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Energía, bomba de tiempo

Jorge Zepeda Patterson

Dice San Agustín: “si me preguntan qué es el tiempo, no sé. Pero si no me preguntan qué es el tiempo, sí sé”. Lo mismo sucede con la palabra energía. Todos sabemos que es, a condición de que no nos lo pregunten. Puestos a precisar, energía es todo, y por lo mismo resulta indefinible, insondable.

Y todo indica que esta opacidad que abarca la noción de energía se extiende en nuestro país a lo que se relaciona con ella.

¿En qué punto se encuentra la discusión sobre la Reforma Eléctrica? ¿Cuáles son las posiciones de los distintos protagonistas? ¿Qué se piensa en los ámbitos empresariales más allá de las cúpulas? Igual que a San Agustín, si no nos lo preguntan, tendríamos una claridad meridiana sobre estos temas, pero si nos piden entrar en detalles muy probablemente comencemos a tartamudear.

El problema con los asuntos energéticos es que todo mundo parece tener una opinión, pero muy pocos la documentan con información concreta. La discusión se ha caracterizado por una extraña mezcla de vehemencia y falta de sustentación. Ello se debe tanto al carácter político que entrañan los temas vinculados a los combustibles y su explotación (lo cual lleva a posiciones basadas en apreciaciones ideológicas), como al carácter eminentemente técnico del sector, lo cual dificulta su comprensión por parte del político típico, ya no digamos el hombre de la calle. El resultado de esta paradoja es un debate a gritos, en el que los bandos se escupen cifras sueltas, fuera de contexto, y se rasgan las vestiduras a la menor provocación.

Y por desgracia, sabemos intuitivamente que el futuro de este país dependerá en buena medida de la manera en que los mexicanos resolvamos los retos de energía.

Sólo por plantear uno de estos desafíos inexorables. Actualmente tenemos que importar gas butano por un valor anual de diez mil millones de dólares. Más de lo que se destina a programas prioritarios en salud o combate a la pobreza. Y el déficit entre lo que producimos y lo que consumimos sigue creciendo (la industria mexicana demanda cinco mil 200 millones de pies cúbicos de gas butano pero sólo se producen cuatro mil millones en el país). No hay manera de detener el consumo porque ello significaría paralizar la industria y, consecuentemente, el empleo. Pero buscar la autosuficiencia requeriría una inversión de 21 mil millones de dólares en exploración, explotación y distribución, según los expertos.

¿Qué hacemos como Nación? ¿De dónde sacamos 21 mil millones de dólares para evitar una tragedia en el futuro? ¿Detenemos otras inversiones? ¿Nos endeudamos de nuevo? ¿Desviamos el gasto de necesidades urgentes y apremiantes? No hay opciones sencillas. Pero no hacer nada significa que quizá dentro de diez o 15 años estaremos importando anualmente esos 21 mil millones de dólares en gas, por haber sido incapaces de encontrar los recursos ahora.

Ese es un ejemplo de algunas de las bombas de tiempo que inexorablemente habrán de estallar en el futuro mediato (hoy mismo algunas minas estallan de vez en cuando). Desactivarlas no sólo es una cuestión técnica. Implica también decisiones políticas y consensos sociales. No sólo porque los recursos son escasos, sino también porque algunas estrategias podrían pasar por decisiones de la comunidad que favorezcan un consumo más razonable de la energía (tarifas para propiciar transporte público, ahorros de electricidad voluntarios, etc.). El mundo de la energía en México es mucho más importante que un par de sindicatos, dos o tres senadores y algunos políticos tratando de recuperar el reflector perdido.

Por lo mismo es inexplicable el enorme hueco que existe de espacios y foros sobre estos temas en los que nos estamos jugando literalmente el destino.

Con el propósito de contribuir a estos retos, un grupo de amigos aglutinados en torno a la revista Día Siete, ha lanzado una publicación tan novedosa como urgente: “Energía Hoy, ruta de negocios”. Es una revista mensual de hermoso diseño y enorme cantidad de información de servicio, directorios, avance de investigaciones, licitaciones, reportajes. Energía Hoy carece de una posición predefinida sobre el debate en torno a la reforma del sector energético; simplemente busca hacer más inteligente, más inteligible, ese debate. Parte de la premisa de que en materia de energía el gran ausente es el buen periodismo.

Para la nueva publicación los verdaderos protagonistas no son los funcionarios de las paraestatales, sino las necesidades de miles de empresas y la fuente de empleo que generan; los millones de autos rodando; los gasolineras y sus estrategias para rentabilizar sus negocios; los contratistas que buscan medidores más eficientes; los trabajadores que trepan postes y bajan a las entrañas del subsuelo; los empresarios que exploran las maneras de llevar gas a las azoteas.

Se dice que un individuo de 80 Kg tiene 17 Kg de grasa y tres de gas. Todo es energía. La energía es lo que mueve al mundo. “Energía Hoy” buscará desentrañar mes a mes la manera en que lo hace. La revista carece de respuestas pero intentará hacer las mejores preguntas apertrechada de un periodismo responsable y profesional. Bienvenida.

jzepeda52@aol.com).

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