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El relevo de la Sección 35

Gabriel Castillo

El pasado lunes 26 de enero la Sección 35 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación amaneció con un Nuevo Comité Ejecutivo, después de un Congreso Seccional Extraordinario que estaba programado realizarse en un máximo de 39 horas, pero que se prolongó hasta durar 67, con momentos de tensión y largos períodos de tedio; esto último por la poca participación real y efectiva que tuvieron los delegados, quienes respetuosa y pacientemente esperaron que resolvieran las fuertes pugnas entre grupos de la mayoritaria expresión institucional.

Espero que ésta haya sido la última vez que se elige la dirigencia seccional de forma indirecta, a través de delegados en un Congreso, pues es inconcebible que en pleno siglo XXI y en el sindicato más grande e importante de nuestro país, todavía no se pueda elegir a los dirigentes por medio del voto universal, directo y secreto de todos los trabajadores. Fueron 244 de 263 delegados efectivos quienes avalaron, en representación de cerca de 18,000 agremiados, la planilla única, a la que se denominó de “unidad”, encabezada por el profesor Gerardo Alba Castillo, quien hoy es el Secretario General. Ello significa que menos del dos por ciento de los trabajadores adscritos a la Sección 35 tomaron tan relevante decisión, lo cual pone al descubierto la obsolescencia de tal procedimiento.

Aunado a lo anterior, es de destacar el hecho de que este XVI Congreso Seccional se vio entrampado por la injerencia directa de dos ex secretarios generales de nuestra Sección, quienes pusieron en jaque el desarrollo del evento, al empeñarse en exigir sus cuotas de poder. Es absolutamente criticable tal actitud, que en uno de ellos llegó al extremo de amagar con “reventar” el Congreso si no se accedía a sus pretensiones, nada modestas por cierto. Ese ex secretario general, a quien algunos medios de comunicación señalan como aspirante a la Subsecretaría de Educación en la Región Lagunera de Durango, con pretensiones de cacique sindical buscó presionar a los representantes del CEN del SNTE que vinieron a presidir el Congreso, para que su delfín encabezara la planilla de “unidad” y así llegar a tener un dirigente de la Sección 35 afín a él para que le apoyara en sus aspiraciones futuras.

Afortunadamente dos factores impidieron que se desbordaran las pasiones o se saliera de control el evento: por una parte, la habilidad política del presidente del Congreso y sus auxiliares; por otra, la tolerancia y prudencia de la mayoría de delegados que evitaron caer en provocaciones que no faltaron, especialmente la madrugada del domingo cuando se vivió lo que considero el momento más álgido en el desarrollo del multicitado Congreso. Pero lamentablemente el conflicto se contuvo cediendo, aunque parcialmente, a las presiones del ex secretario general y aspirante a funcionario, pues aunque no logró que su candidato ocupara el puesto principal sí obtuvo carteras importantes donde se manejan recursos de la Sección 35. Por ello sostengo que estos esquemas atrasados de política sindical deben terminar y dar paso a la participación directa de los trabajadores, con pleno ejercicio de la democracia.

La experiencia o lecciones que quedan de lo ocurrido nos llevan a pensar en la urgencia de hacer realidad las propuestas, muy buenas por cierto, que los delegados efectivos al Congreso tuvieron a bien hacer en las Mesas de Trabajo sobre la reforma de los estatutos, fundamentalmente en lo relativo a la forma de elección de dirigentes y la revocación del mandato a través de un plebiscito cuando los líderes no cumplan con su función o incurran en actos de corrupción. Quienes irán al V Congreso Nacional de Reforma Estatutaria deben defender con firmeza todas y cada una de las propuestas que llevan de los trabajadores de nuestra Sección Sindical, de manera que en tres años podamos vivir un proceso totalmente distinto al que acaba de pasar. Sin embargo, no tenemos porqué esperar tres años para empujar en el sentido de la transformación de nuestro sindicato, pues ya tenemos un Nuevo Comité Ejecutivo que tendrá que asumir de inmediato la responsabilidad y el compromiso de superar los rezagos y atender en serio los problemas laborales, salariales o profesionales de los agremiados, en el entendido de que no caben ya las demoras ni las simulaciones.

Para quienes no pertenecemos al grupo institucional es difícil creer que se dará un verdadero cambio, dada la manera en que se procesó el relevo en nuestra Sección y las resistencias e intereses que son evidentes y están en juego. No obstante, también estamos obligados no sólo a conceder el privilegio de la duda respecto al desempeño del nuevo Secretario General del Comité Ejecutivo, sino a asumir la corresponsabilidad que nos representa el hecho de estar en “el mismo barco” y el conocimiento directo de las expectativas de los trabajadores de base, pero sin renunciar a una actitud crítica o incurrir en complicidades perversas. Por ello, no sólo hay que hacer efectiva la exigencia de que los ex secretarios generales saquen las manos de la Sección 35, sino comprometer a la nueva dirigencia a tomar las riendas en serio, a ejercer con autonomía de los Gobiernos estatales a impulsar una política de atención eficaz de las demandas laborales y de rendición de cuentas, a elaborar una agenda política que se discuta con la base trabajadora, de cara a la sociedad y desde donde se defina el rumbo que debe tomar nuestra Sección, así como las formas de lucha para lograr la verdadera defensa de los agremiados, que han estado mal o por lo menos insuficientemente representados por las anteriores gestiones. Considero que no es mucho pedir, pues los tiempos así lo exigen y los retos son muy grandes.

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