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El pecado

Gilberto Serna

¿Qué pasa en este país? Hace algunos años el Gobierno del estado de Morelos se vio envuelto en el escándalo cuando el procurador y el jefe de policía fueron detenidos como presuntos protectores de una banda de secuestradores que operaba en la entidad. El escándalo fue mayúsculo dando pie a que el gobernador Jorge Carrillo Olea fuera sujeto a proceso. Los panistas y perredistas se le echaron encima en montón. Todo tuvo su origen en que un judicial, nada menos que el comandante del Grupo Antisecuestros Estatal, Armando Martínez Salgado, deshaciéndose del cuerpo de un presunto secuestrador en una carretera vecinal, fue sorprendido en flagrancia por la policía federal. Hecha la investigación se encontró que estaban involucrados el procurador y el jefe de la policía de ese entonces a los que se les abrió proceso. Los secuestros eran el pan de cada día en esa entidad cuya capital es Cuernavaca. El priista Carrillo Olea fue depuesto y enfrentó cargos por varios meses de los que a la larga resultó absuelto por que no se pudo o no se quiso comprobar su participación. Una sentencia judicial absolutoria, no necesariamente es prueba de inocencia.

Aquí en Coahuila, hace años, los ejidatarios de por el rumbo del poblado de Charcos de Risa veían luces fantasmagóricas a lo lejos que se movían en las noches creyendo ingenuamente que eran seres de otro mundo. Algunos estaban convencidos de que se trataba de entes diabólicos que hacían sus aquelarres en esos páramos desérticos por lo que no se atrevían a averiguar, concretándose por las noches a resguardarse en sus casas. Otros, influenciados por el ufólogo Jaime Maussan, cuya profusa cabellera plateada y sus ojos saltones lo hacen aparecer a él mismo como un ser con características extraterrestres, creían ver platillos voladores, que descendían con sus luces brillantes en las áridas estepas. Era la fantasía popular la que le daba rienda suelta a esos mitos. En realidad al lugar, apartado de curiosos, acudían, como abejas a un panal, modernas camionetas cuyos ocupantes encendían mechones a los costados de una improvisada pista que servía para el aterrizaje de avionetas cargadas de droga.

En días recientes la Procuraduría General de la República dio cuenta con la aprehensión de José Agustín Montiel López, coordinador general de la Policía Ministerial y de Raúl Cortés Galindo, coordinador operativo de las misma corporación que fueron ingresados al Centro Federal de Readaptación Social la Palma en el Estado de México, antes Almoloya, como probables responsables de delitos contra la salud y delincuencia organizada. En esa ciudad de la eterna primavera, operaban integrantes del tristemente célebre Cartel de Juárez. Aviones descendían en el aeropuerto de Cuernavaca, administrado por el suegro del gobernador, donde la droga proveniente de Colombia, era descargada y transportada en ¡vehículos de la policía ministerial morelense! Se dice que de ese modo ingresaron al país tres toneladas de cocaína.

Y aquí viene lo bueno. El gobernador panista Sergio Estrada Cajigal fue exonerado por la PGR. Habrá que ver que dice la DEA, que se encarga en Estados Unidos de América de la persecución de los delitos relacionados con el tráfico de narcóticos. Es un secreto a voces que elementos de esa oficina antidrogas operan encubiertos, tanto en nuestro país como en Colombia. Se introducen en las mismas entrañas de los grupos dedicados a tan inmundo negocio. Por otra parte, habrá que esperar la reacción de los conocidos narcotraficantes Juan Esparragoza Morales, (a) El Azul, Vicente Carrillo Leyva y Aníbal Carrillo Pérez cuyos intereses se han visto afectados. En estos casos no acostumbran a quedarse con los brazos cruzados. Todo depende de si se sienten o no traicionados. En fin, en el pasado quedó libre, aunque despojado de su investidura, el gobernador tricolor, Jorge Carrillo Olea, cuyo personal se dedicaba al fructífero negocio de los secuestros. En el caso de Estrada Cajigal, quizá su pecado fue mantener en sus puestos, a capa y espada, a los malandrines ahora presos, no obstante sus negros antecedentes. ¿O habrá algo más? El gobernador blanquiazul, por lo pronto, continúa despachando en Palacio de Gobierno.

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