EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- ?Ándale Concha, ándale, que está en la tele el que mató a tú hija, ya lo agarraron?, gritó una vecina a María Concepción Campos. La mujer corrió a informarse. Las autoridades capturaron a Gerardo Alfredo Castellanos Ramírez en Laredo, Texas. Después de un año, un mes y 16 días, el crimen de Sandra Ramírez Campos está por aclararse.
?¿Por qué lo hizo?, a ver, ¿por qué?, si sabía que tenía dos criaturas. Queremos justicia?, dice en voz alta doña Julia, abuela materna de Sandra, joven asesinada el pasado 28 de junio de 2003 y descubierta por los vecinos del fraccionamiento Santa Teresa cuatro días después del asesinato.
En la parte alta del Cerro de la Pila, entre la pendiente de las rocas, se mantiene en pie una casita, hileras de ladrillos con castillos hechizos forman las paredes, cortinas rasgadas son usadas como puertas, en el techo, hay hules sostenidos con piedras, maderas y juguetes, todavía acumulan pequeños charcos por la lluvia nocturna.
Doña Julia sale de un cuarto, su piel tostada por el sol es muestra de largos años de trabajo a la intemperie, tanto en la labor como en la pepena. Doña Julia está molesta, le informaron que Gerardo Alfredo niega los hechos.
?Si nosotros tenemos el papel donde está retratado y todo. Sí señor, él fue, mire, porque tenía el pantalón de ella así?, comenta la abuela mientras se lleva las manos cerca del cuello, como si enredara una bufanda imaginaria.
Detrás de una cortina sale un pequeño de tres años, descalzo, con una playera blanca y un short café descosido, al sentarse deja ver que no usa ropa interior. ?Mire, este chiquito me lo dejó de dos años, Sandra andaba trabajando porque lo íbamos a bautizar?, señala doña Julia al niño que sostiene un bote de leche Tetra-Pack.
Julio Alejandro es el nombre del pequeño que todavía no está en edad preescolar y se apellida igual que su madre. José Adrián Landeros Ramírez tiene ahora cinco años, va a la escuela. Los dos menores se crían con su abuela y bisabuela.
La última vez que María Concepción vio a su hija fue el domingo 22 de junio de 2003, en un rosario organizado por un vecino. Para la familia de Sandra era habitual que no regresara en una o dos semanas. ?Pero cuando se tardaba siempre me hablaba por teléfono?, comenta la madre.
En casa de Sandra sabían que se dedicaba a la prostitución y que tenía deseos de dejar ese tipo de vida. ?Venían dos individuas a buscarla, una tal Dora Elia y otra Goreti, pero se llama Mirna. Cuando venían en una camioneta, mi hija decía: ?dígales que no estoy, que me fui al rancho?; pero se quedaban hasta que se la llevaban.
Concepción dice que su hija accedía porque las mujeres le conseguían buenos clientes, pero ya no quería ir con Gerardo, le tenía miedo. ?Cuando me hablaba que andaba fuera le decía, con perdón suyo: Ándale ca..., los niños, ?sí ?ama, ya me voy a ir, les mando dinero?.
La madre de Sandra recuerda que fue una semana después del hallazgo del cadáver de su hija en avanzado estado de descomposición, cuando se enteró de su muerte. El cuerpo ya estaba en la fosa común. Familiares de Sandra laboran en el panteón municipal, ellos se encargaron de recoger sus retos y darle cristiana sepultura.
Cuando María Concepción se enteró sobre la captura del asesino de su hija, fue a la Subprocuraduría de Justicia, en la agencia del Ministerio Público dice que no recibió un trato agradable y fue en la Policía Ministerial, donde la orientaron y le informaron que Gerardo Alfredo llegaría de madrugada y sería enviado al Centro de Readaptación Social (Cereso).
?Vamos a ir al Cereso, pero... usted sabe, no puede hacer uno nada, con dinero uno se puede mover, estoy dispuesta a pedir ayuda. Quiero verlo, quiero ver al asesino de mi hija, no lo conozco?, dice por último María Concepción.
Sereno, muy sereno
Con el cabello mojado, peinado a la moda, una playera pegada al cuerpo, un collar, una pelirroja barba de candado, sereno, muy sereno, Gerardo Alfredo Castellanos Ramírez, posa para la cámara. ?No me importa si me dan diez o doce años, es mejor que me guarden a andar 20 ó 30 años valiendo m...?, dice el inculpado en el homicidio de una joven sexo-servidora.
?El Tolteca?, como es conocido Alfredo, asegura que estaba completamente drogado el día del homicidio de Sandra Ramírez Campos. Estaba consumiendo ?Cristal?, droga poco habitual en la región que adquirió según dice en la colonia San Joaquín, en Torreón, Coahuila.
Siete meses estuvo en Sonora, se incorporó a un grupo denominado ?Jóvenes Hermosillo?, una asociación de tipo Alcohólicos Anónimos. Después de fue a Guadalajara y buscó una organización similar.
De 30 años cumplidos el pasado 22 de julio, soltero, hijo de Alberto Castellanos Álvarez y Laura Patricia Ramírez Máynez, de piel blanca, cabello negro, ondulado, frente amplia, nariz media y desviada a la derecha, labios delgados, ceja poblada, complexión robusta, con 1.75 metros de estatura, 75 kilogramos de peso, ?El Tolteca? dice que no cometió el crimen.
Gerardo Alfredo está enterado del avance en la investigación del crimen, sabía que las autoridades no identificaron a la víctima pronto, que el cuerpo de Sandra fue enviado a la fosa común. Dice que todo lo rastreaba por Internet, en la página Web de El Siglo de Torreón.
Con estudios interrumpidos en segundo de preparatoria y un ingreso al Cereso de Torreón el diez de julio de 2000 por el delito de robo, resulta, que ?El Tolteca? es amigo de José Antero Montes Pámanes, ?El Anter?, joven que figura, junto con cuatro personas más, como probable responsable del homicidio de Jesús José Luévanos Valadez.
Como se informó en su oportunidad, Gerardo Alfredo fue abordado incidentalmente por un policía en Laredo, Texas y de inmediato reveló que tenía una cuenta pendiente en el Estado de Durango.
?Me acusan de que maté a una mujer en Durango?, dijo Gerardo Alfredo a Martín Guerra, policía fronterizo en el Estado de Texas. El agente estableció contacto a la capital de Durango, donde le notificaron que efectivamente, Castellanos Ramírez era requerido por las autoridades judiciales.
Tras las rejas de la Policía Ministerial, Gerardo Alfredo dice que el día del crimen no estaba solo, que había más personas, que durante la noche, intoxicado por la droga, salió de su casa y al regresar Sandra estaba llena de sangre, eso dice... la autoridad judicial se encargará de su caso.