EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El magisterio en la actualidad

gabriel castillO

¿Qué significado tiene hablar del magisterio hoy en día? Si nos detenemos a revisar aunque sea someramente, los serios problemas que enfrenta nuestra sociedad y la grave crisis de valores que persiste, encontraremos que en el fondo de todo ello está el tipo de hombre que se viene formando de un tiempo a esta fecha o, en todo caso, en la falta de definición acerca del ideal de ser humano que se necesita construir en nuestro tiempo. Recuerdo que en alguna ocasión el filósofo Eduardo Nicol dijo que hacía falta contar con una Paideia mexicana, es decir, tener un ideal de formación del mexicano, como en su tiempo lo tuvieron los griegos o los latinos con el concepto de humanitas, o los alemanes con el equivalente conocido como Bildung. No es cosa menor este asunto y quizás no soy el más autorizado para abordarlo, pero es algo que tiene qué ver con mis convicciones y aspiraciones como profesor y aprendiz en el campo de la Pedagogía.

Hace ya bastantes años el maestro José Santos Valdés se preguntaba: ¿Quién educa o forma a los mexicanos, la SEP o Televisa? Hoy esa pregunta sigue teniendo vigencia pero con la variante de que en la actualidad son más televisoras las que nos bombardean con su programación las 24 horas del día. ¿Cómo competir, desde las escuelas, con ése y otros poderosos medios de comunicación? Sería absurdo siquiera intentarlo en pleno siglo XXI. Lo que se requiere es someter a revisión la formación del magisterio, para constatar que estemos en condiciones de aprovechar lo que ofrece el entorno social, así como el avance de la ciencia y la tecnología, sin abandonar totalmente nuestras tradiciones en la tarea de educar. La clave está en la toma de conciencia de que nuestra función fundamental es formar hombres y mujeres en el más amplio sentido de la palabra.

Ante eso, cabe preguntar ¿Qué significa formar? En el sentido tradicional se entiende como “dar forma y desarrollar un conjunto de disposiciones preexistentes” o bien como señala Lorge Larrosa en su Pedagogía Profana “llevar al hombre hacia la conformidad con un modelo ideal de lo que es ‘ser humano’ que ha sido fijado y asegurado de antemano”. Esto hace evidente la complejidad de la labor del magisterio, que va más allá de mera función de “dador de clases”. Pero aún más difícil será la tarea si se busca superar lo que hemos llamado la visión tradicional de formar y se asume el reto de pretender la formación (de los alumnos) sin tener una idea preescrita de su desarrollo ni un modelo normativo de su realización, esto es, si se explora la posibilidad de construir con los educandos un devenir creativo o el futuro propio, con la plena conciencia de que educar es contribuir a que cada uno se vuelva a sí mismo, que vaya más allá de sí mismo. ¿Tiene esto qué ver con contribuir al desarrollo de la autoconciencia, la capacidad de autodeterminación, la autoapropiación?

Como puede verse, la labor del magisterio debe considerarse compleja y trascendente, pues bien se ha dicho que entre los grandes retos del siglo XXI está el redefinir los valores de la familia, de la escuela y demás instituciones que dan cuerpo a la sociedad. Se necesita transformar la educación para estar a tono con la nueva época y en ello jugará un papel importante el magisterio. Si éste se renueva, la sociedad recuperará su función educadora, precisamente ahora que se requiere reconstruir el tejido social que ha sido bastante dañado.

Para ello se necesita recobrar y revalorar la importancia de la función del magisterio. ¿Cómo? Con un trabajo de calidad y dejando atrás el papel de “funcionario pedagógico” circunscrito a las cuatro paredes del aula. Hoy se plantea como urgente voltear al entorno y fortalecer la interacción social con las comunidades.

Todo lo señalado exige obviamente un gran esfuerzo del magisterio que pasa por replantearse sus prácticas y sus vicios (que los hay) y con la búsqueda de superación en cuanto a su formación pedagógica y su cultura general. Especialmente este último aspecto debe ser enfatizado pues indudablemente ha venido a menos, por muy diversas razones, entre las que se cuenta desde luego la económica. Por ello y reconociendo que no es fácil que el magisterio se cultive verdaderamente, habrá que darle la importancia que este aspecto tiene. Un extraordinario educador francés, George Jean, ha dicho que la mejor formación profesional pasa por la formación cultural general y sigue diciendo en su bello libro “El Profesor, su cultura personal y su acción pedagógica” que “la cultura personal de los enseñantes, para que sea contagiosa, debe estar en incesante movimiento, continuamente renovada, nunca paralizada, obstinadamente vinculada a permanentes desplazamientos y superaciones y ser verdaderamente general”. Esto es fundamental que se comprenda hoy en día por parte del magisterio, para que la acción pedagógica sea productiva, pues en cambio será estéril si no entendemos que la cultura, la vida y nuestro oficio son una misma cosa. Estar cultivado un maestro en la actualidad significa estar provisto de medios para ir contra la corriente. Tener la capacidad para enfrentar momentos difíciles e influir verdaderamente en sus discípulos, lo cual hoy es algo que hace mucha falta y a lo que debemos aspirar.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 91621

elsiglo.mx