Una semana después de cumplir su primer año, el viernes once de junio apareció el último número de El Independiente. Salvo un magro suplemento fotográfico —en cuya primera plana aparece el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, derribado en un lance del partido de futbol celebrado en octubre pasado en las instalaciones de ese diario— no hubo celebración alguna por el aniversario.
Imposible que la hubiera: el dueño del periódico, Carlos Ahumada, está en prisión y sus empresas sujetas a intervención legal. El diario, por lo demás, padecía aun antes de su crisis terminal una delicada situación financiera: el momento de anunciar el cese de la publicación, el lunes pasado, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) dijo que la empresa editorial soportaba pasivos superiores a 240 millones de pesos y pérdidas por 156 millones de pesos.
Diez días después de que Ahumada apareció en un video transmitido por Brozo en El Mañanero entregando dinero a René Bejarano y luego de que la Procuraduría del Distrito Federal había obtenido el ocho de marzo una orden de aprehensión por fraude contra el empresario, la Procuraduría General de la República inició una indagación por operaciones con recursos de procedencia ilícita, por cuya causa El Independiente quedó intervenido el 13 de marzo.
En esa averiguación la PGR ha sido lenta y estéril. No ha conseguido concluirla de suerte de iniciar acción penal contra Ahumada por ese delito, conocido comúnmente como lavado de dinero. Y respecto del periódico, su comportamiento fue extraño. No obstante tener intervenida la empresa, mantuvo a la cabeza de ella a la señora Lidia Uribe, administradora de ese y otros negocios de Ahumada, cuyo padre Tito Uribe permanecía arraigado por pedido de la propia Procuraduría federal. La intervención de la PGR se prolongó excesivamente, lo que permitió que el diario continuara apareciendo aun después de la renuncia del plantel profesional que comenzó a editarlo el tres de junio del año pasado. Casi tres meses se prolongó el manejo del diario por la PGR, pues sólo el tres de junio pasado, justo en el aniversario, fue entregado al SAE, que apenas demoró diez días en determinar que era preciso cancelar la publicación del periódico.
Ahumada concibió a comienzos del año pasado la idea de editar un diario que reforzara su posición en sus negocios de construcción y deportivos. Confió al periodista Miguel Badillo —director de las revistas Contralínea y Fortuna y hasta abril columnista en El Universal— el proyecto respectivo. Badillo conectó a Ahumada con el empresario Pedro Rodríguez, que haría una millonaria aportación en bienes inmuebles. La sociedad en ciernes se diluyó cuando Ahumada pagó su parte con dólares en efectivo. Persistente, buscó nuevos socios y profesionales de la prensa que, encabezados por Javier Solórzano y Raymundo Rivapalacio, concretaron el proyecto. Badillo había obtenido de Javier Moreno Valle, el concesionario del Canal 40 su aquiescencia, a título gratuito, para utilizar el nombre de El Independiente.
Catorce años atrás Moreno Valle había contratado a Fernando Benítez y a una planta de periodistas de alto nivel para editar un periódico con ese nombre, que finalmente se frustró. La mordacidad del gremio había ya rebautizado a aquel periódico, ante el prolongado lapso de su gestación, como El inexistente, sustantivo que infortunadamente es ahora exacto.
El tres de marzo, tras la exhibición del primer video de Ahumada —al paso del tiempo sabríamos que era en realidad el segundo, pues el que mostró a Gustavo Ponce en Las Vegas tenía también su firma—, Solórzano renunció a la dirección general del diario, para no permanecer ni un día vinculado con el propietario que se exhibía a sí mismo. Rivapalacio y el grueso del equipo que hacía la publicación se marcharon el 15 siguiente. Él fue sustituido por Javier Ibarrola, especialista en información periodística militar, a quien invitó el columnista Carlos Ramírez.
Ambos figuraron como responsables del diario en menos de dos semanas. Ramírez se había aproximado a Ahumada desde antes de la aparición de El Independiente. En los talleres de éste se imprimió La Crisis, el diario dirigido por Ramírez, cuya columna Índice Político apareció simultáneamente en los dos periódicos hasta la penúltima fase del conflicto, cuando Ibarrola y Ramírez dejaron El Independiente.
En un proceso de inexorable desmantelamiento, a últimas fechas el diario era dirigido por Alfredo Gurza, cuñado de Ahumada. No obstante la brevedad de la plantilla profesional, la administración pagaba la nómina con demora. Ante el cese de la publicación, que no implica todavía la quiebra de la empresa o su liquidación, los trabajadores esperan ser indemnizados debidamente. No sea que se les trate con el desdén con que fueron afectados los periodistas de unomásuno, cuyo cabezal ampara a una publicación espuria.
Salvo que su importe no hubiera sido cubierto, los bienes de la empresa editora deberán ser suficientes para compensar al personal. Sólo el predio, situado en una zona residencial bien cotizada, en Coyoacán, debe tener un alto valor en el mercado. Allí operó durante largos años la fábrica de trajes de baño Catalina y fue después propiedad de Carlos Cabal Peniche. Se erigieron allí las instalaciones del diario México hoy, de Miguel Cantón Zetina, que construyó magnas oficinas para la dirección y la redacción de un gran periódico. Como no lo fue, las vendió a Ahumada.