Empleados de confianza en Palacio Legislativo inician la aventura de conseguir nuevas ocupaciones
Iván Soto Hernández | El Siglo de Durango
Fueron cinco meses de ocupar una curul, de tener identificadores personales en un despacho particular y en su escritorio, de ostentar poder y obtener un sueldo atractivo cada quincena. Pero los tiempos se agotan.
Manuel Ibarra Mirano apenas terminó este sábado de empacar sus cosas. Dejará de ser diputado para pasar su espacio y su estafeta a un sucesor.
El procedimiento, invariablemente, se repetirá para el nuevo diputado dentro de tres años. Podrá ser menor, pero no mayor el tiempo que se adueñará de su perímetro de influencia.
Es ahora cuando algunos suspiran con las propuestas de reforma constitucional que se dialogaron durante un tiempo en el Congreso de la Unión, para permitir la reelección inmediata de alcaldes y legisladores.
Suplente de Rogelio Ayala Arzola por el Distrito electoral VIII, Ibarra Mirano fue uno de los 25 legisladores locales que se vieron en la necesidad de regresar mobiliario, empaquetar cuadros, adornos y artículos de oficina. Tuvo que despedirse de la gente que lo rodeó estos últimos meses del año.
Y así como el personal que coadyuvó con él en las cuestiones laborales y profesionales de Palacio Legislativo, un número importante de personal de confianza del Congreso tendrá que buscar otra alternativa de ingreso familiar.
Saben que el diputado entrante no precisamente tiene la obligación de reclutarlos. Por el contrario, están en el entendido de que esas oportunidades de trabajo son eventuales y se terminan cuando al jefe se le acaba su tiempo, su vigencia en cargos públicos.
El periodo constitucional de un diputado estatal es de tres años. Así como Ibarra Mirano, ahora van de salida 25 personas, hombres y mujeres, que llegaron al Congreso del Estado para supuestamente representar al pueblo.
De la misma forma ingresa una nueva ?camada? de legisladores que aprovecha los espacios desocupados para ir ambientándose en la que será su nueva casa de trabajo del 2004 al 2007.
Algunas escenas provocan nostalgia a los que vivieron del presupuesto y dedicaron los últimos tres años de su vida a sentarse en una curul, trabajar en comisiones legislativas e intentar abonar algo al mejoramiento del marco jurídico vigente en Durango.
Desde hace 15 días iniciaron las mudanzas. Las idas y las venidas de gente con cajas, de cargadores, fleteros y transportistas se hicieron más constantes conforme se fue acercando la fecha fatal: el 31 de agosto.
Los diputados salientes, algunos con la expectativa de no quedarse desempleados ni siquiera un día, conviven con los legisladores entrantes para que se acomoden en la atmósfera y el ritmo de trabajo del Palacio Legislativo.
Esa etapa de encuentros provoca mayor agilidad a las mudanzas. Ya eran pocos los que habían retrasado hasta el final la desocupación de su oficina y sus espacios. La gran mayoría empezó a sacar sus cosas paulatinamente para no dejar las cosas hasta al último.
Al suplente de Rogelio Ayala, el diputado Manuel Ibarra, le quedan de recuerdo las fotografías, los recortes de periódico, las nuevas amistades y el identificador personal que estuvo durante cinco o seis meses colgado en la pared para indicar que ahí era el despacho particular de Manuel Ibarra Mirano, diputado por el Distrito VIII de Durango.