Gómez Palacio

En Gómez abunda los puestos de comida

CECILIA AGUILAR ACUÑA

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- Lonches, fritangas y aguas frescas donde pululan las moscas, es lo que el ciudadano común saborea en las calles de la ciudad donde abundan los puestos de comida que están pegando duro a los negocios establecidos.

En las cuatro esquinas que se forman de la unión de la avenida Victoria con la Escobedo, la competencia se establece entre un carrito de lonches afuera de la tienda Coppel –se llama Manny Boy´s- en el que un considerable número de comensales ahí se estaciona para saborear una torta. Otro se encuentra a la salida de la Benavides, también es demandado por los gomezpalatinos que mientras hacen sus compras dominicales, no pueden dejar la tentación de hacer un alto en su camino para “calmar el hambre”.

Frente a estos puestos, un carrito de frutas y otro de frituras y aguas frescas, también son visitados por los paseantes. El humo de los camiones, el polvo y las pocas medidas higiénicas, son los elementos que acompañan a estos alimentos.

El Siglo de Torreón en un recorrido, descubrió que es poco el cuidado que se brinda a la comida que ahí se expende. En el carrito donde se comercializan papas fritas y aguas frescas en grandes frascos transparentes, conocido como Maggy-Tos, estos últimos fueron colocados en el piso para ponerles el hielo que fue vertido de un costal insalubre.

Para Ana María, quien con ojos de repulsión observó la manera en que era depositado el hielo en los frascos de aguas frescas, no pudo dejar de comentar que era muy malo para la salud ingerir este tipo de bebidas, “pues el hielo, el smog, la tierra y las manos sucias, son factores que al juntarse, pueden provocar severas enfermedades gastrointestinales”.

A la gente parece no importarle su salud, pues lo que ingieren a través de estos establecimientos ambulantes, deja mucho que desear. La mayoría en una pequeña cubeta de agua –que utilizan durante todo el día-, lavan y vuelven a enjuagar en el mismo líquido los utensilios de cocina.

La vendimia de churros de azúcar tiene gran demanda y se encuentran a lo largo de la avenida Victoria. Éstos son despachados por un par de manos sucias que tomaron el dinero y devolvieron el cambio mientras en una bolsa de papel canela, los depositan.

Así, a lo largo de las calles del centro de esta ciudad, cada día son más los establecimientos que ofrecen algún alimento como donas, gelatinas y pasteles que se ofrecen a la intemperie, sin los mínimos cuidados higiénicos.

Competencia desleal

Para los negocios establecidos en el centro de la ciudad donde el giro es la comida corrida, gorditas y hamburguesas, el ambulantaje que cada día crece en esta área y en donde cada vez son más los puestos de comida, “está pegando duro”.

Francisco Güereca, quien desde hace cinco años prepara los alimentos del Comedor Mona en el mercado José Ramón Valdés, manifiesta que a pesar de que el platillo en este lugar cuesta 25 pesos, la gente prefiere comprar un loche en la calle que le puede constar hasta 20 pesos.

“Parece que a las personas no les importa su salud, pues al menos nosotros preparamos los alimentos dentro de un establecimiento y continuamente somos visitados por la Secretaría de Salud”.

Para José de Jesús Barajas, quien desde hace 20 años mantiene avante la cocina económica El Reloj, comenta que es desleal la competencia, pues los ambulantes no pagan los impuestos que él paga y al mínimo detalle, es multado por las autoridades correspondientes.

“Yo creo que está mal, pues vienen conmigo y si no demuestro que el certificado de fumigación está vigente, me aplican una sanción hasta de dos mil pesos, pero al negocio rodante de enfrente donde en el agua de una tina durante todo el día lavan los utensilios, no les pasa nada”.

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