Vicente Fox Quesada nunca mostró una gran inteligencia, pero de candidato tenía más claridad de ideas, amén de que sus ocurrencias divertían. De presidente ha perdido la brújula y la simpatía y hay gente que se pregunta cada vez con mayor frecuencia ¿lo enloqueció el toloache? De hecho sus últimas acciones y declaraciones parecen dictadas por un cerebro poco irrigado. Y los pobres panistas se dan cuenta. Por ejemplo, Diego Fernández de Cevallos, corrupto hasta el tuétano, que fue uno de los políticos más brillantes del país, creador con Salinas del PRIAN y candidato presidencial que declinó a favor de Zedillo en abierto sometimiento al partido bicéfalo. El hoy presidente del Senado, califica cruelmente de “Estupendo” al señor Fox. En cambio otros panistas más chatos y sin el sentido del humor del barbón, como Dimas, vocero de Creel, se las ven negras tratando de argumentar seriamente con los periodistas y de justificar las constantes infracciones a la Constitución de su presidente y terminan en el mismo marasmo mental que está arrastrando al mandatario ¿y al país? hacia algún hospital psiquiátrico.
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El “demócrata” Fox se cree un César-juez y exhibe ingenua o descaradamente una caprichosa y personal interpretación de la Carta Magna. Se siente con derecho a voltear el pulgar hacia abajo basándose en su propio “pálpito” ni siquiera en investigaciones de su PGR.
Sus defensores de oficio sufren, pero le siguen escribiendo discursos sobre la belleza de la democracia que ellos inventaron, por lo visto y ensalzan la división de poderes, aunque no le pueden hacer entender a Fox que él es nada más el Jefe del Poder Ejecutivo, no del Poder Judicial así la PGR, equivocada, pero legalmente, sea su incondicional empleada y la Suprema Corte de Justicia, presidida por el yunque Mariano Azuela, esté a sus pies.
La pone a zanjar en el asunto del presupuesto, como si pudiera la Suprema ser imparcial cuando el presupuesto de los diputados le limita a ella misma los gastos en muchos millones de pesos.
Fox juzga y prejuzga con una inaceptable ligereza y ni siquiera se aguanta las ganas de expresar sus juicios sumarios y esperar sus propias investigaciones: Marcelo es malo porque es del “Peje” y va pa’fuera porque al presidente se le da la libre y constitucional gana, aunque sea la Policía Judicial del D.F. la que salvó en Tláhuac al agente de la PFP.
En cambio, al amigo Ramón Martín Huerta, su secretario de Gobierno en Guanajuato, al que dejó como gobernador interino cuando se fue con tanta anticipación su campaña por la Presidencia y hoy jefe de la Policía Federal Preventiva, no lo toca Fox ni con el pétalo de una rosa... Además Huerta es sólo un “aviador” más de su Gobierno, ya que el que ejercía realmente el mando era el comisionado corrido.
¡Qué “tapadera” es el presidente! En Guanajuato el tal Huerta fue culpable, por incapacidad y cobardía para actuar a tiempo, de muchas muertes en un motín del cereso de León en 1995 y posteriormente de otras más en 1999 cuando explotó un clandestino almacén de pólvora en Celaya. Repite lo mismo en Tláhuac y no le pasa nada. Su cuate lo protege.
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Sobre el asesinato de Enrique Salinas de Gortari la pronta opinión del Juez Fox: “no porque se llame Salinas se trata forzosamente de algo político” es sospechosa. ¿O es ignorancia del país que gobierna? Hay demasiadas pruebas de la presencia de Carlos Salinas en el Gobierno actual y Fox debió saber quién era Enrique.
Macedo de la Concha confesó por fin que el 22 de noviembre tuvo la PGR noticias de que Francia buscaba al hermano menor del ex presidente por la investigación de muchas propiedades de los Salinas, de muchas cuentas de banco, que podrían provenir “de corruptelas públicas y de tráfico de estupefacientes”.
No informó el procurador a la opinión pública y ¿tampoco le platicó al patrón? ¿Enrique Salinas se hubiera salvado de la horrible ejecución? ¿Se debió el secreto a que una de las promesas de Fox-candidato fue la de investigar la fortuna de Carlos Salinas y no pasó nada, absolutamente nada, sólo hasta ahora ese apresurado e inoportuno “no vayan a pensar”?
Enrique Eduardo Salinas de Gortari fue el ingeniero-financiero de la “Famiglia”, como dicen en Sicilia. ¿No lo sabía, señor Fox? Déjeme que le platique una de las experiencias con los Salinas de una periodista que en 1991 tuvo que suspender su trabajo y modus vivendi, porque osó publicar el primer artículo directo sobre los negocios de “los hermanos del presidente Raúl y Enrique”, un escrito sobre su afición a los caballos y la decisión de apropiarse también de la concesión federal del Hipódromo de las Américas.
Raúl Salinas, hoy de vacaciones, ordenó de cuerpo presente mi despido fulminante al periódico Excélsior. Se armó un pequeño escándalo y decidí en protesta por la censura, mi retiro de tres años de la prensa, pues publicaba entonces en más de 80 diarios del país, hasta que se fuera Salinas.
Antes habían tenido vela en mi entierro los amigos Hank González y Ruiz Massieu. Querían arreglar las cosas para sus amigos los Salinas y un poquito para mí. No era conveniente que el maravilloso presidente Salinas, cuyos heraldos llevaban por el mundo la buena nueva de ¡por fin! un estupendo presidente en México, se ensuciara con sospechas de una periodista “outspoken”, como me calificó una empleada del City Bank, el que sacó la fortuna de los Salinas hacia Suiza y anexas.
Y tampoco convenía que yo me callara totalmente.... En Excélsior Margarita Michelena publicaba que era una Infamia expresarme así de la familia.
Entre peras y manzanas, Hank me pidió que invitara a desayunar a casa a los por mí damnificados Salinas Brothers (los había plantado en la suya). Lo hice el día 11 de julio de 1991, poco antes del eclipse total del Sol. Conocí entonces al hombre cuya horrible muerte lamento, sin dejar de ver su relación con el inmenso despojo salinista a México.
Sé, señor Fox, que no le gusta leer, pero le voy a enviar mi libro “La Neta” de 1996. En la página 34 verá una caricatura del desayuno, de mi amigo Pedro Sol. ¡Qué triste fin tuvieron mis comensales Hank, Raúl y Enrique Salinas!
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