SUN-AEE
En ésta, mi última contribución del año, había pensado en resumir mis obsesiones educativas, que he ido manejando a lo largo del año. Pero ya que salió el informe de la OCDE sobre el proyecto PISA, prefiero hacer algunos comentarios sobre el esperado resultado.
El hecho de haber quedado en los últimos lugares en las evaluaciones no quiere decir que los estudiantes mexicanos sean más brutos que los de otras latitudes. Significa simplemente que están sujetos a un sistema educativo lleno de defectos.
No sé exactamente cómo se hizo la muestra pero sí que se trata de alumnos de 15 años dentro del sistema educativo mexicano. Es decir, no eran rezagados, habían sufrido de ocho a diez grados de educación mexicana.
La calidad de la educación no puede estar reducida a los resultados de una prueba, por cuidadosa que sea, pero siempre es útil poder compararse con otros países en conocimientos de lectura, matemáticas y ciencias, que son básicos para todo lo demás.
Yo creo, y lo he dicho en estos artículos, que una de las razones por las que nuestros estudiantes salen mal en estas pruebas es el exceso de contenidos a los que están sujetos. Los libros de texto de primaria implican que los alumnos deben aprender mil páginas por grado en cuatro y media horas diarias de clase durante unos 150 días útiles del año escolar, que tiene 200 días, pero muchos se van en fiestas y exámenes. En secundaria el problema es peor, eran como dos mil 500 páginas por grado hasta la reciente reforma que todavía no comienza. Los textos de mis nietos que están en el Liceo Francés son como diez veces menores en páginas. Se concentran sólo en unos cuantos temas básicos que reiteran una y otra vez, desde distintos ángulos. Los nuestros hablan de todo, superficialmente.
Otra de las razones por la que los nuestros salen mal es, como dijo el secretario Reyes Tamez, nuestro sistema memorístico, el modelo pedagógico que insiste en la memoria de datos y cifras y no en la comprensión de procesos. Y detrás de esta observación se esconden muchos problemas de nuestra cultura magisterial y educativa.
Formamos empleados. Los maestros se forman como empleados que tienen que acatar religiosamente un plan de estudios hecho por otros. Y formamos mente de empleado en nuestros alumnos, nunca dejándolos pensar y echar a perder por sí mismos. Les decimos exactamente lo que deben de hacer, hora por hora, día por día.
¿Cómo podemos pensar entonces en que sean capaces de pensamiento independiente para resolver problemas de matemáticas o de ciencias?...
Aparte de que el sistema es autoritario, es de gran tamaño y se mueve con enorme inercia, despacio, despacio, porque todos deben hacer lo mismo, al mismo tiempo. No nos hemos librado del grillete del siglo XIX, que indicaba que la enseñanza debe ser uniforme en toda la República, y especialmente la enseñanza básica y normal. Por eso aunque llevamos décadas de reformas educativas bien intencionadas, los logros son desesperadamente escasos y lentos.
Otra cosa interesante de este estudio es que la muestra mexicana fue muy grande y permitió sacar comparaciones válidas para cada Estado de la República. Aquí ya hay algunas entidades que están mejor que el promedio nacional y con números cercanos a algunos resultados de Estados Unidos. Éstas son el Distrito Federal, Aguascalientes y Colima. Y nuevamente se ve aquí el efecto de la desigualdad y la pobreza. Las entidades con más bajas calificaciones en matemáticas son Oaxaca y Tabasco.
Pero lo peor para nosotros, que dijo Barry McGaw en su conferencia desde Washington cuando presentaba los resultados del Proyecto PISA, fue que los resultados representan tan sólo a 58 por ciento de los jóvenes mexicanos porque el resto ya abandonó la escuela a esa edad. De todos los países investigados, México tiene menor cobertura educativa para personas de 15 años, con excepción de Turquía. Y eso, a pesar que desde 1992 la secundaria es obligatoria. La mayoría de los países tiene coberturas a los 15 años de 95 por ciento y más. Ésta es nuestra vergüenza.
Espero que Gobierno y sociedad mexicana se den cuenta de la importancia que tiene educar al rezago, a los millones de hombres y mujeres que no han terminado su educación básica. Como antes he dicho: El 99 por ciento del gasto educativo se dedica a la educación formal y sólo uno por ciento se dedica a la educación de adultos.
Sólo mejorando el nivel educativo del rezago podremos llegar a ser un país desarrollado y justo, a disminuir la desigualdad y la incultura.
Por otra parte, vale felicitar al Gobierno y a la Secretaría de Educación por la apertura que han demostrado al apoyar las encuestas y para dar a conocer los resultados de estos estudios.
Solo así podremos mejorar.
rogerdc@prodigy.net,mx
Presidente de la Fundación Mexicano-Americana Solidaridad.