Dice el refrán popular que: “Mal inicia la semana al que ahorcan el lunes” y así estamos todos los habitantes del planeta con la desastrosa noticia del asesinato del fundador y líder espiritual del movimiento de resistencia palestino “Hamas”, el Jeque Ahmed Yassin, que fue víctima de un acto de terrorismo tecnificado, encabezado por Ariel Sharon, líder Israelí, que más allá del nacionalismo irracional demuestra, una vez más, su perfil humano dañado por una vida en sociedad de guerra con el constante uso de sus instintos básicos orientados hacia la muerte y destrucción.
Seguramente a Usted no se le ocurriría intentar apagar un incendio a “cubetazos de gasolina”, o solucionar un conflicto con un acérrimo enemigo a base de “golpes de puños”, pero al líder del Estado de Israel sí, por contar con el poder sobrado, que usa para generar más odio y revanchismo, tal vez buscando que el conflicto, al recrudecerlo, le permita ejercer más brutalidad y así cuidar sus intereses y puntos de vista y no los derechos humanos.
Por lo pronto, ya fue nombrado sucesor Abdel Aziz Rantisi, que inmediatamente lanzó arengas de venganza a los palestinos reunidos en un mitin.
El perfil de Ahmed Yassin tampoco era el de un pacifista: Fundador y líder del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), líder espiritual de los palestinos, es representativo del liderazgo combativo en Oriente Medio. Con 67 años de vida, disponía de un ejército de dos mil hombres, acusado por Sharon de haber ordenado múltiples atentados suicidas y declarado “enemigo sionista”; fue sentenciado a muerte (así de fácil) por el líder israelí, a sabiendas de que Hamas es percibida como defensora de las creencias del Islam, libre de corrupción, integrada por radicales dispuestos a sacrificarse hasta alcanzar la libertad y terminar con la ocupación israelí en Gaza y Cisjordania.
Por eso el asesinato se reconoce como una verdadera provocación, para lograr la respuesta de venganza y así justificar el genocidio. ¿Le parece a Usted un acto de líder prudente?
En la Franja de Gaza, Hamas es considerada como una de las principales organizaciones sociales, educativas y religiosas, que han atendido las carencias de miles de residentes de los campos de refugiados. Sus actividades a favor de la calidad de vida de los palestinos le han ganado autoridad moral, realidad que también es conocida por el magnicida Sharon.
El Jeque Yassin, aquejado por una tetraplejía que paralizaba el 90 por ciento de su cuerpo, estuvo preso en Israel en 1984; en 1989, fue arrestado de nuevo y condenado a cadena perpetua por la muerte de dos soldados.
Ocho años después fue liberado en un intercambio con Jordania, a cambio de dos presos israelíes. Muchas veces proclamó la necesidad de continuar con la “lucha armada” y los atentados, aceptando el secuestro como recurso para negociar la liberación de presos palestinos.
Acusado de ser el cerebro de muchos crímenes contra Israel, Sharon intentó eliminarlo hace seis meses y el Jeque apuradamente salvó la vida. El guerrero israelí con un sentido “triunfalista” declaró: “El Estado de Israel golpeó esta mañana al principal asesino y terrorista palestino. La quintaesencia de la ideología de este hombre era el asesinato y el homicidio de los judíos, allá donde estuviesen y la destrucción del Estado de Israel. Supongo que todos Ustedes conocen el pasado lleno de sangre y de odio de este primero de los asesinos que figuraba en la primera fila de los enemigos de Israel... Atacar a los que amenazan con liquidarlo es el derecho natural del pueblo judío y de toda nación deseosa de vivir”. ¿Le parece una declaración suficientemente juiciosa?
El propio Sharon no está libre de acusaciones de corrupción, asesinatos y complots contra enemigos. En el pasado mes de enero la prensa internacional dio la noticia de acusaciones en su contra por aceptar “cochupos”, cuando una Corte de Tel Aviv acusó al empresario David Appel de intentar sobornarlo.
Ya en septiembre de 2003, el Gobierno israelí (Sharon) anunciaba su decisión de “remover” al acosado presidente palestino, Yasser Arafat, sin precisar si tal “remoción” significaba expulsarlo de Cisjordania o matarlo. El viceprimer ministro de Tel Aviv, Ehud Olmert, afirmó que el asesinato de Arafat era “una opción”.
En julio de 2002, un avión de combate disparó una bomba que causó la muerte de catorce civiles, entre ellos nueve niños y Salah Shehabe, líder del grupo radical islámico Hamas. La Secretaría de Relaciones Exteriores israelí definió a Shehabe “una especie de Bin Laden”. Curiosamente el ahora viceministro israelí de Defensa, Zeev Boim, declaró: “Hoy hemos eliminado a nuestro Bin Laden”. ¿Frase repetida y útil para justificar asesinatos y de paso conmovernos dejándonos sentimientos de inseguridad?
Sharon fue acusado de genocidio en las masacres de Gaza y de Sabra y Chatila, Líbano, de 1982, las que tampoco pudieron consolidarse ante la muerte misteriosa y sorprendentemente oportuna de los testigos que iban a declarar en su contra.
La historia del conflicto entre israelíes y palestinos es vieja: Comienza en 1916, cuando Francia e Inglaterra se dividieron los territorios que antiguamente pertenecieron al Imperio Otomano y Palestina pasó a ser gobernada por el Reino Británico.
Para los miembros del movimiento sionista, era una “tierra sin habitantes” que podía albergar a una nación judía y el canciller Lord Balfour de Inglaterra y el líder sionista Lord Rothschild acordaron en 1917, que “El Gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de una nación judía... la cual no deberá interferir con los derechos religiosos y civiles de las comunidades no judías que existen ahora en Palestina”.
La “tierra sin habitantes” ya contaba con un millón de personas, en su mayoría. En la década de los 30, los palestinos vieron con temor cómo la inmigración en masa ocasionada por la amenaza de otra Guerra Mundial incrementaba la población; en 1936, comenzaron los conflictos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra cedió el control de Palestina a la ONU y en 1948, se dieron las primeras batallas. Ese mismo año las Naciones Unidas aceptaron la formación del Estado de Israel. Para los Palestinos el acuerdo fue y es unilateral, equivale a un “robo”.
Ese es el antecedente reciente del conflicto del Oriente Medio y ni qué decir de los bíblicos e históricos, que son cuestión religiosa, aún más difícil de tratar.
Por lo pronto, el mundo entero ha repudiado la acción sanguinaria de Sharon; lo peor será la revancha que buscarán los palestinos ofendidos; ambos bandos no saben reconocer de derechos humanos o internacionales y suelen pasar por encima de los intereses y deseos de todos los habitantes del planeta Tierra.
Por si fuera poco, el número uno del Estado Mayor israelí, el general Moshe Yaalon, informó de una “lista negra de futuros asesinatos” que encabezan el líder Yasser Arafat y el Jeque Hassan Nasrallah, jefe de la guerrilla fundamentalista libanesa del Jezbola. ¿No le parece cosa de locos?
¿Hasta cuándo habremos de entender que la violencia sólo genera violencia?; ¿cómo encontraremos fórmulas para vivir en paz, sin sobresaltos ni amenazas?
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