Son aproximadamente las 8:20 de la noche del cuarto domingo de mayo. Todavía hay luz natural en la avenida Valle del Guadiana de la colonia Esperanza.
Dos camionetas último modelo, una Explorer blanca y una Vagoner oscura, están estacionadas en línea amarilla. Un tercer vehículo, un jeep rojo, en doble fila. A bordo, de cada una, grupos de adolescentes y jóvenes, hombres y mujeres, platican de carro a carro, se puede escuchar la música de los estéreos.
Cuando los conductores y sus acompañantes se percatan de que se acerca la patrulla No. 222, no se inquietan; queda detrás de los tres vehículos. Sus tripulantes no se bajan y permanecen en espera de que los jóvenes empiecen a circular. No es necesario sonar ni encender las luces de la torreta. Despacio, los vehículos retoman la circulación.
La unidad policiaca va tras ellos, como escoltándolos; de repente, los vehículos dan un brusco arrancón y dejan atrás a los representantes de la autoridad, que no hacen nada más que dejarlos ir. Así siguen con unos diez vehículos mal estacionados en línea amarrilla central de ambos camellones.
Sólo trascurren unos minutos y los vehículos, en su mayoría, vuelven al mismo lugar, a continuar lo que estaban haciendo. No hay infracción o amonestación. La patrulla no vuelve a la zona.
Los jóvenes de estos caros vehículos son juniors, hijos adolescentes y jóvenes de reconocidos políticos, funcionarios de primer nivel, empresarios y profesionistas; eligieron desde hace tiempo las colonias Esperanza y Real del Prado para reunirse y tomar bebidas embriagantes, mientras dan vuelta en sus vehículos o permanecen estacionados por estas calles y los camellones. Gritan, escuchan música, cantan en pareja o grupos a pulmón; también se retan y juegan arrancones.
Se puede observar a los jóvenes con los botes de cerveza en la mano, de pie, platicando, o dentro de los vehículos estacionados o en circulación. En el interior de los vehículos hay cerveza, licor, vasos, refrescos, y en las camionetas, hieleras bien surtidas o un pequeño refrigerador.
PROTESTAS
Los vecinos elevaron sus protestas, están hartos de los escándalos, de que utilicen la calle para embriagarse, de que les bloqueen sus cocheras, de la música a alto volumen, inclusive de daños que han sufrido y amenazas cuando los han reportado.
A los habitantes de la Esperanza en el 066 ya nadie les hace caso; los reportes son tan constantes que ya ni atención les ponen, y si llegara a ir una patrulla, como la No. 222, como si fuera invisible, junto con los agentes, porque en su presencia sigue la algarabía, la cerveza en la mano, el arrancón, los abrazos amorosos, y el desafío abierto a la autoridad consentidora.
En una investigación realizada en esta colonia se comprobó el constante paso de los Lincoln, las Liberty, las camionetas ?Lobo? de una o dos cabinas, las Durango, Explorer, las Voyager, Mercedes Benz, Gran Cherokee, y sofisticadas motos, todos de reciente modelo.
Son unos 50 vehículos y tal vez los jóvenes sumen unos 200, los que pueden estar circulando o estacionados en las calles de las colonias Esperanza y Real del Prado. Quienes manejan son menores de edad, en su mayoría, acompañados de un grupo de amigos.
Desde las seis de la tarde de los viernes, sábados y domingos, puede observarse la llegada de los primeros vehículos. A bordo, los jóvenes de facciones físicas finas y ropa de marca. Unos, en vehículos; otros, en motos; unos, solos; otros, en grupo. El apogeo ocurre alrededor de las ocho y media de la noche, cuando la oscuridad empieza a reinar en la ciudad.
En el recorrido realizado el sábado 22 y domingo 23 de mayo, se pudo constatar que son dos los principales puntos de reunión: la avenida Valle del Guadiana, en donde están los conocidos ?camellones?, y la avenida Paseo de las Palmas, a la altura de la Plaza San Pedro.
En las aceras de la banqueta y el camellón, se forman largas filas de lujosos vehículos. Unos bajan, otros prefieren quedarse dentro. Se forman grupos de 15 ó 20 jóvenes de entre 15 y 17 años, que ocasionalmente obstruyen la circulación, principalmente por la avenida Las Palmas, a la altura de la calzada Laureles, en donde provocan embotellamientos.
Hay quien comienza a dar vueltas por un circuito que abarca Valle del Guadiana, calle Cacaria, Paseo Las Palmas, calle San Pedro o alguna otra calle transversal; si hay necesidad, porque va un amigo por la otra cera, o alguna jovencita o muchachas que perseguir, ver o saludar, la vuelta en ?U? en los camellones es obligada.
IMPUNIDAD
El rechinar de los neumáticos es parte de la sinfonía nocturna de fin de semana, no faltan los claxonazos, el arrancón, ni la cerveza en la mano. La hilera se hace larga hasta diez automóviles, con luces prendidas, no falta el enojo por cualquier situación y la intención de pelea, pero no pasa de ahí.
Además, de los que dan vueltas, están los otros que, por momentos, prefieren tirarse en el pasto del camellón central de la avenida Valle del Guadiana; unos más optan por platicar de pie al lado de sus autos estacionados, con una cerveza de bote en la mano o el vaso de unicel con bebidas embriagantes.
Los vecinos comentan que si la autoridad hiciera un par de remisiones este problema que viven desde hace años ya se habría terminado. Los vecinos nunca han visto que los policías o agentes de Vialidad se hayan atrevido a remitir a alguno de estos jóvenes, porque saben de quiénes se trata y prefieren no meterse en problemas.
Son juniors de políticos o funcionarios del Gobierno, se sienten influyentes e intocables, y actúan en forma prepotente porque lo primero dicen a los policías: ?si tú me haces algo, mañana ya no trabajas?, y eso nos consta, dice un vecino, que por sus hijos también prefiere quedarse en el anonimato.
Los habitantes de la colonia Esperanza desde hace aproximadamente tres administraciones municipales sufren la presencia de los jóvenes que escandalizan y que han hecho de la avenida principal una cantina, la más grande de la ciudad, dicen.
?Nos ha tocado ver jovencitas de 15 años ingiriendo cerveza de la manera más descarada. El jueves pasado otras jovencitas con uniforme de secundaria se sentaron en el camellón a platicar, y dejaron vacías anforitas de licor y envases de refrescos?, señala un vecino, que llamó a El Siglo de Durango para exponer su problemática.
Esto es realmente sólo una muestra del gran problema que afecta a esta colonia, que es lugar de reunión de los juniors para tomar al aire libre, desde la glorieta principal hasta la calle, donde empieza el Instituto Tecnológico de Durango.
Recordó que los cordones de los camellones fueron pintados de amarillo para evitar que se estacionen los jóvenes, pero jamás o muy pocas veces hace acto de presencia Vialidad para retirarlos, con base en el fundamento legal de que está prohibido estacionarse en línea amarilla.
Además, del 100 por ciento de los reportes que se han hecho a la Policía Preventiva cuando los jóvenes están ingiriendo bebidas embriagantes, cuando de esas raras veces nos hacen caso, ?viene la patrulla y lo único que hace es retirarlos?, no obstante que están violando el Bando de Policía y Buen Gobierno.
CERO TOLERANCIA
?El eslogan de la actual administración de Cero Tolerancia es eso nada más, un eslogan, al menos en esta colonia, porque aquí no se aplica la ley?, señala un vecino que omite su nombre para evitar problemas.
Señala que los jóvenes violan el Bando Municipal al consumir bebidas embriagantes, con el estéreo a todo volúmen, al escandalizar, al tirar basura, al bloquear las cocheras, al amparo de la impunidad de que gozan.
Recuerda que los vecinos de este lugar desde hace varias administraciones acudieron con los titulares de la Dirección Municipal de Seguridad Pública, Antonio Díaz de León, Raúl Obregón Almodóvar, Ramón Guzmán Benavente, y con el presidente municipal Francisco Javier Pérez Gavilán.
También han acudido a los medios de comunicación, y sólo hasta que un canal local hizo varias tomas del desorden hace unos tres años, se solucionó pero sólo por un rato, porque las molestias para los vecinos regresaron en poco tiempo.
Los vecinos de este lugar piden a la autoridad municipal que se aplique la ley para que esta colonia vuelva a ser tranquila y segura. Inclusive algunos dicen haber sufrido represalias por la insistencia a la autoridad para que haya orden porque les han quebrado botellas en los frentes de sus casas; hay quien les ha lazando huevos. Inclusive, han recibido amenazas verbales, nunca físicas.
?Realmente da tristeza ver que la juventud actual no tiene valores, y que la autoridad competente tampoco tiene el valor de aplicar la ley, porque es lo único que pedimos, que se aplique la ley?, reitera.
ANTECEDENTES: JACOBOS Y PARIAS
De los mismos juniors que ahora están causando molestias a los vecinos de las colonias Esperanza y Real del Prado surgió la fraternidad KRS, mejor conocidos como ?Jacobos? y los ?parias?, que a mediados del 2002 fueron noticia que alcanzó dimensiones nacionales y atrajo la atención de la opinión pública y del Gobierno del Estado, porque se les identificó como pertenecientes a una organización ?neonazi?.
La presencia de los ?cholos de élite?, como los llegó a calificar el gobernador Ángel Sergio Guerrero Mier, salió a la luz pública a raíz de que aparecieron automóviles quemados en el fraccionamientos Los Remedios.
Los Jacobos fueron identificados como hijos de políticos, hombres de negocios y destacados profesionistas. Esta fraternidad estaba integrada por jóvenes mayores de 16 años, encabezados por Jacobo Anaya Solís, David Anaya, Walter Bishop y Marvin Andrade, entre otros, según se publicó en su momento.
En aquel tiempo se ubicaron sus puntos de reunión: en el Cerro de los Remedios, el Monumento a la Bandera y domicilios privados, y tenían la característica de que llegaban a fiestas donde ejercían violencia contra los asistentes. Vestían de negro y viajaban en automóviles de lujo.
Los parias fueron considerados la fuerza básica de los Jacobos, y la única diferencia era la edad. Aquí se agrupaba a los jóvenes de 14 a 16 años de edad. En su momento se identificó, entre otros, a Rodrigo Gutiérrez, José Carlos Gutiérrez, Camilo Raigosa, Dylan Bishop González, Jaime Núñez, Alonso Rosas, considerado éste como el más rijoso.
Desde ese tiempo, las investigaciones dadas a conocer en la prensa señalaban el domicilio de Paseo del Mezquital No. 7 de la colonia Esperanza, donde vive Camilo Raigosa, hijo de José Luis Raigosa, como uno de los lugares de reunión de los parias; otro era la casa de Rodrigo Gutiérrez Gamboa, en Lomas del Sahuatoba, frente a la placita.
HISTORIA
Cronoligía del vandalismo ?de nivel?
1.-Las viejas generaciones, que hoy son los hombres de negocios y en el poder, se reunían a finales de los setentas y principios de los ochentas por la entonces avenida Centenario (hoy Dolores del Río) de 5 de Febrero a Negrete. Circulaban en vehículos dando vueltas.
2.-Posteriormente, se trasladaron a los alrededores del restaurante La Bohemia que estaba en el área donde hoy se ubica Plaza San Agustín, y hacían recorridos en vehículos por la avenida 20 de Noviembre.
3.-Hace unos diez años, aparecueron en el fraccionamiento Lomas del Parque, en donde los jóvenes continuaron, en su mayoría, la tradición de sus padres.
4.-Luego, el punto de reunión fue las calles del fraccionamiento Los Remedios, a espaldas del Cerro del mismo nombre, a un lado de la cancha de futbol rápido ?Roberto Silva?. El recorrido que hacían, abarcaba el bulevar Guadiana y avenida Universidad.
5.- Ahora, los camellones de la colonia Esperanza son el punto de reunión de unos 300 juniors, en lujosos vehículos.
6.-¿Cuál será el nuevo sitio de reunión?
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.
ENTREVISTA
Vivencia de un integrante
Por razones obvias, se cambiaron el nombre y datos personales en esta entrevista hecha a uno de los juniors, para su protección.
Antonio* es hijo de un prominente político, vive en una exclusiva zona residencial y estudia en un prestigiado colegio de paga. Tiene 16 años, y siente orgullo de pertenecer a una comunidad exclusiva, y participar en las rutinas especiales que casi son un rito los fines de semana.
Confiesa que los viernes y sábados son de ?fiesta?, de ir al ?antro?; los domingos, un poco más tranquilos en actividades de diversión, o cuando no hay nada qué hacer, es de ir a dar la vuelta a ?los camellones? de la colonia Esperanza, el lugar de moda, a bordo de automóviles lujosos, pláticar con los amigos, de beber cerveza o licor, cantar, divertirse.
¿Hay algo planeado entre ustedes para ir a un determinado lugar?
No. Solamente alguien del grupo de amigos dice: vamos a los camellones, y ya.
¿Cada cuándo van a los camellones?
Cada vez que no hay fiestas. Los viernes y sábados es de ir a la discoteca del Portal de las Palomas o de reunirse en el disco-bar D Yabu, pero cuando alguien no quiere ir allá saben, sin decirlo, que van a estar en los camellones, es una ruta natural.
¿Qué son los camellones?
Es el sitio de reunión. Así nombramos a este lugar en la colonia Esperanza porque hay camellones; inclusive, hay hasta secciones, porque no todos los que van son amigos, y cada grupo toca su distancia. En este lugar se pueden encontrar a ?Jacobos?, aunque ya no hacen nada malo, y se distinguen porque son los jóvenes más grandes, mayores de 17 ó 18 años; a los ?parias?, que son jóvenes de 14, 15, 16 y 17 años.
¿Qué es lo que hacen ahí?
Primero, hay que ir por los ?litros?.
¿Qué son los litros?
Son micheladas (cerveza, limón y sal) en botes de unicel.
¿Dónde las compran?
Hay unos cuatro expendios clandestinos en diferentes rumbos de la ciudad, en donde hay servicio en el carro.
¿Cuánto cuesta un litro?
Lo mismo que una caguama, 20 pesos el litro. Otros compañeros van y se surten a Casa Arias, compran vodkca, Bacardí, tequila, cerveza, New Mix. El copiloto de cada vehículo, automóvil o camioneta, que siempre van llenas de ?chavos?, es quien trae las botellas, vasos, el hielo va atrás. En cada camioneta grande hay una hielera; incluso, algunos traen un pequeño frigobar.
¿Qué hacen en los camellones?
Un recorrido en las calles de la colonia Esperanza y la Real del Prado. Otro recorrido más amplio abarca el Café Buzz, que está por avenida 20 de Noviembre, como ?parada?. En la colonia Esperanza el recorrido abarca la avenida Valle del Guadiana y Paseo de Las Palmas. En este lugar, se reúnen los ?parias?.
¿Cómo distinguen que son parias?
Por su aspecto de cholos. Son jóvenes de 14, 15 y 16 años que usan pantalones de mezclilla anchos, cintos con cadena y cachucha, y usan automóviles normales, sólo que con buenos motores.
¿Qué hacen cuando llegan las patrullas?
Algunos damos la vuelta y regresamos. A muchos no los siguen.
¿Ya los conocen?
Al ver en la licencia de manejo el nombre y apellidos, sólo nos dicen: ¡síganle! Hay otros policías que piden 100 pesos por cada persona.
¿Y los pagan?
Sí. Hay quien paga eso y más. Algunos traen en la cartera dos mil, tres mil pesos o más, y esa cantidad no es nada. Uno puede pasar frente a un policía con la botella, y hasta nos saludan.
¿Hay drogas?
Sí.
¿De qué tipo?
No sé.
¿Armas?
Cuchillos, bat, navajas.
*.-Nombre ficticio.
EXCESOS
Quiénes son en sociedad:
Los juniors han formado una pequeña comunidad o sub-mundo dentro de la sociedad, donde imperan los excesos: en fiestas, bebida, frenesí, vandalismo, la impunidad y prepotencia.
Tienen reuniones a donde acuden en lujosos vehículos, en determinados puntos de la ciudad, abarrotan negocios, discotecas, cafés, lugares donde expenden bebidas de su preferencia, algunos clandestinos.
En su conjunto son hijos de padres con una buena posición política, social y económica; en su mayoría estudian la secundaria o bachillerato en prestigiados colegios de paga.
Viven en fraccionamientos como Villas Campestre, Lomas del Parque, Loma Dorada, Loma del Sahuatoba, colonia Guillermina, Real del Prado, entre otras.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Durango.