Autoridades de la isla no permiten viajar a Buenos Aires a la neurocirujana cubana Hilda Molina
EL PAÍS
LA HABANA, CUBA.- Los Gobiernos de Fidel Castro y de Nestor Kirchner se enfrentan a su primera crisis diplomática por el caso de la neurocirujana cubana Hilda Molina, a quienes las autoridades de la isla no permiten viajar a Buenos Aires a reunirse con su familia pese a las gestiones personales realizadas ante Castro por el presidente argentino.
Según fuentes diplomáticas, Molina, de 61 años, y su madre, pasaron la noche del miércoles en la embajada argentina en La Habana, y aunque no han solicitado asilo político estarían dispuestas a quedarse allí hasta que se autorice su salida del país.
A primeras horas de ayer no había un reforzamiento significativo de la custodia policial ante la embajada de Argentina, en el barrio de Miramar, si bien en sus alrededores aguardaban numerosos periodistas.
Los funcionarios de la representación diplomática remitían a la Cancillería argentina cualquier petición de información, en espera del regreso urgente del embajador Raúl Taleb, quién fue convocado a Buenos Aires hace días debido, precisamente, al incremento de las tensiones bilaterales. El Gobierno cubano, de momento, no ha hecho comentarios.
El ?caso? Hilda Molina era desde hace tiempo una asignatura pendiente y un manchón en las buenas relaciones entre ambas naciones. Pero fue en las últimas semanas cuando pasó de ser un simple ?asunto humanitario?, tratado con discreción por las Cancillerías de los dos países, a la categoría de incidente diplomático bilateral, aireado por los medios de prensa.
La científica Hilda Molina dirigió durante años el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) de La Habana. Era una persona cercana a la oficialidad y a Fidel Castro, y recibió numerosas medallas en reconocimiento a su trabajo en los servicios médicos del Ministerio del Interior, hasta que en 1994 ?cayó en desgracia?.
Sus problemas se incrementaron tras la salida de Cuba de su hijo, Roberto Quiñones, quien se instaló en Argentina, adquirió la nacionalidad y tuvo dos niños en ese país. Desde hace diez años, Molina reclamaba infructuosamente que se le autorizara viajar a Argentina para reunirse con su familia, por lo que se tejió alrededor de ella una aureola de ?disidente?, cosa que no era.
Su ?caso? quedó detenido mientras fue presidente Carlos Menem, acérrimo enemigo de Castro; pero tras la elección de Kirchner, quien nada más llegar al Gobierno normalizó las relaciones con Cuba, las gestiones para permitir la partida de la doctora cobraron fuerza.
La semana pasada, Kirchner en persona escribió una carta a Castro interesándose por que el viaje de Molina fuera autorizado antes de Navidad, pero la respuesta cubana fue un jarro de agua fría para Buenos Aires: que viajaran a La Habana el hijo y los nietos de la científica si querían que se produjese el reencuentro familiar.
El martes, el canciller argentino, Rafael Bielsa, expresó su malestar por la decisión cubana. ?Nosotros hemos hecho un pedido concreto a Cuba: que la doctora Hilda Molina, que es la madre de un compatriota y la abuela de dos compatriotas, visite Argentina antes de Navidad?, afirmó, señalando que del mismo modo que Argentina reclama respeto de Estados Unidos, ?también nos interesa que nos respete Cuba?.