Reportajes

El balero es la prehistoria

CECILIA AGUILAR ACUÑA

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Edgar tiene nueve años. Sus ojos demuestran sorpresa al preguntarle si ha jugado con la matraca, la perinola y el balero. Dice que no los conoce, inclusive el trompo es sólo una imagen que ha visto en los libros de primaria. Pero la pelota, es su juguete favorito, pues todas las tardes se avienta una “cascarita” con los chicos de su barrio.

Alejandro, de ocho años, dice que le apasionan los juegos electrónicos, luego de realizar su tarea, no hay quién lo mueva del lugar. Su papá es gerente de un centro comercial. Ya tiene el Play Station dos y el juego WEC3. Sus papás le permiten acceder todos los días a la Internet. Le fascinan las páginas con contenidos de comics, deportes, animales y cuentos interactivos que incluyen los éxitos de Disney.

Ambos niños, desde su estructura social, no conocen los juguetes que en otras épocas fueron tradicionales. Inclusive, Alejandro se aburre jugando con las canicas. La patineta y los patines no le gustan. La bicicleta es su preferida, después de los juegos de video.

Edgar no tiene mamá y está a cargo de su abuelita que está enferma. Su papá es taxista y trabaja duro todo el día para mantenerlo junto con su hermana mayor, por eso no lo ve mucho. Nunca le ha comprado un Play Station aunque siempre se lo ha pedido, por eso cuando su padre le puede dar dinero, se va a las maquinitas ubicadas a la vuelta de su casa, de lo contrario, se pasa horas frente al televisor.

Evolución social

El psicólogo clínico, Humberto Guajardo Acuña, dice que la sociedad está cambiando y por ende, la familia. Sus necesidades también se modifican. Los niños se adaptan a la vida moderna en cuanto a lo que se ofrece y esto ha sucedido en todas las épocas.

Durante siglos, el juego físico predominó. Hoy en día, la tecnología es la que prevalece, por eso los entretenimientos actuales aíslan a los infantes. Solos frente a una computadora pueden jugar una gran cantidad de tiempo.

Los juegos físicos de interacción con otros se perdieron, considera Guajardo Acuña. Éstos tenían que ver con la creatividad: brincar con un elástico, el trompo, el yoyo —que de hecho se ha sofisticado porque hasta hay torneos en ciertas temporadas— y la canica.

Según la región, son los juegos. Está el que se conoce como “Los Quemados”, con dos versiones. Uno, se parece al “Tú la traes”, donde la persona corre y toca a un compañero para “quemarlo”. El otro, es aquél en el que se hacía un pocito en la tierra, se aventaba una pelota que caía en ese lugar, entonces la persona salía corriendo a tirar la bola a los demás.

“Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es...”, “Los Encantados”, “El Bote Pateado”, “El Chinchilaguas”, “El Calabaceado”, “El Belis”, “Doña Blanca” , “El Brinca tu Burro”, “Las Carreritas”, también se desarrollaban en otras regiones.

“Pero esos juegos ya no se ven en la calle, incluso, es muy difícil ver a los infantes jalando un carrito de madera, ahora es casi imposible verlos entretenidos con un pedazo de piedra imaginándose que es una nave espacial”.

Hay que dosificar

A los juegos de video, la computadora, la televisión, la Internet, ahora se les llama las “nanas electrónicas”. Cuando el infante fastidia a los padres de familia, de inmediato lo mandan a encender estos aparatos.

“El niño no está aportando nada más después del nivel del juego de video. Yo estoy a favor de que los niños tengan estos artefactos, pero deben ser racionados, una hora y media cuando mucho. Este tipo de entretenimiento tiene que ser visto como un elemento motivador, mas no distractor”.

Los papás utilizan estos jueguitos como forma de escape para ellos mismos. Si el niño se pasa tres o cuatro horas frente al televisor, entonces ellos descansan. Ya no se batalla a los hijos como antes.

Es una combinación del sistema familiar y social y los propios niños vienen diferentes en el sentido de que la necesidad de expresar es diferente a la de antes.

Alejandro es un niño que vive en un núcleo familiar integrado, pero está aislado porque pasa horas frente a una pantalla de televisor o de una computadora. Edgar carece del amor maternal y de los medios económicos idóneos, pero nadie ha fomentado su creatividad.

Quizá estos infantes tienen que sujetar en sus manos un objeto con todas las características de una nave espacial, “porque de lo contrario, no se la imaginan”, comenta Guajardo Acuña, quien agrega que es porque todo lo reciben ya hecho.

Modelo antiguo

La familia donde existía un papá impositivo, una mamá sumisa e hijos aceptando la voluntad de sus progenitores, ya se acabó.

Humberto Guajardo Acuña en un curso que maneja y que titula La Familia en Extinción, menciona que todos los cambios de estructura generan también permutas en la necesidades de los niños. Viene toda la ola electrónica y entonces atrapa su atención.

A principios del siglo XX cambia todo el esquema del ser humano. Las guerras mundiales demandaron la participación del hombre y en la ciudad se quedó sólo la mujer. Ella adquirió mayor fuerza y empieza a exigir sus derechos.

“Por eso, hoy día la familia está compuesta, quién sabe por quién. De repente oyes que la hija de la vecina tiene un bebé y no se casó, porque hoy ya es permisible que la muchacha pueda tener su hijo con alguien sin haberse casado”, expone el psicólogo clínico.

Hace diez años había un niño de padres divorciados en todo el salón de clases. Ahora la mayoría presenta esta característica. Todo esto genera cambios en la visión de quién es la persona y cuáles son sus necesidades, muchas de estas cosas también establecen una dificultad en los papás.

Existe una crisis de autoestima y de cómo imponer la autoridad en los hijos. “Ahora ellos son los que mandan, dicen que son los reyes del hogar y si es así, entonces los papás qué son... ¿los lacayos?”.

El problema es grave, dice el especialista, porque no se ejerce la autoridad. “En lo personal expongo a los papás en los foros a donde voy que no deben ser amigos de sus hijos. Porque cuando soy amigo de mi hijo, estoy al mismo nivel de los amigos de mis hijos”.

Aunque los videojuegos están debidamente clasificados, se compran en forma indiscriminada y por lo general los papás no saben lo que está viendo su hijo y si pudiera ser dañino para su formación. Los padres de Alejandro deben racionarle el tiempo que pasa frente a la pantalla del televisor o de la computadora e inducirlo para que aprenda a cuestionar el beneficio que le dejará ese juego, “pero bajo su estricta vigilancia”.

Las vertientes

La manera de jugar de los niños y los objetos ha cambiado, asegura Sergio Garza, catedrático de la Escuela de Psicología de la Universidad Iberoamericana, quien señala que como todo fenómeno social, eso se produce por diferentes causas.

La incorporación de la mujer a la vida laboral en los años 70 y su liberación, ha permitido que los niños se vayan quedando relegados poco a poco y realizan actividades en solitario, pegados a la televisión. “En un principio fue el elemento que invadió el tiempo de los niños”.

Si los padres de familia laboran, tienen que dejar a niños en edades muy tempranas al cuidado de alguien o solos en casa. Los medios de comunicación cobran importancia, pues el menor pasa todo el tiempo frente a una pantalla.

“En promedio el niño, pasa de 25 a 35 horas semanales viendo televisión, lo que influye en la vida del infante en forma negativa si se piensa que la calidad de los programas tiene mensajes bastante pobres, además la mayoría de los programas son de producción americana y japonesa que distan mucho de dejar mensajes constructivos, educativos y orientadores”.

El siglo XXI trae consigo la prevalencia del videojuego. Viene a robar la atención de los niños donde falta la guía de un adulto que lo capacite y lo induzca. El resultado es que ese infante difícilmente jugará en la calle y no va a socializar con otros muchachos de su edad. Su imaginación no se desarrollará y seguramente será un ser incomunicado. Porque el niño de hoy es más pasivo y receptivo, pues está en la espera de ser estimulado por el medio ambiente exterior.

“Vemos que los papás no están seguros de cuál es su papel como educadores, como orientadores y amigos. No lo saben y manifiestan su ignorancia de cómo tratar al niño”.

La inseguridad que impera en la ciudad también obliga a que el niño se quede en el interior de su casa. Cada vez es más raro ver a los niños jugar en la calle a “Las Escondidas” o al “Brinca tu Burro”, practican más el futbol.

Si los padres salen a trabajar, se aseguran de que los niños tengan televisión en casa y su cargamento de videojuegos o la Internet a la mano, “claro que esto depende de los medios económicos en los que se encuentre el menor”.

En los centros comerciales hay establecimientos grandes donde abunda toda clase de maquinitas. Los padres dejan a los niños varias horas para atender algún pendiente, con la confianza de que es un lugar cerrado y con vigilancia.

“Se vuelve un espacio donde se va y deposita a los niños. Ya sea por los juegos en centros comerciales, por la pantalla de televisión o de la computadora en la casa o en el cine, es estar permanentemente estimulándolo por medios externos sin permitir que desarrolle su propia creatividad para que el niño se auto desarrolle”.

Los cambios

Actualmente todo tiene marca. Los juegos tradicionales como el yoyo y el trompo van cubiertos con la imagen de la caricatura de moda, con un cierto mensaje o característica, no valen por sí mismos.

Antes el trompo era casi el símbolo o el talismán que iba a andar al menos en la temporada de verano. En los meses que duraba la euforia, los que lo maniobraban se volvían expertos.

Había un desarrollo de destrezas impresionante. “Todo eso se ha dejado de ver y a cambio estamos viendo juegos, programas y estimulaciones que duran un ratito. Incluso el niño mismo dice a sus papás ‘qué sigue, qué sigue’, porque no existe la apropiación, la interiorización, crecimiento de la imaginación, desarrollo de habilidades y a veces ni siquiera el contacto con otros niños”.

Estos menores en un futuro serán adultos diferentes, por las mismas consecuencias, que no precisamente son negativas: muy hábiles y capaces en el manejo de software, de realidades virtuales y comunicación vía Internet.

“Será gente muy preparada, pero quizá con soledad, con un desarrollo afectivo no totalmente estructurado, con relaciones interpersonales con limitantes importantes. Y por lo que veo entre los jóvenes, serán seres con un mando utilitario de la sexualidad donde dirán a la muchacha o muchacho: ‘aquí estoy para entretenerte, que yo haré lo mismo contigo’ ”.

Tal vez, Edgar y Alejandro serán de ese tipo de adultos: personas aisladas y frías. Con una capacidad intelectual mayor, pero pobremente estimulada en el sentido creativo e imaginativo.

Leer más de Reportajes

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Reportajes

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 85322

elsiglo.mx