TORREÓN, COAH.- La corrida de la Oreja de Oro tuvo momentos interesantes, y el merecedor de los trofeos fue Enrique ?El Cuate? Espinosa, que además de resultar triunfador fue también acreedor al trofeo Valente Arellano por su entrega y torerismo.
Ante un público entusiasta, que hizo tres cuartos de entrada en la Plaza de Toros Torreón, se realizó la tradicional Corrida de la Revolución.
Los toros
Un encierro terciado y de diferentes estilos envió la ganadería de Cerro Viejo para la celebración del 70 aniversario de nuestra querida plaza. Ya que el primero, un galafate presentó muchos problemas en su lidia, tercero, cuarto y sexto sin emotividad, mientras que segundo y quinto tuvieron calidad.
Los toreros Manolo Mejía (azul rey y oro)
Abrió el festejo Aprecio por ti, número 60 con 470 kilos. Negro zaino, al cual saludó Manolo con verónicas y remató con media para escuchar los primeros aplausos de la tarde; en el tercio de banderillas, el peón de brega, Rafael Romero, fue cogido aparatosamente en el primer par, sufrió un puntazo a la altura del vientre que le afectó el vaso, y fue llevado de urgencia al sanatorio para ser intervenido. Tomó la muleta el capitalino e intentó el toreo por ambos lados, pero el mal estilo del toro no permitió el lucimiento, se fue tras la espada y metió toda la espada, aunque desprendida; fue suficiente, y al ser el único que no pinchó, se le otorgó el trofeo a la mejor estocada.
Alfredo Ríos ?El Conde?
(espuma de mar y oro con remates en negro)
Se abrió de capa frente a Sorianito, marcado con el número 43 y que dio en la báscula 500 kilogramos. Un auténtico toro de imponente estampa y con alegre salida para que el ?Conde? lo lanceara por verónicas para rematar con revolera, ejecuta un quite de chicuelinas antiguas que remató con el manguerazo de Villalta, que le fue muy aplaudido; él mismo cubrió el segundo tercio con gran exposición, colgó tres buenos pares por el lado izquierdo. Brindó su faena a Arturo Gilio tercero; inició su trasteo con doblones para llevar al toro a los medios y en ese terreno dejó ver las cualidades del toro al lidiarlo por ambos lados, sobresalieron los derechazos que fueron largos y mandones. Después de dos pinchazos dejó una estocada completa para que el público lo premiara con la vuelta al ruedo.
Federico Pizarro (grana y oro)
Saltó a la arena, Pioquinto, negro zaino y brocho de cornamenta; Federico lo recibió con soberbias verónicas despatarrado y remató con revolera. Ejecutó un quite por chicuelinas, ganadoras al mejor quite, ya que fueron templadas y bien rematadas. Su labor muleteril fue de torerismo y cadencia, con temple por ambos lados, remató las series con pases de pecho; después de una serie de naturales se fue tras la espada y pinchó hasta en dos ocasiones, y al tercer viaje dejó la mejor estocada de la tarde.
Alfonso Ramírez ?El Calesa?
El nieto del Calesero cargó con un toro poco propicio para el lucimiento porque carecía de emotividad, pero ?El Calesa? dejó destellos de torero caro con sus detalles de clase y buen toreo; brindó a José Luis Martínez una faena aseada y bien estructurada que dejó en el gusto de los aficionados ese refinamiento que sólo los toreros con clase poseen. Dejó un pinchazo hondo y después media estocada para saludar desde el tercio.
Enrique ?El Cuate? Espinosa (verde y oro)
El toro más hecho del encierro correspondió al ?Cuate? Espinosa, que regaló una faena llena de torerismo; desde que se plantó en el ruedo mostró su gusto por estar frente a la cara del toro. Con verónicas a pies juntos recibió a Fundador, herrado a fuego con el número 13 y con 520 kilos de peso, al que remató con una media, digna de una pintura. Posteriormente, ejecutó un quite por chicuelinas ceñidas que hicieron estremecer al público y remató con revolera.
Este toro peleó fuerte con el de a caballo y el trofeo al mejor puyazo fue para J. Antonio Aguilar. Brindó a Paco González, presidente de la Asociación de Matadores. Con la pañosa en la diestra inició su faena con pases estatuarios por alto, para que desde el tendido se escuchara una estruendosa ovación. Ya en los medios toreó con quietud, se jugó la vida en cada pase, ejecutó su manera muy personal de torear por el lado derecho, aguantó las tarascadas del toro y tiró de él para rematar las tandas con ajustadísimos pases de pecho. Se echó la muleta a la mano izquierda y bordó el toreo de una manera sensacional para que la gente le tributara una ovación acompañada de gritos de ¡torero, torero! Después de pinchar dejó una estocada desprendida para que el alguacilillo Guillermo Campuzano, ataviado a la usanza charra, le otorgara las dos orejas de su enemigo.
José Daniel Ayala (vino y oro)
Con un farol de rodillas dio la bienvenida a Lagunero, número 123 y con 480 kilos en los lomos, para después torear a la verónica; realizó un variado quite con chicuelinas y caleserinas que fueron muy aplaudidas. Inició su labor de muleta con pases por abajo, para llevarlo a los medios; en ese terreno intentó el toreo por abajo pero la poca emotividad del toro restó lucimiento a su labor, el torero fue empeñoso y logró realizar buenas tandas por el lado izquierdo; después de dos pinchazos terminó con la vida de Lagunero para saludar desde el tercio.
Al final de la corrida fueron otorgados los premios con el beneplácito del público.
