La Comisión de Justicia Partidaria (que prescindió en su nombre de la palabra honor, vaya usted a saber por qué) estudia acusaciones de miembros de ese partido contra su secretaria general, Elba Ester Gordillo, que tienen por objetivo su expulsión. Están por radicarse en ese órgano jurisdiccional otras denuncias con petición semejante. Todas ellas señalan a la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación como apoyadora de candidatos y partidos diferentes al suyo, en los recientes procesos electorales de Aguascalientes, Baja California y Oaxaca. En la primera de esas entidades tal activismo de Gordillo fue alegado por el candidato Óscar González como causa para su declinación, primer episodio de la segunda derrota priista en pos de la gubernatura aguascalentense. Se demanda la expulsión de la dirigente magisterial. El viernes pasado, a sabiendas de que el presidente del partido, su antiguo, efímero y circunstancial aliado no es parte formal en el asunto, le demandó noticias sobre esos señalamientos, advertida, dijo, de que puede hacérsele objeto de juicios sumarios. Si en verdad quisiera apersonarse en procedimientos ya instaurados en su contra (de los que tuvo notificación formal) o aprestarse a hacerlo en los que se inicien de un momento a otro, hubiera debido dirigirse a la Comisión de Justicia Partidaria. Pero de lo que se trata es de subrayar sus diferencias con Madrazo, precisamente a la hora en que el líder nacional del partido cosecha lauros que le fueron negados a ella hace apenas unos meses. La alianza de Gordillo con la pareja presidencial fue causa de su defenestración como coordinadora del grupo priista en la Cámara de Diputados.
En contraste, ahora Madrazo se ufana del éxito de su apoyo al Gobierno en la reforma a la Ley del Seguro Social. Como si se tratara de una iniciativa suya, de un triunfo personal, Madrazo gastó buena parte del poco dinero que dice tener su partido, en anuncios publicitarios en que aparece dueño del buen resultado de una de las primeras concertaciones de PRI y PAN en esta legislatura. (Una anterior puso a salvo del desafuero al senador Ricardo Aldana, tesorero del sindicato de Pemex). Quizá escocida por aquella actitud, Gordillo urgió a la dirección de su partido a que se establezca con claridad su situación en el PRI.
Puede ser que quiera precipitar el proceso que, según sus malquerientes, debe concluir en su expulsión. Ella no se marchará del partido por su propia voluntad, por lo menos en un tiempo. Si se instaura un procedimiento en su contra, es posible que lo resista haciendo valer la fuerza de que dispone. Hasta podría intentar revertir el empeño por echarla en una lucha por el control del partido, a pesar de que en este momento aparezca con desventaja frente a Madrazo.
De perder su caso en los órganos internos, en esta hipótesis la dirigente magisterial podría acudir a las autoridades electorales a fin de que ellas y no sus adversarios, dijeran la última palabra. También pudiera ocurrir que se marchara por propia voluntad, para impedir su expulsión, si percibe que ésta fuera inevitable. Una decisión semejante adoptó el diputado Miguel Ángel Yunes, que por sus litigios veracruzanos estaba en trance de ser despedido y anticipó su renuncia. Yunes fue el brazo derecho de Gordillo en sus pocos meses al frente de la bancada priista y notoriamente continúan realizando unidos su trabajo político (a pesar de lo cual la lideresa acudió a apoyar la campaña de Fidel Herrera, que aunque dice de dientes para afuera respetar a Yunes en realidad está en franco antagonismo con él). Pero marginarse del PRI, un partido con posibilidades de restaurar su antigua posición y de conservar las que no ha perdido, es una opción que sólo escogería Gordillo en situación crítica.
Fuera del PRI la profesora, por una u otra causa, no se dedicará a hacer crochet, ni sólo a manejar el SNTE y la federación burocrática a la que escindió de la FSTSE y es apellidada democrática. Podría impulsar, con los miembros de esas organizaciones, un nuevo partido. En previsión de ese desenlace, hizo registrar una agrupación política nacional, de las que ahora tienen el privilegio de ser simiente exclusiva de partidos políticos. Se trata de la Asociación Ciudadana del Magisterio (ACM), cuyo responsable es el ingeniero Norberto Domínguez Aguilar, cercano a la todavía secretaria general del PRI. Con arreglo a la Ley, la ACM contó entre las agrupaciones que antes del 31 de julio participó al Instituto Federal Electoral su decisión de buscar el registro como partido político. Y dispondría del personal y los recursos financieros suficientes para conseguirlo.
Cuando, con motivo de su carta a Madrazo fue entrevistada en Reforma por Roberto Zamarripa, Gordillo se cuidó muy bien de negar que saldría del PRI. Eligió la fórmula retórica (que incluye hablar de sí misma en tercera persona) de asegurar que la decisión de marcharse y poner su casa aparte no es decisión personal suya sino de sus seguidores. Es seguro que, de resolver ella concluir su ciclo priista (como en su juventud canceló sus inquietudes izquierdistas) no todos los sindicatos que integran su federación burocrática la seguirían, ni lo harían todos los priistas que militan en el SNTE (precisión que hay que hacer, pues el sindicato dejó de ser hace tiempo un segmento corporativo del tricolor aunque sean amplia mayoría sus integrantes que militan en ese partido). Pero no serían pocos quienes lo hicieran.