“El hombre debería decir siempre mucho más de lo que pretende y pretender mucho más de lo que dice”. Oscar Wilde
DAVOS, Suiza. Ayer dio inicio el Foro Económico Mundial. Al igual que el año pasado, los temas de seguridad siguen teniendo un papel importante en los programas de discusión. Pero, debido a que ha desaparecido la incertidumbre previa a la guerra de Iraq, los temas económicos han vuelto a tomar un papel protagónico. Para eso, después de todo, se creó el Foro.
Hay quien se queja de que en esta ocasión habrá un menor número de jefes de Estado y de Gobierno que en años anteriores. Para otros, sin embargo, esta ausencia es positiva: significa que habrá menos preocupaciones de seguridad y los participantes podrán dedicarse con más intensidad y menos molestias a la reflexión.
La mayoría de los empresarios, ejecutivos y economistas que participan en la reunión coinciden en que 2004 será un año razonablemente positivo para la economía mundial. Los casi tres años de recesión y estancamiento parecen haber terminado. La economía de Estados Unidos, que se calcula creció alrededor de 3.5 por ciento el año pasado, se ha convertido en el motor del mundo.
Pero la recuperación, coinciden muchos, tiene algo de ficticia. Es producto principalmente de un excesivo gasto deficitario del Gobierno de Estados Unidos que no podrá sostenerse mucho tiempo. Otros factores son la subvaluación del dólar y una laxa política monetaria de la Reserva Federal. El creciente déficit de presupuesto obligará tarde o temprano al Gobierno estadounidense a recortar el gasto o a aumentar impuestos. En un momento en que los fondos federales rinden un inusitado uno por ciento al año, las tasas de interés no pueden más que subir.
La recuperación estadounidense no puede por sí sola empujar al mundo. Alemania está ya oficialmente en recesión. Europa en su conjunto crece, pero de manera pausada, conforme sus empresas esperan la ampliación de la Unión Europea para buscar nuevas oportunidades de inversión. Japón ha registrado alguna recuperación, pero aún decepcionante después de más de una década de recesión. China crece a un ritmo rápido, pero carga con el lastre enorme de su ineficiente banca estatal, la cual está recibiendo una inyección de efectivo de 45,000 millones de dólares tomados de las reservas internacionales del país. Y, sin embargo, incluso este fabuloso monto es insuficiente para resolver el problema de una banca cuya cartera vencida es de 30 por ciento de sus préstamos.
Estados Unidos quiere nuevamente utilizar el Foro para pedir apoyo a su esfuerzo en Iraq. El año pasado el funcionario encargado de mandar este mensaje a los miembros del Foro fue el secretario de Estado Colin Powell. Hoy le toca el turno al vicepresidente Dick Cheney. La idea es que este ex funcionario de la empresa Halliburton, una de las principales beneficiarias de los contratos de reconstrucción de Iraq, le explique a un foro escéptico la estrategia para convertir a Iraq en una economía viable y en un país democrático.
Como siempre, la vida del Foro se desenvuelve de manera independiente a estos mensajes políticos. Los 2,100 participantes asisten a un sinnúmero de conferencias y discusiones; comparten cenas y cócteles; discuten sobre temas que van desde la política, la seguridad y la economía hasta la tecnología, la religión y la filosofía. Algunos, incluso, le dedican algún tiempo a esquiar en las polveadas pistas que han hecho justamente famoso a este centro alpino. El encanto es que cada quién puede construir su propio Davos.
Sin embargo, los principales protagonistas del Foro, los ejecutivos de las mil empresas más importantes del mundo, vienen fundamentalmente a tomar el pulso de sus colegas. En ningún otro lugar del mundo pueden reunirse tantos de ellos a desayunar, comer, tomar un café y cenar con tantos otros y con los funcionarios de Gobierno que tomarán medidas que afectarán sus negocios en todo el mundo.
Es verdad que los asistentes suelen quejarse de que se ha perdido el espíritu de Davos: que ya no existen esas pequeñas reuniones en las que un grupo selecto de empresarios, políticos y académicos discutían cómo mejorar el estado del mundo. Pero el desfile de veteranos que coinciden aquí cada año no se detiene. Pocos son los que deciden pasar por alto la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos.
Clinton y Zedillo
Le tocó a Bill Clinton abrir el Foro Económico Mundial y lo hizo con un discurso en el que ofreció un reconocimiento a Ernesto Zedillo por haber estado dispuesto a dejar el poder a un político de oposición. En México ya nadie parece apreciarlo, pero la decisión de acatar la voluntad de los electores habrá de recordarse como un momento crucial de nuestra historia.
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