EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El linchamiento/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“En la política hay adversarios y correligionarios. Estos últimos son los más

peligrosos”. Konrad Adenauer

A Rosario Robles le han vuelto la espalda incluso sus mayores aliados. Los perredistas que apenas en 2002 la eligieron de manera contundente como presidenta nacional de su partido, ahora la han despojado de sus derechos como militante del PRD. Los columnistas que la vitoreaban hoy toman turnos para denostarla. Sus “amigos” se vuelven hacia ella y le apuntan un dedo acusador. El único compañero que se ha negado a participar en el juego es Ramón Sosamontes.

Lo curioso del caso es que —hasta donde yo puedo ver— a Rosario se le acusa hasta el momento simplemente de haber sido un vehículo para la tentación. No es un delito, sin embargo, haber presentado a miembros del PRD a un contratista que posteriormente los cohechó. La responsabilidad final debe estar con aquellos que entregaron el soborno y, sobre todo, con quienes lo recibieron. No hay videos que muestren a Robles recibiendo donativos ilegales. No hay pruebas de que ella misma haya otorgado contratos ilícitos de construcción. Su falta es haber puesto la tentación en el camino de los anacoretas del PRD. Hay otro pecado que muchos perredistas le endosan a Rosario, aunque no se atrevan a hacerlo abiertamente.

Es el hecho de que, por su relación con Carlos Ahumada, ella empezó a llevar una vida que a muchos correligionarios los hacía sentir incómodos. Varios me han dicho que en la campaña electoral de 2003 les parecía incorrecto que Rosario se trasladara de un lugar a otro en avión privado, aunque fuera prestado. Ésta fue una de las razones, de hecho, por las que nadie en el comité ejecutivo quiso respaldarla cuando el año pasado presentó su renuncia a la presidencia nacional del partido.

Yo no tengo, por supuesto, ningún derecho de picaporte con Rosario Robles. Mi relación con ella ha sido siempre estrictamente profesional. He escrito sobre ella -la mayoría de las veces con tono crítico— y la he entrevistado algunas veces. No pertenezco al séquito de amigos y simpatizantes que se granjeó en el medio periodístico. Cuando me he encontrado con ella en alguna ocasión —en una boda o en Le Petit Cluny, el clásico restaurante de crepas de San Ángel— simplemente nos hemos saludado.

No tengo forma de saber, por supuesto, si es verdad que Carlos Imaz, el jefe delegacional con licencia de Tlalpan, aceptó dinero de Ahumada porque se lo pidió Rosario. Ella lo ha negado y hasta el momento es la palabra de él contra la de ella. René Bejarano no ha acusado directamente a Robles de haberle pedido aceptar dinero de Ahumada, pero la esposa de Bejarano, Dolores Padierna, sí exigió que Rosario fuera investigada.

Y me queda claro, por supuesto, que Robles debía ser parte de una investigación a fondo, sólo que hasta el momento no siento creíble la explicación de que Imaz y Bejarano se vieron obligados a recibir maletines llenos de dinero porque Rosario lo pidió. Tampoco sé si en 2000 Rosario otorgó contratos irregulares de publicidad a Publicorp con el fin de ir construyendo un “cochinito” electoral, como acusó un ex empleado de esa empresa.

Al final la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal —en una investigación que espero haya sido imparcial— no encontró ilegalidad en esas operaciones. Por otra parte, el sobregiro que registró el PRD durante la gestión de Rosario pudo haber sido objetable, pero todo parece indicar que los demás miembros del comité ejecutivo nacional sabían lo que se estaba haciendo. Y ciertamente Rosario consiguió el aumento de votos que el PRD necesitaba y que hoy aprovecha en la Cámara de Diputados. Finalmente, en lo que concierne a la relación personal de Rosario con Ahumada, estoy convencido de que cada quien tiene el derecho de hacer lo que se le antoje con su vida. El PRD de Leonel Godoy ha asumido una correcta y valiente decisión de investigar el escándalo de los sobornos hasta sus últimas consecuencias. En esto se refleja un temple distinto al que han mostrado, por ejemplo, el Partido Verde con el video de Jorge Emilio González o el PRI con el Pemexgate. Pero no puedo dejar de sentirme incómodo ante la campaña contra Rosario. Yo puedo haber estado en desacuerdo mil veces con ella y lo estaré sin duda muchas más en el futuro. Pero eso no significa que esté dispuesto a unirme a la multitud a aplaudir su linchamiento.

Fructosa

Estados Unidos ha presentado una demanda contra México ante la Organización Mundial de Comercio por aplicar un impuesto proteccionista a la alta fructosa. Y la verdad es que en este caso los gringos tienen toda la razón. El gravamen a la fructosa es discriminatorio y proteccionista, y ese tipo de impuestos están prohibidos por la OMC y por las reglas del comercio justo.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 79112

elsiglo.mx