EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El secret-ario

Sergio Sarmiento

“Me voy sin secretos qué contar ni rencores qué purgar; me voy con más esperanza en el futuro que con nostalgia por el pasado”.

Alfonso Durazo, carta de renuncia

al PRI, 19 de mayo de 2000

La carta de renuncia de Alfonso Durazo a sus cargos como secretario particular del presidente Vicente Fox y director general de Comunicación Social de la Presidencia de la República, fechada el 22 de junio y distribuida a los medios este cinco de julio, es un documento interesante y preocupante.

Nos ofrece, por una parte, una ventana privilegiada a los grandes conflictos que se viven dentro de Los Pinos y en especial al provocado por las presuntas aspiraciones políticas de Marta Sahagún de Fox, quien se ha convertido en el mayor lastre para la Presidencia de Vicente Fox. Desde el punto de vista ético, sin embargo, inquieta el hecho de que este documento lo haya dado a conocer la persona que hasta este cinco de julio era secretario particular del presidente Fox. Es parte de la naturaleza de la secretaría particular el guardar la confidencialidad de los documentos y discusiones a los que se tiene acceso. En el sentido original del término, uno que todavía registra el Diccionario de la Real Academia, un “secret-ario” es quien cuida los “secret-os”. Así pues, el secretario Durazo ha traicionado la confianza del Presidente: no al renunciar, o al escribirle a su jefe una carta de renuncia expresándole críticas concretas, sino al divulgar esa carta y por lo tanto los secretos cuya salvaguarda se le habían encomendado.

No es ésta la primera vez que Durazo da a conocer públicamente las razones de una renuncia. Lo hizo el 19 de mayo de 2000 cuando dejó el PRI —partido en el cual había militado, “credencial en mano, desde enero de 1973”— para unirse a la campaña de Fox. En aquella carta que dirigió a la entonces presidenta nacional del partido, Dulce María Sauri, Durazo decía paradójicamente: “Me voy sin secretos qué contar ni rencores qué purgar”. Señalaba, empero, que “es válido suponer que el ciclo del PRI como partido en el poder está terminado, toda vez que un partido sin democracia no tiene futuro”.

Durazo tenía todo el derecho a hacer públicas las razones de su renuncia al PRI de mayo de 2000. Lo hizo, después de todo, “sin secretos qué contar” en los cargos que había tenido. No divulgó públicamente la información a la que había tenido acceso como director general de Comunicación Social en la Secretaría de Gobernación, cuando ésta estuvo encabezada por Esteban Moctezuma, ni la que manejó cuando fue secretario particular de Luis Donaldo Colosio. Su renuncia fue simplemente un gesto político que requería una explicación pública.

La renuncia que Durazo ha hecho ahora como secretario particular del presidente Fox es también un acto político, sin duda, pero la explicación pública debe limitarse éticamente por la confianza que le tuvo el propio Presidente al designarlo como su secretario particular. No en balde en las nuevas reglas que se han dado a conocer sobre el Servicio Civil de Carrera, las cuales establecen un sistema de concurso para ocupar cargos en la administración pública, se exentan específicamente los puestos de secretario particular y de director de Comunicación Social. En estos cargos es menos importante la capacidad técnica que la lealtad. Un secretario particular que, al renunciar, divulga las discusiones internas de la oficina en la que sirvió es alguien que ha traicionado la confianza que se le otorgó.

Una vez dicho esto, hay que señalar que la carta de renuncia de Durazo a la secretaría particular es un documento que parece mostrar el gran daño que las aspiraciones políticas de Marta Sahagún le han hecho al presidente Fox. Este daño se podría cortar de tajo si Marta declarara públicamente y sin ambigüedades: “No soy ni seré candidata a la Presidencia de la República, aun cuando así me lo pidiera algún partido”. Mientras la esposa del Presidente se abstenga de ofrecer este deslinde claro, será una aspirante más al máximo cargo del país, pero con ventajas especiales. Y, por lo tanto, se le someterá a cuestionamientos severos los cuales alcanzarán también, inevitablemente, a su marido.

En las urnas

“Que nos ganen en las urnas, eso es lo que estoy pidiendo”. Y tiene razón Andrés Manuel López Obrador: deben ser los electores quienes decidan si él será o no el próximo Presidente de la República. Pero no se puede exentar a un político, por importante que sea, de la aplicación de la Ley. En contra de López Obrador pesa una sentencia definitiva por desacato a una orden de un juez. No encuentro otra salida legal para el Jefe de Gobierno de la capital que renunciar y cumplir la sentencia que se le determine, la cual debe ser ligera. Así estará libre de impedimentos legales para la campaña de 2006.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 97643

elsiglo.mx