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El hígado es muy traicionero...

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Muchas enfermedades que afectan al hígado son silenciosas. No avisan hasta que la persona está tan grave que necesita de un trasplante.

Rasquiña exagerada por todo el cuerpo. Eso era lo único que sentía Ana Caro, cuando detrás de ese prurito se escondía una enfermedad muy grave: cirrosis biliar primaria o inflamación en los conductos biliares.

Los médicos le descubrieron la afección por casualidad. El día en que Ana cumplió 35 años decidió encargar su segundo hijo.

Se mandó hacer los exámenes pregestacionales y aparecieron unas alteraciones en el hígado que se convirtieron en el primer indicio de esa enfermedad, que por poco le cuesta la vida.

Se puso en tratamiento y ocho años después se agravó: subió 30 kilos -por acumulación de líquidos- y presentó signos de confusión mental que obligaban a un trasplante de hígado. Se puso en lista de espera y al cabo de cuatro meses apareció el órgano de una donante con características muy similares a las de Ana -mismo tipo de sangre, misma contextura, cumplía con todos los requisitos-. La cirugía fue hace cuatro meses y aunque duró 20 días en coma, se recuperó. "Por amor a mi hijo volví a vivir y me siento saludable", dice.

La lección que le quedó a Ana es que el hígado es muy traicionero, porque no avisa que está enfermo sino hasta cuando no hay mucho qué hacer. "Son tan silenciosas algunas de las enfermedades hepáticas, que una persona, por ejemplo, puede tener hepatitis C durante 15 años o más y no saberlo.

"Se la descubren por un chequeo médico de rutina o al donar sangre (. . .) Clínicamente los pacientes se ven bien", asegura el médico hepatólogo y gastroenterólogo Víctor Idrovo, del servicio de gastroenterología y transplantes de la Fundación Santa Fe.

El hígado tiene el tamaño de un balón de futbol americano. Es un órgano tan o más importante que el mismo corazón porque interviene en la nutrición, es un mecanismo de defensa contra infecciones, controla la coagulación, purifica la sangre y es una fuente importante de energía, entre otras funciones vitales, explica el hepatólogo.

Por lo tanto, cuando el hígado falla, todas esas funciones también se alteran y vienen más complicaciones para el organismo.

¿Qué deteriora ese órgano? Las hepatitis viral, el alcoholismo, las enfermedades autoinmunes, algunas metabólicas por exceso o deficiencia de hierro o de cobre y algunas causas tóxicas como el consumo a largo plazo de medicamentos específicos, tanto convencionales como los llamados naturales -homeopáticos o bioenergéticos-...

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