Nueva York, (Notimex).- El riesgo entre los ancianos de padecer el mal de Alzheimer disminuiría con la ingesta de hasta tres vasos de vino al día, según un nuevo estudio médico que, sin embargo, se abstuvo de recomendar el consumo generalizado de alcohol.
El estudio fue realizado por la Universidad de Columbia, en Nueva York, durante cuatro años y confirmó los resultados de otros anteriores sobre los efectos saludables del vino, con un consumo moderado.
El doctor Richard Mayeus, director de la investigación, analizó los datos de 980 ancianos residentes en el noreste de Manhattan entre 1991 y 1996.
A todos se les realizó un cuestionario sobre su consumo de alcohol. Ninguno de los participantes tenía demencia cuando comenzó el estudio, ahora publicado en el "Journal of the American Geriatrics Society".
Durante un periodo de cuatro años, se detectó que 260 personas desarrollaron demencia, incluidos 199 casos de Alzheimer y 61 de otros tipos de demencia causada por ictus o accidentes cerebrovasculares.
Tras analizar los datos, lo que se observó fue que comparados con los no bebedores, aquellos que consumieron hasta tres vasos de vino al día redujeron su riesgo de padecer Alzheimer hasta en un 45 por ciento.
El estudio identificó un subgrupo de individuos que no se beneficiarían con la ingesta diaria de vino y que serían precisamente aquellos que tienen una mayor tendencia a padecer esta patología neurológica y que son los portadores de una variante genética llamada APOE-e4.
Es decir, que sólo las personas sin el gen APOE-e4 consiguen este beneficio
Las bondades del vino
Tinto, blanco, rosado, espumoso, con alta graduación, ecológicos, para diabéticos o sin alcohol; la gran variedad de vinos ha sido degustada y celebrada por la humanidad desde tiempos ancestrales, y no por nada se incluye como bebida principal en banquetes y festejos.
Desde hace tiempo es relativamente conocido que el consumo regular y moderado de vino tiene efectos positivos en la salud, pues a través de estadísticas y diversos estudios de laboratorio se ha deducido que, por ejemplo, es responsable, en buena medida, de las bajas tasas de enfermedades cardiovasculares que existen en las poblaciones de países mediterráneos, como Francia, España o Italia, frente a los índices que se presentan en naciones de Europa del norte, en donde se acostumbran otras bebidas alcohólicas, como whisky, vodka o cerveza.
Justo en esta vertiente, investigadores del William Harvey Research Institute y de la Queen Mary University de Londres publicaron en la prestigiosa revista de divulgación científica Nature, en 2001, los resultados de un estudio en el que se demuestra que el vino tinto, no así el blanco o el rosado, bloquea la formación de compuestos involucrados en el desarrollo de enfermedades cardíacas. Esto se debe a que la bebida obtenida por el fermento de la uva incluye una familia de importantes ingredientes antioxidantes (que retardan el envejecimiento y eliminan sustancias perjudiciales, los radicales libres), conocidos como polifenoles, entre los que se distinguen los flavonoides y el resveratrol.
Concretamente, se considera que los flavonoides, provenientes de la piel o cascarilla de uva y sus semillas, detienen la degradación de las lipoproteínas de baja densidad, mismas que intervienen directamente en enfermedades circulatorias degenerativas, como aterosclerosis, ya que su descomposición puede favorecer la formación de depósitos de colesterol en las paredes de las arterias.
Además de esto, diversos estudios de laboratorio adjudican al vino tinto la virtud de prevenir el cáncer, debido a que el resveratrol, que en la naturaleza sirve para proteger a las viñas de las infecciones ocasionadas por hongos ambientales, ha demostrado la facultad de reducir la velocidad de crecimiento de las células tumorales.