EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- El centro de la ciudad estuvo a su máximo esplendor. Flores, pasteles, regalos y una serie de objetos en venta para el festejo del Día de las Madres. Cientos de personas transitaban por las calles del primer cuadro.
San Pedro presentó una fisonomía distinta. Las mamás acompañadas de sus hijos y esposos, visitaban cada uno de los puestos ambulantes y establecidos para hacer sus compras para el Diez de Mayo. Unas cargaban pasteles, otras ramos, algunas más disfrutaban los festejos organizados por algunas empresas de la localidad.
El ritmo de vida cambió de manera drástica. Un día común se vive de manera cauta y tranquila. Ayer, las personas transitaban con mayor rapidez. Las aglomeraciones poco permitían observar las novedades de los vendedores.
Las personas que se daban ese tiempo, evitaban el paso de otros. Ofertas en negocios de ropa, promociones en pastelerías y regalos especiales en tiendas de autoservicios. Todos los vendedores ambulantes aprovechaban el día sin temor a ser retirados por las autoridades municipales.
Bajo el asfixiante calor, la gente aprovechaba su recorrido para comprar aguas frescas o el famoso “tepache”. San Pedro ayer era un tianguis enorme. Las banquetas resultaron insuficientes ante la visita de cientos de personas al centro de la ciudad.
A unas cuadras, la calle que se encuentra sobre la presidencia municipal, fue cerrada para la celebración que organiza el Ayuntamiento con el sistema para el Desarrollo Integral de la Familia. Más de mil personas asistirían a presenciar actuaciones de cantantes, cómicos e imitadores.
El ambiente era de fiesta. La plaza principal lucía repleta ante los festejos organizados por algunas empresas locales. Donde había promociones y premios, no faltaban mujeres. Los hombres que las acompañaban, se encargaban de obsequiarles un presente.
Pero no todas las familias contarán con la misma suerte este Día de las Madres. Algunas de ellas, sólo podrán recordarlas. Comprar flores, llevarlas al cementerio y tratar de pasar el día lo menos triste posible.
“Yo vengo a comprar flores para llevárselas a mi mamá. No hace poco que murió, pero ésta es una forma de no olvidarme de ella y de todo lo que hizo por mí. A mí mi familia me va hacer una cenita o algo, pero yo tengo que visitar la tumba de mi mamá”, dijo una señora quien sólo dijo llamarse Claudia.
