Viena, (EFE).- La aparición hace dos días de un montañero muerto, que probablemente reposó durante más de 60 años en un glaciar de los Alpes del Oetztal, es el caso más reciente de una serie de "hombres de los hielos" surgidos a la luz del día, según advierten los expertos debido al calentamiento del clima.
No se sabe cuántos secretos siguen ocultando los hielos alpinos, antes llamados "los hielos eternos", pero que, según los protectores del medio ambiente, retroceden año tras año por las temperaturas ascendentes y por la explotación de las altas regiones de los Alpes por el turismo de invierno.
Según declaró recientemente el experto en glaciares austríaco Heinz Slupetzky, los hielos alpinos van perdiendo continuamente masa desde principios de los años 80 y su retirada irá sacando a la luz poco a poco los cuerpos de sus víctimas.
Podrían revelarse así algunos secretos más en los próximos años, aunque no todos los enigmas surgidos tendrán un esclarecimiento tan feliz como el de los esquís y una mochila surgidos en un glaciar tirolés a fines de agosto pasado.
Resultaron ser propiedad de un montañero alemán caído en una grieta glaciar en 1998, que pudo ser salvado pero tuvo que dejar sus enseres en la montaña.
El descubrimiento de tres soldados del Ejército Imperial Austro-Húngaro momificados a 3 mil 640 metros de altura al otro lado de la frontera, en un glaciar del Trentino italiano, ha hecho surgir los recuerdos de una guerra fratricida divisoria y todavía causa emoción en la población.
Los tres, cuya identidad procura descifrar el Museo Histórico de Innsbruck, murieron en una sangrienta batalla de la I Guerra Mundial entre los pueblos de la monarquía austro-húngara, hace hoy exactamente 86 años, el 3 de septiembre de 1918.
El guía alpino Maurizio Vicenzi, que además es gestor de un pequeño museo de la guerra cerca de Trento y coleccionista de objetos históricos de aquella época, los descubrió hace unas dos semanas.
Junto a los cadáveres encontró restos de sus uniformes y un gorro que permitió identificarlos como miembros de los "cazadores del Emperador" que en la primera gran conflagración del siglo XX quisieron conquistar la Punta de San Matteo, en el macizo del Ortler.
En los libros de historia, esas batallas destacan por las condiciones extremadamente duras para los soldados, a una altura de unos 3 mil 700 metros, en un clima extremo en el que, según algunos historiadores, murieron más debido a las avalanchas que en combates.
Vicenzi cuenta sobre su hallazgo en la nieve que a primera vista, desde alguna distancia, parecían piedras o trozos de madera lo que resultaron ser los restos mutilados, con gesto abigarrado, de tres cadáveres, uno en cuclillas como si tuviera frío, otro dejando caer las manos como si quisiera manifestar su resignación.
Esas circunstancias recuerdan cómo fue descubierto en la misma región, en septiembre de 1991, un antepasado prehistórico de los tiroleses de hoy, Oetzi, el ya famoso "hombres de los hielos".
Este presunto cazador de la Edad de Hierro ha resultado tener unos 5.300 años de edad y ha dado lugar a un sinfín de investigaciones ulteriores sobre las condiciones de vida prehistóricas, sobre el estado de salud, la medicina natural aplicada por esos hombres, sus costumbres y su cultura.
Los mismos arqueólogos que examinaron a Oetzi quieren investigar ahora cómo los cuerpos de los soldados han podido conservarse durante tanto tiempo.
Pero los trabajos científicos planeados en base al examen de los restos de uno de los tres soldados de la I Guerra Mundial han suscitado las protestas de círculos tradicionalistas del Tirol que reivindican una "sepultura digna" para el ex combatiente.
Los tradicionalistas atribuyen motivos de lucro a los investigadores y recuerdan el tratado de Saint-Germain-en-Laye de 1919 que, según ellos, excluye convertir el cuerpo de un soldado en objeto de exploración científica.