Bucarest (Agencias).-Hace cuatro años Sandu Gurguiatu demandó a la empresa en la que trabajaba porque, según dijo, lo despidió de manera injusta. Pero después de conocer a la jueza Elena Lala presentó decenas de demandas sólo para poder ver a la magistrada.
"Me enamoré de ella y cuando descubrí que estaba casada, no sabía qué hacer para poder verla", expresó el jueves al diario Libertatea.
"La única forma era verla en la sala de audiencias, entonces estudié el código legal y presenté todo tipo de excusas".
En algunas oportunidades pudo acercarse a ella en el tribunal de Focsani, ciudad ubicada a unos 200 kilómetros al noreste de Bucarest, pero era demasiado tímido como para poder conversar con la jueza de otros temas que no fueran los legales, según el diario.
Finalmente el encaprichamiento pasó y Gurguiatu decidió contar públicamente su historia.
El tribunal de Focsani se negó a efectuar comentarios sobre el informe del diario.
La jueza Lala manifestó a la publicación que estaba "sorprendida".
"Recuerdo que estaba a cargo de sus casos, pero para mí todos los casos son iguales", expresó al diario.
Gurguiatu perdió su primer juicio. Pero ganó las demandas que presentó después contra otras empresas, incluyendo un juicio por el derecho a tener dos toallas y suficiente jabón para lavarse en el trabajo.