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MÉXICO, DF.- Hace poco más de cinco años, biólogos, intelectuales y ciudadanos oaxaqueños comenzaron a trasplantar pitayos, órganos, cardones y muchas otras especies de gran tamaño que dieron origen al Jardín Etnobotánico de Oaxaca.
Desde entonces el jardín ha crecido, pero las huellas de su génesis quedarán registradas en la carpeta ?Ti le Jardín de nudos?, conformada por cinco heliograbados de Graciela Iturbide y un grabado de Francisco Toledo.
Iturbide captó diversos ángulos del jardín con el propósito de mostrar la riqueza de especies en el Estado, pero también los nexos que existen entre las plantas y la gente que vive de ellas. Muestra de esto lo describe una narración mixteca recogida y traducida por la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Alejandra Cruz Ortiz, la cual explica cuáles son los amarres del tiempo.
?Los ancianos cuentan que hace mucho registraban el tiempo por medio de nudos. Si el tiempo era muy bueno, hacían con hojas de maíz un nudo y lo colgaban en la pared de su casa. Cuando el tiempo era malo y las plagas habían acabado con toda la cosecha, hacían el nudo con un pedazo de enredadera, pero en las puntas le hacían como carcomido de algo. Cuando sus cosechas eran destruidas por un huracán hacían nudos de cuatro puntas; si el viento vino del norte esa punta era la más larga.
Cuando había sequía buscaban una corteza de árbol, la tira era más pequeña que lo demás. Cuando las cosechas eran destruidas por agua buscaban la corteza de un árbol muy verde y la rayaban. Esos son los nudos del tiempo o amarres del tiempo?.
El Jardín Etnobotánico de Oaxaca se ubica en el interior del Centro Cultural Santo Domingo. Según cuenta su director, Alejandro de Ávila, luego de que la comunidad evitó que ahí se construyera un estacionamiento y un hotel de lujo, comenzaron a sobar la tierra, a limpiarla del escombro y el caliche para después abonarla y comenzar a plantar.
Al principio, los grandes pitayos, órganos y cardones necesitaron de amarres para poder sostenerse y comenzar a enraizar. Con el paso del tiempo el jardín regalaba pencas tiernas, retoños y flores.
Sin embargo, ya no hay nudos, hace mucho tiempo que esas imágenes que evocan a los nudos del tiempo ya no existen, sólo en los heliograbados de Iturbide.
Los heliograbados son formas en relieve que se obtienen a partir de imágenes fotográficas sometidas a un procedimiento con planchas preparadas y luz solar.
Actualmente el Jardín Etnobotánico cuenta con un área de 2.32 hectáreas, donde se cultivan cientos de especies de plantas originarias de Oaxaca, tanto de climas áridos como húmedos, de las zonas tropicales bajas y de las áreas montañosas templadas y frías, demostrando así la amplia diversidad de climas, formaciones geológicas y tipos de vegetación que caracterizan al estado.
Una sección del jardín está dedicada a las especies que crecen en Guilá Naquitz, una cueva cercana a Mitla, donde los arqueólogos encontraron restos de plantas usadas por los primeros grupos humanos que dejaron huella en Oaxaca.
Entre ellas aparecieron semillas de calabaza cultivadas hace diez mil años, los indicios más tempranos de agricultura conocidos hasta ahora en toda América. En la misma cueva se encontraron los restos más antiguos de maíz reportados hasta la fecha, con cerca de siete mil años de edad.