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El otro México

Federico Reyes Heroles

Caras largas, sonrisas angustiadas, bromas para ocultar lo evidente: el desánimo ha tocado a los mexicanos. Los rosarios infinitos de corruptelas en todos los partidos y el cinismo y la soberbia como explicación —“el rayo de esperanza”— no son para menos. Antonio Ortiz Mena. Dineros que entran apretados a portafolios o bolsas de papel, dineros de oscuro origen y destino. Campañas compradas ahora por una izquierda o pseudo izquierda que quiere justificar sus desvíos con una moral extraña que les autoriza, a ellos sí, lo que en cualquier otro sería simple pillería. Antonio Carrillo Flores. Cómo no habría de calar el desánimo si en cuestión de horas millones fuimos testigos. Vimos lo suficiente para saber e intuir lo que puede estar detrás. Las terribles sombras del narco acechan. Cesar Baptista.

Por si fuera poco la voz del presidente se desdibuja entre sus tan frecuentes como inconsistentes dichos que perfilan una locuacidad que angustia. Arnoldo Martínez Verdugo. Atrapado en un enredo conyugal-político la presidencia que fuera centro, eje de la política nacional, se ha convertido en punto de encuentro de la burla. Carlos Castillo Peraza. A la pregunta de quién en verdad manda, corresponde una respuesta dolorosa para las instituciones. Jaime Torres Bodet. Los planes y programas de presidencia se desmoronan y enseñan una insolvencia profesional verdaderamente atroz. Ignacio Chávez. Los problemas de fondo del país, infraestructura, empleo, energía, pensiones, ciencia y tecnología, educación, caen siempre en segundas páginas porque antes habrá algún nuevo escándalo o algún lance de la señora —el gran distractor de la nación— para volver a revivir la posibilidad de su candidatura. Francisco Martínez de la Vega.

Cómo no caer en el desánimo si además son jóvenes —verdes y no verdes— los nuevos protagonistas de éstas historias de infamia moral. José Sarukhán. En quién creer se preguntan los mexicanos. Francisco Inguanzo. La larga historia de corrupción en el PRI es como para erizar el cuero de cualquiera. Pero también los nuevos que llevan poquito en el poder salieron bravos. Antonio Martínez Báez. Ni a cual irle. Agustín Straffon. Además duele pensar en la imagen de México en el mundo como un país de corruptos. Guillermo Soberón. Pero ¿de verdad todos han sido corruptos? No estaremos leyendo sólo una parte de la historia. Salvador Subirán. Porque con eso de que Fox en campaña le dio por hablar del México del pasado como un bloque de corrupción y mal Gobierno, —se acuerda el lector de la tesis aquella de los 70 años—, así sin matices, pues ahora nos resulta difícil distinguir. Por ganar votos mancharon todo de porquería. Ahora nos ahogamos, cuál es la sorpresa. Jorge Espinosa de los Reyes.

Porque en realidad en México también ha habido mucha gente honesta, trabajadora, entregada a los asuntos públicos con pasión. Carlos Chávez. No se como le hicimos para olvidarnos de tantos nombres valiosos de mexicanos de primera, que entregaron su vida a la construcción de las instituciones que hoy tenemos. Antonio Dovalí Jaime. El IMSS, la SEP, Petróleos Mexicanos con todos sus problemas, son pilares de nuestro país. Bernardo Sepúlveda. Por más angustias que hoy vivamos pues quizá valdría la pena poner las cosas en perspectiva. María Lavalle Urbina. Nada ganamos como país si nos montamos en la autoflagelación, que fue la “modita” del régimen de Fox, y olvidamos a ese otro México de brillantes médicos, ingenieros, abogados, arquitectos, etc. profesionistas destacadísimos ¡cómo se les extraña! que construyeron el México de hoy. Fernando Hiriart.

Qué daño se ha hecho al país al no plantear las cosas con mesura, todo por cosechar unos votos y claro hoy, hoy, con los escándalos, cuesta trabajo lograr un justo medio. Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa. Pero detrás de cada presa, de cada puente, de cada carretera, de cada hospital, de cada universidad de las muchas con las que ya cuenta México, hay siempre historias de seres humanos de palabra, con honor y vocación de servicio. Bruno Mafcansoni. De todos los bandos, partidarios o no. Heberto Castillo. Es más resulta imposible hacer una historia medianamente ajustada a la realidad sin tropezar una y otra vez con sus nombres. Agustín Yáñez. Personas que entregaron su vida al servicio público, porque entonces era un verdadero honor servir al país. Rosario Castellanos. Había una emoción por ser el primer director digamos del Instituto de Cardiología o del Centro Medico o de un hospital de especialidades. Nabor Carrillo. Por supuesto que había pillos, pero ya comparándolos con los de ahora, pues la competencia es bastante cerrada. Eduardo Suárez.

Primera lección de los episodios recientes: hay pillos en todas partes, de cualquier ideología. Víctor Urquidi. Como también hay servidores honestos. Ramón de la Fuente. Ya no nos podrán salir con el cuento de que unos son puros y los del otro bando siempre son rateros. Jesús Kumate. Pareciera que el asunto es bastante más complicado. Jaime García Terrés. Pero en todo caso lo que no debemos permitir es esa caricatura que pretende explicar nuestra historia sin reconocer los muchos méritos de hombres de primera que dejaron su vida en el servicio público. Jesús Reyes Heroles. Personajes de una calidad intelectual y moral que hoy se mira muy lejana, como algo verdaderamente de excepción. Javier Barros Sierra. ¡Qué comparación! Federico Gómez. Pero de seguro allí están las nuevas generaciones que nada tienen que ver con el “Niño Verde” y su pandilla, ni con el “Rayo de Esperanza” rodeado de porquería. Manuel Martínez Báez.

Allí está ese otro México que en la discreción —¡cómo se extraña también la discreción!— hace su trabajo todos los días, Manuel Gómez Morín, a ese otro México de servidores públicos, frecuentemente mal pagados, que sin embargo dejaron estelas de honradez y profesionalismo. Miguel Mancera. Funcionarios de larga trayectoria a los cuales jamás se les ha señalado desviaciones o corruptelas. Jesús Silva Herzog Flores. Sergio García Ramírez. Y hay que hablar de ese México, aunque no quepa en el estrecho esquema del régimen de Fox. Griselda Álvarez. Porque sino lo que va a ocurrir es que las futuras generaciones de verdad van a creer que México ha sido sólo Pemexgate y “Amigos de Fox” y Ahumadas y Rosarios y “niños verdes”. Miguel Limón. Y resulta que no. Bernardo Quintana. La lista de hombres y mujeres honestas es infinita, no como la inevitablemente arbitraria e injusta de estas líneas. Ulises Schmill. Ese México está ahí hoy, ilustres desconocidos que siguen trabajando por una mejor patria. Resulta entonces que hay otro México del cual uno se puede sentir orgulloso, muy orgulloso. Un México que ni la miopía de Fox, ni las estrategias electoreras de su “equipito”, ni los nuevos bandoleros de todos los signos, ni los enanos que hoy llegan al poder, nos lo van a poder quitar. Por que ese otro México también es nuestro.

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