Es sencillamente sorprendente la rapidez con que el tiempo pasa. Ayer fue ayer, hoy es hoy y lo que era mañana ya es un hoy que se nos está convirtiendo en ayer.
Por eso, el próximo primer centenario de nuestra ciudad (en el año 2007) es algo que debe, no preocuparnos sino ocuparnos desde ahora.
Palabras son las que, cuando se llegue ese día, nos van a sobrar. Todos las van a decir: las autoridades, los representantes de las diversas instituciones, personalidades de dentro y de fuera, pero, las palabras, ya se ha dicho, se las lleva el viento y nuestra ciudad necesita que de todo lo que pase en ese día, el de su centenario, algo quede, si no para siempre, para mucho tiempo, que lo puedan ver ese otro mañana de sus hijos y de los hijos de sus hijos.
Por sus frutos los conoceréis se dice. Torreón es el fruto de los esfuerzos de muchos grandes hombres que, sin embargo, conocemos poco. Sus hechos sí y sus nombres, pero, de pocos su imagen. Pues, bien, este es el momento de investigar cómo eran, de buscar fotografías y llevarlas al bronce, a la escultura. Que cuando las celebraciones de ese centenario pasen, eso nos quede de ellos en las calles, en las plazas, en las alamedas, en los parques, donde podamos verlos a diario, para decirles ¡gracias! cada vez que los tropecemos. Porque ahora, sabemos que tenemos fundadores, pero, parece que fuéramos expósitos. Pudiéramos pasar por frente de ellos y no reconoceríamos. No sería justo para ellos, ni seríamos agradecidos.
No se puede decir: ¡Eso no me toca! No se puede decir: ¡Eso le toca al que me sigue! Porque eso les toca a todos los Gobiernos desde ya: rendir homenaje a los que hicieron posible esta ciudad si no, ¿de qué serían Ayuntamiento?
Y si no tienen dinero para costear las esculturas que a los más connotados de nuestros fundadores les debemos, siempre tendrán la representación que les autorice a pedir esa ayuda a connotados particulares. ¿Qué serían los que ahora son lo que son, si no hubiera sido por aquellos laguneros esenciales, que lo fueron sin saberlo y decidieron toda su vida a trabajar estas tierras y confiar en el Río Nazas? Lo menos que puede hacerse por ellos es inmortalizarlos en bronce. Y esto no puede dejársele todo a los que vienen. Se debe comenzar cuanto antes.
Tampoco todo es cosa del Gobierno. Toda institución que económicamente pueda participar en este homenaje a nuestros fundadores, tiene derecho a hacerlo, no regalando dinero sino ordenando directamente la escultura correspondiente del fundador de sus simpatías, sólo pidiendo la información necesaria para evitar duplicidades.
Estas esculturas podrían decorar la Avenida Morelos o la Calzada Colón y serían no sólo el merecido homenaje a nuestros fundadores sino la historia en bronce de nuestra ciudad. Y así todos sabremos que ellos están en sus tumbas, pero sus nombres vigilan lo que hicieron.