Reportajes

Efectos de la vida moderna

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

Doble Moral | Cambio en hábitos y valores

El despertar al mundo de las drogas y el sexo, cada vez es más temprano

EL SIGLO DE TORREÓN

COMARCA LAGUNERA.- La juventud lagunera ha cambiado. Existe en la actualidad una mayor apertura al alcohol, motivada por la proliferación de lugares que expenden bebidas etílicas, a las drogas, por la facilidad de conseguirlas y sobre todo, al sexo, con la gran variedad de tables dance, sex shops, salas de masaje y videoclubes dedicados a la venta de películas porno.

En opinión de algunos jóvenes foráneos, los laguneros son un cúmulo de contradicciones: los mucha-chos aseguran que quieren la monogamia, pero muchos son infieles a sus parejas, se quieren comprometer y casarse, pero no pueden establecer este compromiso, se pronuncian en contra de las drogas pero consumen ?un poco? en los ?raves?.

La juventud lagunera ha cambiado tanto por la cultura global que permea directamente al país y muchas otras influencias tales como los medios de comunicación y el Internet, lo que lleva a procesos de inculturación más acelerados, explica el investigador y catedrático de la Universidad Iberoamericana, Sergio Garza Saldívar.

?Hoy en día se pueden ver muy fácil las diferencias entre los jóvenes de clase media de una ciudad grande tipo México, Guadalajara y Monterrey y los jóvenes de nuestra región, pero esas diferencias cada vez son menores?, manifiesta, ?la racha que había entre lo que pasaba la juventud en la capital y lo que pasaba aquí era mucho mayor a lo que existe ahora?.

La crisis económica que se vive actualmente induce a los jóvenes a buscar una actividad remunerada más pronto, esto aunado a la emancipación sexual, pues hay mayor información en cuanto a llevar una vida sexual activa.

?Esto nos lleva a una manera de relacionarse, de agruparse, de vivir la vida emocional que va marcando diferencia?, comenta el también catedrático.

Hasta que el cuerpo aguante

Jorge tiene 23 años y vive en Gómez Palacio. Le gusta la música electrónica, asistir a ?raves? y bailar hasta que el cuerpo aguante. También fuma, pero no tabaco. Consume alcohol y cada que tiene la oportunidad, ?tachas?, pues asegura que le ayudan a ?soltarse?.

La situación familiar se tornó un tanto complicada en la casa de este estudiante de la carrera en Diseño Gráfico, pues según confiesa, hace unos días su madre le encontró en un pantalón una pastilla de las drogas denominadas metanfetaminas y de inmediato trató de recluirlo en una institución médica.

Esto sucedió hace seis meses y desde entonces ha tenido que asistir a terapias, pero siempre en secreto, pues su madre le prohibió que hablara de la cuestión con sus familiares, maestros o amigos.

?Hay que guardar las apariencias?, dice el joven, ?es una gran hipocresía, porque me he encontrado a mis primos en los raves y no creo que vayan nomás a oír la música?.

Confiesa que toma desde los 15 años pero hasta que cumplió los 23 probó las metanfetaminas, su primera y única droga.

?Está todo al revés: cuando alguien se toma una pastilla, cada quien corre sus riesgos, sin afectar a los demás, pero ¿qué hay cuando tienes a un fumador al lado? Perjudica a todos a su alrededor, todos saben que a los fumadores pasivos les va peor y eso no lo regulan, ahí se afecta directamente la salud de otras personas?, comenta Jorge.

La directora del Centro de Integración Juvenil (CIJ), Beatriz Montemayor, explica que en la sociedad mexicana existen grandes contradicciones que se aceptan como ?normales? sin que lo sean. Cita por ejemplo que hay drogas muy peligrosas que son legales como el tabaco y el alcohol.

?Los padres de familia vienen de inmediato con sus hijos cuando consumen drogas ilegales, pero muchas veces no se dan cuenta que el alcohol es también muy dañino para los muchachos y causante de más accidentes?, indica, ?llegan aquí jóvenes que dicen que no consumen drogas, pero no pueden dejar de tomar o fumar y esto también es muy perjudicial, aun cuando ellos mismos no lo consideran una droga, por ser legal?.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Adicciones, un 33 por ciento de la población mexicana tiene problemas de tabaquismo o es afectada por el humo del cigarro, es decir, son fumadores pasivos, mientras que el diez por ciento de la gente entre diez y 50 años presenta alcoholismo. El uno por ciento consume drogas ilegales.

?Es un caso muy claro de una doble moral de la sociedad, porque se toma como drogas sólo las ilegales?, manifiesta la directora del CIJ, ?pareciera que tener problemas con el alcohol no es ser adicto, como si no tuviera nada que ver?.

Ejemplo de familia

La primera vez que Jorge tomó alcohol fue en una fiesta familiar, como lo hace el 30 por ciento de los jóvenes en el país. Tenía entonces 15 años y su tío le ofreció una cerveza.

?Miré a mi papá a ver qué decía y me hizo un gesto de que la agarrara?, recuerda el joven, ?y de ahí en adelante, para cuando tenía 18, ya era de que cada fin de semana las barras libres, el cartón, pura tomadera, hasta la fecha?.

A su parecer, la falta de lugares de recreación en la ciudad y la aparente aceptación de su familia al alcohol, fueron factores definitivos que motivaron el consumo de bebidas embriagantes.

?Nomás al principio sí era de comprar chicles y pastillas de menta para que mis papás no se dieran cuenta, pero ya para los 17 no tenía nada que esconderles?, manifiesta, ?ni modo que me dijeran que no tomara, era como algo ya ?de familia? ?.

Beatriz Montemayor indica que a las últimas cifras que arrojó la Encuesta Nacional de Adicciones se han emparejado los porcentajes de consumo de alcohol en hombres y mujeres, además de que es gente mucho más joven, que oscila entre los 15 y 19 años.

?Ya no es raro que una mujer se alcoholice, ambos géneros se han igualado y ahora es común que varones y mujeres consuman por igual?, señala.

Sin embargo, la funcionaria explica que hay una vara diferente para juzgar a varones y mujeres. Los padres de familia presentan mayor preocupación por las hijas, pero no en cuanto a la ingesta de alcohol, sino por lo que ello implica en la moral sexual, pues las bebidas etílicas son desinhibidoras en este plano.

?Pero curiosamente, los anuncios no se limitan a los hombres, hay una mercadotecnia muy encaminada a que la mujer también sea consumidora?, expresa, ?los costos son más altos para ellas que para los varones porque de acuerdo a la constitución física, las mujeres tienen más grasa que los hombres y presentan menor tolerancia para el alcohol?.

Para Montemayor existe una gran incongruencia al respecto, pues hay una mayor aceptación a que los varones se alcoholicen, así como no representa problemas el consumo constante de bebidas etílicas.

?Hemos tenido aquí muchachos que dejan las drogas pero no la cerveza y aunque sea una ingesta muy fuerte, la propia familia dice que ya con eso ya se compuso, ya no hay broncas?, añade.

Las preferencias

Según datos del CIJ, la droga de preferencia de las mujeres en años anteriores eran los tranquilizantes, pero hoy se encuentra que consumen metanfetaminas.

?En el año 2003, de 454 pacientes, dos por ciento había consumido metanfetaminas, todas mujeres y la mayoría tenía como droga de inicio la cocaína?, dice Beatriz Montemayor, ?a nivel nacional disminuyó el consumo de cocaína pero en ese mismo porcentaje aumentó el consumo de metanfetaminas, por eso decimos que ya se ven venir, están pasando de una a la otra?.

La directora del CIJ considera que el principal problema respecto a las drogas en los jóvenes es la falta de información oportuna en el hogar, pues al carecer de una base sólida, no pueden evitar las situaciones de peligro que se les presentan.

?No tienen consciente del problema de lo que implica una decisión que, aparentemente, es pequeña?, indica, ?es una cuestión también de los adultos, porque no se prepara a los hijos para enfrentar estas situaciones de riesgo?.

Montemayor explica que entre la presión del grupo de amigos, cuestiones relacionadas con la autoestima y no saber decir que no, se agotan las alternativas de diversión para los jóvenes, que no cuentan con entornos más seguros.

?La gente no sabe cómo decir que no, nuestra cultura no nos promueve que podamos decir que no, además de que, para el joven, es una parte muy importante de su vida el ser aceptado en su grupo de pares?, comenta, ?pareciera que la opción es tener amigos y consumir alcohol o drogas o no tener amigos?.

La funcionaria propone un ?socio drama? familiar donde los padres tengan la oportunidad de informar a sus hijos sobre los peligros de las adicciones, hablar de todo tipo de drogas con ellos y enseñarles qué hacer en estas situaciones de riesgo, para evitarlas.

?Hay toda una cultura alrededor que no facilita que la gente diga lo que piensa?, asegura Montemayor, ?es una doble moral, porque por un lado, digo que estoy en contra de las drogas, que son malas y por el otro, cada fin de semana me alcoholizo o mis hijos y no les doy las bases para impedirlo?.

Demasiado sencillo

Jorge cuenta que, si tuviera que ?batallar? para conseguir la droga, no la consumiría, pero la facilidad con que la obtiene fue también determinante para que siguiera comprándola.

?Vas a los ?raves? y sabes que de mil personas que haya, unas 400 van a vendértela, casi todo el resto va a consumir, eso es segurito, porque es el ambiente, es parte de?, comenta, ?yo no sé cómo le hagan los demás, yo en los ?raves? compraba y a veces los amigos me llevaban a la casa, pero nunca la busqué?.

María Luisa Madero Fernández, coordinadora del Centro de Educación Educativa de la Universidad Iberoamericana (UIA), explica que pareciera que existe mucha apertura hacia el alcohol y las drogas, pero los jóvenes se expresan desde una visión muy personal y práctica, sin el conocimiento científico o las bases éticas de ello.

?Es más desde lo práctico, lo lírico, de lo que sienten?, dice, ?en cuestión de la droga aún hay algunos jóvenes que conservan cierto temor o respeto hacia este tema porque saben que les pueden hacer daño o porque han visto a las personas cómo se ponen, pero también vemos que el chavo es más aventado a querer probar este tipo de estupefacientes?.

Para el investigador, Sergio Garza Saldívar, el problema de la drogadicción en La Laguna es una cuestión que ha crecido aceleradamente y se encuentra ligado a otras situaciones de riesgo.

?El joven tiene mucha más facilidad de conseguir la droga, de conocer gente que esté dentro de este negocio, este tipo de factores ha hecho que la juventud se meta mucho más a esto?, señala.

En su opinión, resulta preocupante que se busque tanto la droga, pues lo que verdaderamente se inquiere es la experiencia de vivirse a sí mismo o con los otros, lo que refleja un vacío, algo que no encuentra con el mismo placer o intensidad que cuando vive consigo sin la influencia del estupefaciente.

?La primera vez fue por la experiencia, porque me contaron, porque iba a sentirme bien?, relata Jorge, ?las demás fueron costumbre?.

Más allá de la fidelidad

Pero así como los jóvenes comienzan a aventurarse en el mundo de las drogas, también lo hacen con respecto al sexo.

La coordinadora del Centro de Educación Educativa de la Universidad Iberoamericana, María Luisa Madero Fernández, explica que existe una mayor apertura a la sexualidad en los jóvenes, donde el fin de la generalidad de los muchachos, una vez que se inician en el noviazgo, es consolidar un matrimonio, aunque en la mayoría de los casos, no hay fidelidad.

El investigador Sergio Garza coincide en que la sociedad actual es mucho más abierta en la cuestión sexual, y el papel que tiene la sexualidad es de menos tabú que el que se ha vivido en generaciones anteriores.

?Hay más información, pero persiste la falta de un sustrato afectivo que permita sostener estas relaciones de manera no sólo más duraderas, sino de una forma más integral, más completa?, expresa, ?se tiende a vivir el sexo como algo solamente para obtener placer personal y no se evalúa que sea un vehículo de encuentro, de comunicación con el otro, como sería un papel mucho más valioso hablando de sexualidad?.

En opinión de Garza Saldívar, en la medida en que la sexualidad no se produce como comunicación sino como mero placer, deja un vacío, el sexo por el sexo no deja al joven satisfecho y entonces está buscando otro tipo de experiencias más intensas que permitan llenar este vacío que han dejado los encuentros previos.

Para el académico, se trata de llevar una doble vida, donde, por un lado, se dice que algo está mal, pero por el otro, se hace o se consume.

?Los jóvenes de hoy son menos hipócritas en ese sentido, a diferencia de lo que pasaba con los jóvenes de hace tres o cuatro décadas donde todo se tenía que hacer a escondidas, creo que esta doble moral en algunos aspectos se ha borrado entre los jóvenes, para ellos es más fácil aceptar que existe este deseo, esta necesidad y que entonces la llevan a cabo?, manifiesta, ?creo que los jóvenes son menos hipócritas que muchos adultos?.

Sin embargo, persiste la necesidad de tener una doble vida o esta doble moral por limitaciones familiares o educativas, pero el pensamiento es más claro, más transparente, de qué le gusta y qué no o qué hace y qué no.

?En cuanto al valor de la fidelidad, resulta muy importante para la mayoría de los muchachos, pero pueden vivir más libremente el establecimiento de relaciones afectivas con una persona?, señala el catedrático, ?creo que sí se ha cambiado la conceptualización de fidelidad, es así como vivir más intensamente con esa persona y no establecer necesariamente una relación de pareja única?.

Escapes necesarios

Por la manera en que funciona la psique humana, se requiere mantener ciertas normas o lineamientos, porque existe una fuerte necesidad de continuar con lo establecido y cumplir con ello, así como vigilar que los demás también lo hagan.

Pero también, en los mismos individuos, hay otra parte que prefiere lo inmediato, la satisfacción y se rige más por el placer.

?El dilema humano está en mantener ese equilibrio entre si cuidar y vigilar la Ley y por otro lado, atender sus propias motivaciones?, manifiesta Garza Saldívar, ?esta disyuntiva humana se traduce a nivel social en lo que se permite y lo que no se permite queda como oculto, pero se sigue viviendo?.

Esta cuestión no es privativa del siglo XX, dice el investigador y catedrático, sino que se ha vivido desde que los seres humanos se agruparon en ciudades, pues se ha tenido que mantener este doble ejercicio, llevar cierto orden porque si no se vuelve un caos la vida social, pero con ciertos escapitos.

?Hay culturas donde esos escapes son muy aceptados, como los carnavales donde se vale todo y se rompen esquemas?, explica, ?pero desde el Siglo XIX la sexualidad se metió a un terreno donde quiso ocultarse, se limitó al hecho conyugal?.

?La moción humana vuelve a aparecer pero deja la herencia de que todo lo referente a lo sexual queda como lo oculto, lo oscuro, lo prohibido?, continúa, ?a medida que abundan los sexshops, tables dance, esta connotación se empieza a quitar y por lo tanto, podríamos esperar que, con el paso de los años, la doble moral siga existiendo pero no va a estar tan permeada por lo sexual?.

El académico subraya que la doble moral es inherente a toda organización social, pero en el caso particular de los jóvenes, se puede ver reflejado qué ha sido de la vida de los adultos, en cuanto a lo que se les ha heredado y enseñado.

?Es, finalmente, el reflejo de la disyuntiva humana, del dilema humano de que siempre tenemos que estar decidiendo?, comenta, ?ojalá siempre decidiéramos y optáramos por lo mejor, pero a veces optamos por lo menos peor o por lo que se desea de manera más inmediata.

?Sin embargo, en la medida que profundicemos en el propio conocimiento y que cada uno de nosotros se relacione en nuestro propio actuar, creo que podríamos encontrar una vertiente de desarrollo más rica y más unitaria, donde no tengamos que estar caminando entre el blanco y el negro, sino que pudiésemos llevar un caminito, aunque gris, pero mucho más consciente y mucho más fiel?.

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