“No faltan motivos de inquietud incluso en los países más desarrollados ya que se rigen únicamente por la macroeconomía, de tal modo de que casi toda su vida personal y social sólo es favorecida a la economía colectivista, sin mitigar las desigualdades sociales”.
Retomando la última parte del artículo de la semana anterior, recientemente el director gerente del Fondo Monetario Internacional declaró que el drástico aumento de los precios del petróleo es un riesgo para la economía mundial. Al mismo tiempo Argentina anuncia de que está en proceso una negociación con sus acreedores privados para reestructurar sus adeudos que en la actualidad están en (cesación de pagos), dándole prioridad a cualquier acuerdo que puedan tener con el FMI lo cual bajo mi punto de vista va a ser muy difícil de lograr ya que es obvio, que dichos acreedores preferirían conocer el resultado de una negociación por parte del gobierno de dicho país con el mencionado FMI.
Lo anterior reviste una especial importancia por las posibles repercusiones que se puedan tener nuevamente en dicho país y por consiguiente las turbulencias en los mercados financieros de los países en los que estamos incluidos. En otras ocasiones me he referido a que Instituciones como el FMI ya no son las apropiadas para resolver los problemas de liquidez de los múltiples países endeudados; tanto el Banco Mundial y el FMI nacieron como sabemos de la Conferencia Bretón Woods de la ONU en 1945 como piezas económicas claves para la infraestructura global bajo la primicia de apoyarlos a mejorar las políticas y los sistemas financieros, de impuestos e incluso judiciales que son cruciales para fomentar la inversión.
Posteriormente fue creada la Organización Mundial de Comercio que vienen a ser una especie de Suprema Corte Económica y que pretende legislar las resoluciones de las diferentes disputas internacionales que se van presentando mediante complicadas reglas y procedimientos. Sin embargo, estoy cierto que el famoso Grupo de los Siete (G 7) y que últimamente está incluyendo a Rusia, influye en los organismos antes mencionados en la administración de los asuntos monetarios internacionales y por consiguiente sus decisiones son las que correspondan a sus propios intereses y sobre todo a las Corporaciones Trasnacionales.
Por ello la comunidad financiera internacional entendida particularmente por los organismos multilaterales mencionados anteriormente han atribuido las crisis a deficiencias en la conducción de la política económica en cada país afectado; por ello obligan en las negociaciones correspondientes a que se apliquen diversas medidas macroeconómicas que propician altas tasas de interés y programas de austeridad fiscal, en medio de un entorno recesivo, sin tomar en cuenta los resultados que afecten a la sociedad en general y esto, está poniendo en riesgo el futuro de los países en desarrollo.
Con el objeto de ser más preciso en mis apreciaciones personales quisiera remitirme a uno de los documentos Concilio Vaticano II que se refiere al progreso económico y que ejemplifica a plenitud lo antes expuesto:
“Hoy más que antes para hacer frente al aumento de población y satisfacer las crecientes aspiraciones del ser humano, la actividad económica debe ejercerse según los métodos y leyes propias dentro de los límites del orden moral. No se puede abandonar el progreso solo al curso casi mecánico de la actividad económica de los individuos ni solo al poder de la autoridad pública. Por esto hay que calificar de erróneas tanto las doctrinas que se oponen a las reformas necesarias, con el pretexto de un mayor desarrollo económico y de una falsa libertad, como las que posponen los derechos fundamentales de las personas concretas y de los grupos a la organización colectiva de la producción”.
Es por eso que los países más poderosos económicamente y debido a la complejidad de las circunstancias de nuestro tiempo tienen la obligación de apoyar a los países menos desarrollados no con medidas draconianas demandando ventajas y utilidades que hagan disminuir la posibilidad de desarrollo de las diversas regiones más débiles ya que en la actualidad, se quieren poner a prueba fórmulas económica dictatoriales que al final vienen a lesionar los derechos de los grupos humanos y nunca está permitido anteponer la utilidad propia al bien común.
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