En la forma, Vicente Fox enfrentó con entereza las interpelaciones agotadas en griterío, en mantas que le descalificaban, en esas 19 interrupciones que sacudieron San Lázaro, mientras afuera del recinto, los granaderos, el Estado Mayor y policías de la Federal Preventiva contenían a un centenar de trabajadores, especialmente del IMSS que pretendían irrumpir en el recinto legislativo.
En el fondo, el Presidente de la República dibujó –desde su muy particular punto de vista- un país que avanza en medio de una vida política “más abierta, plural e intensa que nunca” y pecó de optimista y halagador, según coinciden los representantes de la Iniciativa Privada lagunera.
En lo sustancial, el Mandatario tiene razón: “La democracia no se agota en lo electoral ni en lo político. Para ser integral, debe también garantizar el ejercicio de los derechos económicos y sociales; el ánimo que debe prevalecer en los actores políticos es el de reconocer errores y corregirlos. La gran ventaja de la democracia es la de ser perfectible”.
Es por eso, que su llamado a la corresponsabilidad, a dejar por fin los debates estériles y aplicar toda la energía disponible en la búsqueda de resultados, debe ser tomado en cuenta para que todos los que hoy cargan con alguna responsabildiad, especialmente en las esferas partidistas y legislativas, actúen en consecuencia.
En la parte final de su informe, Fox no se puede sustraer a la tentación de rendirse al optimismo desbordado: “Iniciamos la tercera etapa de nuestro Gobierno. Hemos sentado bases firmes. Tenemos la solidez y la energía para seguir adelante. Lo mejor está por venir. Los próximos dos años son una oportunidad para consolidar el crecimiento económico, para generar los empleos que la sociedad demanda; son una oportunidad para superar la pobreza y para crear nuevas y mejores condiciones que favorezcan la inclusión social. Éste es el rumbo. Éste es mi compromiso”.
A los mexicanos nos queda esperar, por el bien del país, que tenga alguna base sólida para proyectar la recta final de su sexenio, ya que la reserva de esperanza amenaza con agotarse.