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Ensayo Sobre la Cultura

JOSÉ LUIS HERRERA

La educación II

Si he dicho que la educación se fundamenta en una ideología, a la pregunta de si la universidad produce personas cultas, podría responderse afirmativamente, según la ideología que tácitamente rige las acciones de nuestra sociedad. El problema es que cuando tratamos de definir las ideas nos perdemos en las contradicciones, nos produce mucha disonancia.

El sentido práctico que actualmente posee nuestra educación parece querer decirnos que la única función que debe cumplir la escuela y la universidad es formar jóvenes productivos, porque ese tipo de jóvenes es lo que requieren los sistemas de producción.

Aquí tenemos que reducir el significado de la palabra producción al campo de la riqueza material. Los productos que hay que producir son aquéllos que se pueden vender fácilmente en un mercado masivo. Se convierte al joven en la extensión de la máquina y se le cataloga en función de su productividad. ¿Convertimos al hombre en un ser cuyo objetivo es la producción material de bienes y servicios?

En segundo lugar, el imaginario colectivo nos hace creer que para conseguir cualquier meta en la vida es necesario poseer medios económicos. El ser se reduce al tener. Tú debes de ser productivo para tener y es el tener, cosas materiales, como consigues tu realización.

Los libros de superación personal que actualmente están en boga sustentan estos principios y son los que han venido a suplantar los viejos libros de filosofía de todas las corrientes ideológicas.

Esta filosofía del tener, y es esto lo que no nos gusta, ha de producir su propia normativa; en la vida real, la normativa supedita los medios al fin. Lo importante es tener y no como lo tengas; traducción del principio liberal, dejar hacer, dejar pasar. La praxis te demuestra que la mejor manera de tener es la corrupción. Si se ha podido vender los fines de las instituciones educativas a las necesidades de la industria y al imaginario del mercado (Véase como se anuncian las universidades y las instituciones educativas) lo mismo hace el estudiante. El medio no importa, lo importante es el fin; no importan los conocimientos, sino el papel que los simboliza, porque se supone que es el papel el que me permite tener un mejor sueldo; no el saber. Por esta misma forma de pensar, el conocimiento autodidacta no es válido.

A fin de cuentas, ni siquiera la capacitación para el trabajo se cumple porque las trampas que se utilizan lo impiden. A corto y largo plazo el mismo hombre se va sintiendo decepcionado por lo que logra como humano; sigue dos caminos, o se refugia en la fantasía de la realidad, el lujo que nunca llenará el vacío; o se fuga de la realidad a través de la droga, el onanismo, el alcoholismo o el suicidio. La autodestrucción.

El tener no supone el ser. El hacer es el que lo supone.

Habría que rescatar la idea de vocación, que es el análisis personal que me hace saber en qué campos de acción me puedo realizar. El mal y la corrupción comienza cuando el padre le dice al hijo que no estudie tal cosa porque se va a morir de hambre y lo obliga a traicionarse estudiando cosas para las que no tiene vocación. El joven estudia las carreras que se dicen productivas y como son las saturadas, (¿a dónde va Vicente? A donde va la gente), seguramente tendrá que hacer mucho esfuerzo para prosperar, sobre todo dentro del mismo sistema que te dice que a mayor oferta menor costo, menores sueldos. Sin vocación, sin sentir que es indispensable conseguir el objetivo profesional para conseguir el objetivo de ser, va a resultar muy difícil que se genere el esfuerzo necesario para lograr lo que llaman el triunfo; volvemos a lo mismo, el camino fácil será la corrupción. El joven que se siente traicionado tenderá a traicionar.

El problema educativo actual es su fundamento, la filosofía que sustenta. El problema es social porque la corrupción implica todos los ámbitos donde actúa el hombre. El sistema educativo se ha olvidado de que la persona tiene otro tipo de necesidades para su autorrealización que sobrepasan el hecho de producir y el hecho de tener; el hombre es mucho más que esto: es un ser que siente, que necesita de la contemplación de la belleza, que necesita entenderse como un ser con sentido, un ser con potencialidades, un ser curioso, un ser que a final de cuentas el sentido de la vida lo va a encontrar en el sentido de la muerte, el punto final de su realización.

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