Las voces de la calle alarman a los vecinos que lo único que desean es vivir en paz. Se oye decir, lo silenciaron para que no se le ocurriera decir lo que sabía. La policía de otro país andaba tras de sus pasos, dice otro. Es un crimen pasional, afirma aquel. Lo cierto es que se piensa que el miedo empezó a hacer estragos entre los que tenían que ver con sus negocios. El general Humberto Mariles que obtuvo medalla de oro olímpica 1948, en torneo hípico de salto con vallas, murió envenenado en el interior de su celda en una cárcel de Paris; manera usual de cerrar una boca que pone en peligro a los demás. Al actual y seguramente para despistar lo dejaron con una bolsa de plástico en la cabeza sentado en el asiento delantero de su automóvil. Los encargados de la investigación propalaron a los cuatro puntos cardinales los videos donde aparecen dos vehículos en uno de los cuales viajaban los que le dieron muerte. En sus ropas dejaron un manuscrito que se dice es de puño y letra en el que manifiesta ciertas preocupaciones. La causa de su muerte, de acuerdo con la necropsia, es que falleció a consecuencia de asfixia por obstrucción de vías respiratorias altas. Fue entregado a sus familiares para cremación.
Bueno, hay las dudas normales para quienes conocemos el caso de lejos. Lo que se sabe es el dicho de terceras personas que han tenido acceso a la averiguación, efectuado por quienes investigan el asesinato así como los motivos que alentaron a los autores para cometer el crimen. Lo que se ha oído es que el ahora occiso conocía a sus victimarios. La teoría de cómo fue asesinado la fincan en las lesiones que presentaba en codos, espinillas y en el pómulo derecho de su cara, llegándose a la conclusión de que alguien, subida su rodilla en el tórax, le cubría las vías respiratorias con sus manos o un trapo, mientras otro lo sujetaba . Estas son meras elucubraciones de personas expertas en estos menesteres. La verdad es que son especulaciones que pueden coincidir con lo que aconteció o no. Lo que no ha estado claro es la actuación de quienes participan en una indagación de la que han trascendido los pormenores no obstante el sigilo con el que deben llevarse estos asuntos. Se habla de que en manos del cadáver se encontraron cabellos posiblemente del autor del crimen.
El procurador de Justicia en el Estado de México, en cuya población de Huixquilucan fue encontrado el vehículo, descartó la hipótesis de una posible extorsión de policías a los que se les haya “pasado la mano” cuando quisieron sacar provecho del hecho de que la víctima era buscado por la policía internacional recibiéndose una petición de las autoridades de Francia quienes lo perseguían por presunto lavado de dinero. Las autoridades francesas habrían congelado depósitos, se dice, por más de cien millones de dólares que el difuntito y su hermano, este último actualmente preso, acusado de ser autor intelectual del asesinato de su ex cuñado, realizaron en instituciones bancarias. También se descartó que haya un móvil político detrás del asesinato o que haya participado la delincuencia organizada.
Habría que recordar que supuestamente el ahora occiso estuvo involucrado en transferencias de dinero, que pasaron por cuentas bancarias en Francia, junto con su hermano de quien se dice, sin que hasta hora se haya podido comprobar, tenía vínculos con los barones de la droga. Se señala que las autoridades helvéticas cuentan con elementos de prueba de que se realizaron operaciones ilícitas utilizando cuentas abiertas por el hermano mayor que utilizó varios alias. Estamos hablando, como ya se habrá dado cuenta el lector, de Enrique y de Raúl, ambos hermanos del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Por último diré que fuentes comúnmente bien informadas aseguran que los responsables del homicidio, tanto materiales como intelectuales, pertenecen al círculo cercano a los Salinas, conformado por familiares, amigos y socios.