Juan Pablo II en contra de sus personales deseos no podrá venir a Guadalajara en octubre, a participar en directo en el Congreso Eucarístico Internacional. Las razones de su ausencia son obvias: Su salud precaria le impide realizar un viaje tan largo y desgastante.
Ello le supondrá al Sumo Pontífice sin duda un gran contratiempo, superior incluso al que le provoca su precario estado de salud efecto de los avances del Mal de Parkinson, los cuales le han provocado esa rigidez en su semblante, otrora tan expresivo y sonriente.
Ante ese panorama surge en millones de compatriotas un sentimiento de natural frustración por carecer de ese motivo para muchos ilusionante de que Juan Pablo II estuviera por segunda ocasión en Guadalajara, ciudad que le recibiera apoteósicamente en su primer viaje pastoral de los 104 que ha realizado en su prolífico pontificado.
Pero viendo las cosas con objetividad tendríamos que caer en cuenta que efectivamente, como dijera el cardenal Juan Sandoval, no podrá participar en persona en el 48 Congreso Eucarístico Internacional el segundo de sus personajes principales, aunque sin duda lo hará a través de videoconferencias desde Roma; pero sí lo hará el primero de sus protagonistas: Cristo Jesús quien se encuentra Real y Sustancialmente con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad en ese misterio fundamental de la fe católica que es la presencia real y no simbólica de Cristo en la Eucaristía.
La Eucaristía ha sido, es y seguirá siendo signo de contradicción; pero es misterio central de la fe que profesamos los católicos. Ya desde ese famoso discurso de Jesucristo en la sinagoga de Cafarnaum que relata con todo detalle San Juan en su evangelio, Cristo encontró la incomprensión de muchos de sus discípulos que a partir de ese momento se retiraron de su lado al salir escandalizados por el sentido literal que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad le daba a esa frase: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida... Si no coméis la carne y no bebéis la sangre del Hijo del Hombre, no tendréis vida eterna”.
Cristo nunca habló en sentido figurado al referirse al misterio eucarístico: ni en Cafarnaum, ni en Jerusalén durante la Última Cena, la víspera de consumar la primer Santa Misa: su Pasión y Muerte en la Cruz, en redención de los pecados de los hombres, realizando un sacrificio perfecto que se continúa de manera incruenta en cada Santa Misa que se sigue celebrando cualquier sacerdote en cualquier rincón del mundo.
Ese personaje: Jesucristo: la segunda persona de la Trinidad Beatísima es quien presidirá el Congreso Eucarístico de Guadalajara, por lo que lamentando en todo lo que cabe la imposibilidad de que el Papa nos acompañe, nos tenemos que regocijar con la presencia del Personaje principal que motiva esa enorme movilización de cristianos a lo que será por una semana el centro neurálgico del catolicismo mundial: Guadalajara.