Veamos porqué. El mundo se encuentra aterrorizado por los sucesos del once de septiembre del año 2001 (11 S) de las torres gemelas en los Estados Unidos y últimamente en España, curiosamente el 11 de marzo de los corrientes (11 M). En ambos ataques terroristas muere gente inocente, además de heridos que nada tienen qué ver en los conflictos oscuros de algunas naciones, por lo que es necesario tratar de encontrar alguna explicación.
Por un lado existe un fanatismo religioso que es generalizado en el mundo musulmán y en el conflicto palestino-israelita, que se antoja pensar que será por muchos años o quizá sea por cuestiones económicas y el monopolio del petróleo. La cosa es que al fanatismo se le define como la práctica del fanático, que según el diccionario, es una persona apasionada, exaltada, intransigente, obstinada, sectaria, demente, ardorosa, ciega, supersticiosa, delirante, etc. Para Edgar Royston Pike, en su diccionario de Religiones, la palabra fanático deriva del latín fanaticus, que significa perteneciente a un templo; pero con el tiempo, la palabra adquirió un sentido peyorativo y pasó a aplicarse a aquellas personas cuyo celo religioso los hace pasar por encima de toda discreción y aun de los sentimientos humanos, creyendo ser así especialmente gratos a Dios. Entonces Royston agrega que los fanáticos son fervientes dogmáticos, porque dogma significa en griego ‘ordenanza’, o sea una doctrina religiosa, cuyos fieles deben aceptar como verdad, todo aquello que provenga de una revelación divina, de un concilio, de una sagrada escritura, o de un venerado doctor de la iglesia y no, por lo menos en primera instancia, pueda ser probada a la luz de la razón.
Casi siempre va asociado al dogma, un elemento de fe que en griego significa ‘parecer’ y se aplicaba aquello que parece verdad a cualquiera y está más allá de la disputa. En resumen el dogma es una creencia ciega que no requiere demostración y conduce a vivir en la ignorancia y ello puede derivar a la violencia, a la intimidación y a la amenaza, a la represalia y brutalidad, al fanatismo, dureza, atropello, miedo y pánico, que es la práctica del terrorista, por lo que el fanatismo es paralelo al terrorismo y así convierte al fanático en partisano, que es un guerrillero, saboteador, violento, nihilista, anarquista, revolucionario, combatiente suicida, rebelde y faccioso.
La historia con los sucesos pasados, nos ofrece ejemplos bastante elocuentes, como los de la Edad Media, con las siete cruzadas en el rescate de la Tierra Santa, contra los sarracenos o musulmanes, que en enfrentamiento a muerte, hubo pérdidas de vidas, muchas de ellas inocentes. Otro ejemplo es el establecimiento de la llamada Santa Inquisición, tribunal sagrado con el objeto de inquirir y castigar a los faltos de fe, herejes e infieles o impíos, fuera de la doctrina de la iglesia. En el inicio del Renacimiento, Galileo Galilei se escapó de la muerte, sentenciado por el tribunal inquisidor, por el hecho de sostener que la Tierra se mueve sobre su eje y alrededor del Sol. Se salva de morir al denegar su aserto, -aunque finalmente dice “e pur se muove” (a pesar de todo se mueve)-, ya que la iglesia persistía en el geocentrismo aristotélico, que era todo un error.
En México, en la época colonial, se aplicó la Inquisición y en la Independencia fueron excomulgados el padre Hidalgo y el cura José María Morelos y Pavón. El presidente Juárez, con las Leyes de Reforma separó a la iglesia del Estado, aludiendo que cada cual tiene su propio cometido. La antítesis de toda esta situación, de la que nadie escapa, es el razonamiento lógico, base de la ciencia, cuya palabra significa ‘saber’, del latín scire palabra que etimológicamente es ‘racional, comprobable y sistemático’ es decir, que sigue un método de investigación. La ciencia repugna con el dogma –que no requiere comprobación-, al considerar un concepto como verdadero, con la comprobación metodológica y la inferencia como Ley universal.
El mundo requiere en la actualidad, como se ha analizado arriba, quitarse la venda de los ojos y vivir una realidad sustentada en la educación y la investigación científica, que nos lleva de la mano, junto a la verdadera fe, al misterio del principio primero, o sea la creación de la Phycis o Naturaleza.
La barrera es como un muro infranqueable, ante la imposibilidad de contestar las interrogantes como constantes universales, respecto al cosmos y la vida. ¿Qué, quién, cómo, cuándo, por qué y para qué? Y el mejor de los caminos es la ciencia y la filosofía, que buscan la causa de las causas.
A pesar del razonamiento y la ignorancia en la causalidad de las cosas, todavía suenan en nuestros oídos, sentencias de los pueblos bárbaros, como: “Ojo por ojo y diente por diente”, “Si no estás conmigo estás contra mí”. En lugar de amar al prójimo como a sí mismo y buscar en la Naturaleza la verdad eterna.
Hay mucho qué hacer y con respecto al tema, tiene razón la articulista de la revista Siglo Nuevo, Cecilia Lavalle, cuando expresa que una madre española que lleva a su hijita a la escuela, prende la radio en esos momentos y escucha la noticia funesta del ataque terrorista con bombas en los trenes, las que explotan y hay más de doscientos muertos y mil heridos, gente inocente que ninguna culpa tiene de los conflictos oscuros de los fanáticos protagónicos, quienes usan la fuerza para destruir sin causa alguna y pagan las personas con su vida y nada tienen qué ver en sus asuntos.
La madre española dice entonces: ¿Y de qué la protejo, de las noticias, o del terrorismo que nos acecha incluso por la televisión, por la radio, o del mundo que heredará y de terroristas con banda presidencial o de los que matan sin ella?... La perpetuación del fanatismo y la ignorancia por la falta de educación, son causa, en forma paralela del terrorismo, cosa que no se discute.
