En contraste con el artículo anterior, en donde los principios de la educación estaban enfocados a la humildad, al trabajo y a la vida en concordia, hemos de analizar el otro aspecto de los aztecas, el de pueblo guerrero.
Huitzilopochtli es un dios solar que para sobrevivir necesita alimentarse con corazones que los guerreros deben obtener en sus constantes conquistas. Cito el origen de los aztecas de Duverger:
?Las arengas que pronuncian los jefes aztecas cuando descubren el águila posada sobre el nopal son también significativas: Allí estaremos, dominaremos, esperaremos, nos encontraremos con las diversas gentes, pecho y cabeza nuestros; con nuestras flechas y escudos nos veremos con quienes nos rodean, a todos los que conquistaremos, apresaremos, pues ahí está nuestro poblado México Tenochtitlan?.
En el códice Ramírez se lee:
?Aquí hemos de ser señores de todas estas gentes, de sus haziendas (con zeta en el original) hijos e hijas; aquí nos han de servir y tributar, en este lugar se ha de edificar la famosa ciudad que ha de ser Reyna y señora de todas las demás, donde hemos de recibir todos los Reyes y señores y donde ellos han de acudir y reconocer como a suprema corte?.
Aclaro e insisto: esto lo decían los aztecas, no los españoles.
Continúo con mis citas:
?Una vez establecidos en el lugar de su capital, los aztecas erigen un modesto oratorio y un pequeño altar para su dios Huitzilopochtli. El primer templo de Tenochtitlan no es sino una modesta choza de cañas; el momoztli inicial no es más que un montón de tierra cenagoza. Empero, los mexicas se dedican a consagrar de inmediato los cimientos del futuro Templo Mayor. Según la tradición, el llamado Xomimitl fue el primero que tomó un prisionero: en el camino de Colhuacan, en un lugar llamado Acuezcómac, capturó a un dignatario de alto rango del ejército colhua, el tlacatécatl Chichiquauhtli. Ejecutado ceremonialmente, el cautivo colhua inaugurará, un día 1-cipactli, el ciclo sacrifical Tenochtca. Consagrada por el sacrificio humano la capital azteca, de ahora en adelante, estará dedicada a la guerra sagrada. México se convertirá en el santuario sangriento de un poder edificado con la fuerza de las armas?.
A muchos no les ha de gustar esta visión de los aztecas pero es la realidad y los historiadores, si se precian de ser científicos, no pueden cambiar esta realidad. Lo que queda claro es que los aztecas supieron responder al reto de pueblo elegido y lograron el triunfo hasta que un pueblo, con mayor tecnología, los venció.
Me viene a la memoria las palabras que la madre de un rey musulmán le dijo a su hijo cuando perdió una batalla: ?no llores como mujer lo que no has podido defender como hombre?. Eso se les puede decir a todos aquéllos que lloran los imperios perdidos en lugar de ir a la búsqueda de nuevos fundamentos que les permitan recuperar la dignidad y la grandeza.
Recuerdo que estos análisis de la historia azteca no tienen otra intención más que definir la mexicanidad y los valores que del pasado debemos recuperar para enfrentar el futuro. No necesariamente, los valores militares han de servir para conquistar otros pueblos; pueden servir para afianzar nuestro lugar en el mundo y en la sociedad en otros campos. En el social, en el económico, en el político. Ya lo dije cuando comencé a hablar sobre el tema, no me conforma que me definan como el hijo de una cultura violada, derrotada y destruida. La memoria me dice que hemos sido procreados por dos imperios, el azteca y el español, que supieron, en su momento, responder a los retos a los que la historia los enfrentó a pesar de que en su pasado no eran nada. (Recuérdese que España estuvo conquistado por los musulmanes durante siete siglos).
Y si nosotros que somos un poquito más que lo que aquéllos eran ¿no podremos remontar nuestro destino?
Feliz Navidad y Año Nuevo.