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Emilio Carranza, un personaje de la aviación

POR ANILÚ KARAM VON BERTRAB

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Esta publicación hace homenaje a uno de los símbolos más grandes de la Aviación Mexicana: el coahuilense Emilio Carranza, quien por su valentía, coraje, pericia y grandes hazañas, enaltece a la nación y sobre todo, al Estado de Coahuila.

El piloto nacido en Ramos Arizpe, Coah., un nueve de diciembre de 1905, es digno de conocerse, recordar y admirar.

Según una biografía de Jesús Carranza Castro, titulada Origen, Destino y Legado de Carranza, la vida de Emilio Carranza cambió cuando al haber concluido la primaria, por recomendaciones de su hermano Sebastián, -quien prestaba servicios en la Fuerza Área Mexicana como mecánico- se inscribió en la Escuela Militar de Aviación.

Después de haberse titulado como Piloto Aviador en la Escuela Militar de Aviación en 1924, Emilio Carranza realizó innumerables vuelos y hazañas en los cielos, como la aventura temeraria de México a Ciudad Juárez que efectuó sin escalas un dos de septiembre de 1927, en un monoplano dotado de motor Quetzalcóatl de 185 caballos de fuerza, el cual había rescatado, equipándolo con un motor BMW de 185 hp y bautizado con el nombre de Coahuila.

Por otro lado se encuentra el vuelo de la Ciudad de México a San Diego, California, el cuatro de mayo de 1928, el cual efectuó para recoger el flamante avión Excélsior-México, en el cual realizaría el proyectado vuelo sin escalas México-Washington.

Gran expectación en todo el país despertó el desarrollo de este vuelo, habiéndose celebrado con mucho entusiasmo la culminación del mismo, cuando arribó a la capital de los Estados Unidos.

El presidente norteamericano Calvin Coolidge recibió al piloto coahuilense en el Capitolio, en donde además el piloto Charles Lindbergh lo felicitó calurosamente.

Al regreso de dicho viaje, un 13 de julio de 1928, se calcula que a los 30 minutos de vuelo, el avión falló en medio de una tormenta de lluvia, obligándolo a hacer un aterrizaje forzoso en Mount Holly New Jersey, en donde a la corta edad de 23 años perdió la vida.

Previo a dicha hazaña, su hermano Sebastián le había aconsejado cuando fue a despedirse de él, que no volara en malas condiciones de tiempo, aunque recibiera la orden del Ejército Mexicano de hacerlo, ya que era preferible que fuera arrestado por desobediencia a mandato, a arriesgar su vida. Pero él prefirió volar, también aunque fue alertado por las autoridades del Servicio Meteorológico y Oficiales del Cuerpo de Aviación de Estados Unidos. Fue así como al servicio de su nación y por su valentía, murió uno de los grandes tesoros de la nación.

En una de las páginas del Diccionario Biográfico de Coahuila, del autor Arturo Berrueto González, dice que tras la muerte del piloto coahuilense Emilio Carranza, sus restos fueron conducidos por ferrocarril hasta Nuevo Laredo, donde alumnos del Colegio Militar lo recibieron. Después, la ruta continúo hasta la Ciudad de México; en las ciudades y los pueblos por donde pasaba el convoy se le rindió homenaje, destacando al de Ramos Arizpe, su pueblo natal. Por último, fue conducido al panteón de los Hombres Ilustres de Reforma, en donde fue enterrado bajo una emotiva ceremonia. Su estatua se ubica en los jardines del Aeropuerto Plan de Guadalupe en Ramos Arizpe, Coah.

Un día como hoy, a 76 años de su muerte se recuerda con gran orgullo a Emilio Carranza, entusiasta personaje de la aviación, fiel y siempre al servicio de su nación.

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