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El gran engaño/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Qué rápida se va la vida. Sin darme cuenta pasé de la pasión a la pensión”.

Catón (periodista mexicano)

si no cambiamos el sistema de pensiones del sector público, llegará un momento en que los mexicanos tendremos que trabajar y pagar impuestos sólo para pagar las pensiones de los burócratas.

El problema es de fondo. Desde su origen el sistema de pensiones del sector público mexicano se estableció sin los recursos para sustentarlo en el largo plazo. Los políticos quisieron cosechar los beneficios de otorgar prestaciones generosas a los burócratas, pero no pagar el costo de recaudar los fondos para cubrirlas. En lugar de crear las reservas necesarias para financiar las jubilaciones a futuro, como lo habría hecho cualquier empresa de seguros no fraudulenta, el Gobierno simplemente tomó las aportaciones de los burócratas que trabajaban para ir cubriendo las pensiones de quienes se retiraban. Era un robo, claro está, pero un robo legal.

Mientras hubo un número muy grande de trabajadores en activo por cada pensionado, casi nadie se percató del engaño. Si bien el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se creó en 1959, sobre las bases de una Dirección de Pensiones Civiles de Retiro que se remontaba a 1925, el constante crecimiento del ejército de burócratas y la relativamente corta esperanza de vida de los jubilados impidió que durante décadas se advirtiera que el Gobierno había construido una pirámide financiera.

Todavía en 1980 el ISSSTE tenía 19 trabajadores en activo por cada pensionado. Para 2004 esta cifra ya se acerca a cuatro. En parte esta situación es producto del simple aumento en el número de los jubilados, pero además el tiempo de retiro de los burócratas se ha multiplicado por diez. En 1975, mientras que la esperanza de vida en México era de 64 años, la edad promedio de jubilación de los trabajadores del ISSSTE ascendía a 62. Esto significaba que el burócrata promedio permanecía jubilado dos años. El populismo —reflejado en contratos colectivos con pensiones cada vez más generosas pero sin reservas para financiarlas— ha bajado la edad promedio de retiro de los burócratas a los 55 (de hecho, muchos se jubilan a los 45). Sin embargo, la esperanza de vida se ha ampliado a 75. Esto quiere decir que el tiempo promedio de jubilación ha pasado de dos a 20 años.

El sistema ya carece de recursos propios para funcionar. En 2003 se pagaron 29,000 millones de pesos en pensiones nada más del ISSSTE (lo que no incluye a los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social, Pemex, Comisión Federal de Electricidad y Compañía de Luz y Fuerza del Centro). Sólo 10,261 millones procedían de los ingresos del sistema. Los otros 18,739 millones salieron de los impuestos generales de los contribuyentes.

Este déficit de pensiones del ISSSTE va a crecer de forma explosiva. Con las actuales reglas, para 2006 llegará a los 35,000 millones de pesos a valor actual. En 2050 será de 300,000 millones de pesos. Si a estas cifras añadimos los sueldos de los burócratas en activo, los mexicanos tendremos que trabajar y pagar impuestos solamente para cubrir los sueldos y pensiones de los burócratas sin que quede un centavo para nada más. Y el ISSSTE es solamente una parte del problema. En 2004 se gastarán 154,400 millones de pesos en pensiones del IMSS, el ISSSTE, Pemex y la CFE, contra 29,000 sólo del ISSSTE.

No falta algún líder de burócratas que diga que estas gigantescas cantidades son una necesaria transferencia social. Pero esto es otro engaño. En 2003 el programa Oportunidades, que apoya a los más pobres, dedicó 22,458 millones de pesos de recursos fiscales para apoyar a más de 20 millones de marginados. En contraste el subsidio de 18,739 millones de pesos a las pensiones del ISSSTE benefició únicamente a 471,780 jubilados con un ingreso promedio muy superior al de los más pobres. Estamos viendo un gigantesco y creciente subsidio a la clase media, no a los pobres.

México necesita hacer una reforma a fondo del sistema de pensiones públicas. Si no lo hacemos, la salud económica del país estará en riesgo. El pasivo actuarial de las pensiones públicas es de más de cuatro billones de pesos y crece con rapidez. En cambio, la deuda pública total asciende a 1.7 billones de pesos y la del Fobaproa es inferior al billón de pesos. Por eso podemos decir que las pensiones públicas representan el mayor fraude en toda la historia del país.

Abucheos

Los mexicanos nos habríamos sentido profundamente ofendidos si en Estados Unidos se hubiera abucheado nuestro himno nacional como lo hicieron los espectadores del Estadio Jalisco con el himno estadounidense antes del juego de futbol del martes por la noche.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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