No porque uno hable y reclame derechos, significa democracia. Eso es precisamente la bandera de los protagónicos de políticas demagógicas, que demandan para su provecho y olvidan la unificación de criterios con sentimiento de nación.
Qué distantes estamos de aquellos hombres preclaros que lucharon por la Independencia de México y en las Cortes de Cádiz, su voz fue escuchada con fuerza para hacer de una nación, un marco de congruencia con el federalismo.
Esto nos hace recordar no sólo a los insurgentes, quienes lograron junto al padre Miguel Hidalgo y al gran Morelos, una patria libre y soberana y con el insigne cura Miguel Ramos Arizpe, hombre liberal y de clara conciencia, hacer del México de hoy, una República con estados confederados en la obediencia a la Carta Magna, con sus tres poderes y sus símbolos patrios.
La historia no perdona y tarde o temprano los hechos pasados afloran para distinguir lo positivo y lo negativo de los acontecimientos y las conductas de los hombres. Desde un principio, se distinguieron aquellos que pensaban en la libertad, en la impartición igualitaria de la justicia, fincada en el derecho y con la unificación de criterios, que se sustentó en el nacionalismo que lo identifica, en el origen, la tradición y la historia, de una lucha que terminó en la hermandad de sangre mestiza que nos enorgullece a los mexicanos.
Después de todo, tenemos una Constitución, un federalismo congruente, sumergidos en una pseudodemocracia con municipios libres y en un resorte que tira más al centro –con 22 millones de habitantes- olvidándose que la provincia también es México. La yunta no jala parejo. Y ahora tenemos ejemplos que en nada significan un cambio, en cuanto que los últimos acontecimientos de partidos que luchan por el poder. Mueven sus piezas como en el ajedrez para apuntalar sus propósitos de llegar a la silla presidencial, al sexenio de 2006. Destapes prematuros con renuncias de colaboradores del Ejecutivo de la Nación, porque les hizo alguna recomendación, como es el caso del Secretario de Energía, destapado poco después por el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, quien dijo que los regaños o llamadas de atención y recomendaciones, sólo las recibe del pueblo de su estado. Esto quiere decir que, por un lado hay desacato y por el otro, el olvido del federalismo.
El remedio vino luego, en cuanto vista la posición de las madonas jaliscienses, quienes se sintieron regañadas, se convocó a una reunión de la cúpula azul, de puros gobernadores blanquiazules, faltando desde luego Ramírez Acuña. Allí se tapó la incongruencia política y seguramente se armó la estrategia a seguir, ante tanta aberración.
Por su parte el sol de la esperanza aferrado en la regencia del Distrito Federal, se siente impune a la norma constitucionalista y desobedece no sólo los dictámenes de la Suprema Corte de Justicia, sino del mismo Congreso de la Unión. A esto se le suma, que se ha retardado que Ahumada destape la cloaca y la ciudadanía conozca a los protagónicos que medran de los impuestos que paga el mismo pueblo, con fabulosos sueldos, que van a gastar hasta Las Vegas, mientras más de cuarenta millones de mexicanos están en la pobreza, algo inconcebible.
Es el soslayo de cosas fundamentales para que el país retome el rumbo perdido, por todos los partidos políticos en bien de México. Asunto que obliga a una reflexión antes de perder, si las cosas continúan igual, el Estado de Derecho y vayamos al desorden.
Dentro de esta reflexión he encontrado a alguien que con su espíritu claro de la situación nacional y una valentía inaudita y ejemplar para las mujeres mexicanas, escribe un artículo en la revista Siglo Nuevo (sábado 22 de mayo de 2004), titulado ¡Ya basta!, o acabaremos donde empezamos, de Olga de Juambelz, del cual hago un resumen:
“Al Congreso de la Unión: señores diputados, ya maduren, muchos de ustedes ya se están cayendo del árbol y todavía usan pantalones cortos y juegan a las vencidas, con sus bocas de carretoneros (de primaria, si es que pasaron por ella). No estamos para esperar que aprendan ética, lógica y lean, esto es demasiado para ustedes. Nosotros los mantenemos, nosotros soportamos sus pleitos. Todos los partidos PRI, PAN, PRD, Partido Verde, en fin, todos entiendan: no son independientes, nosotros, pueblo, los “patrocinamos”, de nosotros sacan todas sus canonjías, de nosotros están abusando igual o peor que los que nos robaron y abandonaron el país, dejándonos en el casi estamos viviendo.
Póngase a estudiar, a leer de otros países. ¿Cómo pueden ayudar? Con ideas constructivas, uniéndose todos los mexicanos del color verde, azul, amarillo, rojo, pero sin olvidar algo importantísimo: SOMOS MEXICANOS, no sé si alguno de ustedes no lo será (hasta eso puede ocurrir); para las tranzas son muy buenos, pueden estar infiltrados ahí uno que otro extranjero de los cuales, por estar adentro y ser diputado, meten más discordia.
¡Ya hemos visto tanto! Todo puede suceder en nuestro bendito país, lleno de apátridas!
Todavía existimos muchos mexicanos de verdad, los cuales estamos dispuestos a dar la vida por salir adelante. Si no cooperan no estorben, los becamos, ¡pero ya cállense!, ya podrán vivir su vida de ricachones presumiendo a sus compadres de su cargo, pero por caridad, ya no estorben.
Si quedan algunos conscientes, propongan ideas, soluciones, pero por piedad, pónganse de acuerdo.
Nadie les creemos, no están peleando por el pueblo, están insultándose por ser más protagonistas, por su propia conveniencia, ya se les vio el cobre.
Ya no somos borregos, ya no creemos en sus grandes discursos, ya crecimos nosotros, sí, el pueblo. Si pueden hagan lo mismo, crezcan; si no acabaremos donde empezamos: en otra tragedia nacional”.
Qué sentimiento de nación, de patriotismo, tienen estas palabras que nos recuerdan que el Federalismo es el orden Constitucional y aquello que aprendimos de que La verdad nos hará libres...