Soy tu perro y tengo algo que me gustaría decirte al oído. Sé que ustedes, los humanos, tienen vidas agitadas. Algunos tienen que trabajar, algunos tienen niños a quienes criar. Parece que siempre estás corriendo de aquí para allá, a menudo demasiado rápido, casi nunca dándote cuenta de las cosas verdaderamente magníficas de la vida.
Mírame hacia abajo mientras te sientas en tu computadora. ¿Ves la forma en que mis oscuros ojos se miran en los tuyos? Están levemente velados ahora. Eso pasa con los años. Las canas están empezando a rodear mi hocico. Me sonríes, veo amor en tus ojos. ¿Qué ves en los míos? ¿Ves un espíritu? ¿Un alma interna, que te ama como nadie más en el mundo lo haría? ¿Un ser que perdonaría todos los errores previos por un simple momento de tu tiempo? Eso es todo lo que pido. Cálmate, aunque sólo sea por unos pocos minutos para estar conmigo.
Muchas veces te has entristecido por lo que lees en esa pantalla, de otros de mi especie, que mueren. A veces morimos jóvenes y tan rápido, a veces tan repentinamente que tu corazón quiere salir de tu garganta. A veces envejecemos tan lentamente ante tus ojos que puede que no lo sepas hasta el final mismo, cuando te miramos con el hocico arrugado y los ojos nublados por las cataratas. Sin embargo, siempre el amor está ahí, incluso cuando debemos tomar esa larga siesta para correr libres en una tierra lejana. Puedo no estar aquí mañana, puedo no estar aquí la próxima semana. Algún día verterás agua de tus ojos, la que los humanos hacen cuando una pena profunda invade sus almas, y estarás enojado contigo mismo porque no tuviste sólo ?un día más? conmigo.
Porque te quiero, tu pena toca mi espíritu y me aflige. Tenemos un ?ahora? juntos. Por eso ven, siéntate juntito a mí en el piso y mira mis ojos. ¿Qué ves? Si miras bien y en profundidad conversaremos, tú y yo, de corazón a corazón. Ven a mí no como ?alfa? ni como ?entrenador?, ni siquiera como ?mamá o papá?, ven a mí como un alma viviente, toca mi pelaje y mirémonos en los ojos del otro y conversemos.
Te puedo contar algo acerca de lo divertido que es seguir una pelota de tenis, o te puedo contar algo profundo acerca de mí, o incluso sobre la vida en general. Decidiste tenerme en tu vida porque deseabas un alma con la que compartir esas cosas, con alguien muy diferente a ti, y aquí estoy. Soy un perro, pero estoy vivo. Siento emociones, tengo sensaciones físicas y puedo ver en las diferencias de nuestros espíritus y almas. No te veo como un ?perro en dos patas? sé lo que eres y quién eres. Tú eres humano, con todos tus caprichos, pero igual te amo. Ahora ven, siéntate conmigo en el piso. Entra a mi mundo y deja que el tiempo pase lentamente, sólo por 15 minutos. Mira bien dentro de mis ojos y susurra en mis oídos. Habla con tu corazón, con tu alegría y conoceré tu interior. Puede que no tengamos un mañana, pero tenemos un hoy, y la vida es hoy tan corta. Así es que por favor ven siéntate conmigo ahora y compartamos estos preciosos momentos juntos.
Cariños, en nombre de los perros de todo el mundo.
Tu perro.
Fuente: Jorge Weisman/Revista El Canófilo
Lucy Alvarado lucyalvarado@hotmail.com
Arturo Castañeda wolfschauze@ieee.org