fue complementada por una narración a cargo del padre Ismael Gallegos.
En este espléndido concierto una vez más experimentamos la fuerza constructiva y redentora que la música puede realizar y probó ser una magnifica preparación para la Semana Santa.
