Siempre ha sido una verdadera delicia reunirnos con el maestro Shade. Orgullo coahuilense para el mundo, a través de un estilo de interpretación que especialistas y simples amantes de la música elogian por igual, ha logrado hacer de la Camerata de Coahuila una organización cuya imagen y buen nombre traspasan las fronteras locales. Hombre dotado de una profunda sensibilidad que no sólo está circunscrita a su profesión, Shade nos revela – sin quererlo pues su sencillez rebasa el común denominador- cuál es la fórmula para permanecer diez años en el gusto del público dentro del complicado y tantas veces ingrato mundo de las artes en México.
¿Cuáles son las emociones del maestro Shade antes, durante y después de dirigir un concierto?
La preparación comienza muchas horas antes, desde que te involucras con el estudio de una obra. Todo comienza desde el momento en que me voy a meter al baño, ahí empiezo a desconectarme de todo, a concentrarme y tener el mejor dominio para así reflejarlo a los músicos. Ni mi esposa ni mis colaboradores me pueden decir nada a menos que se haya caído el teatro. Llego al camerino, en donde tengo un tiempo para vestirme -tú sabes que el frac es como un traje de torero- lo que se convierte en una ceremonia, en ver cómo vas colocando cada cosa en su lugar, hago algunos ejercicios y entonces entro. Tengo ciertas costumbres: no me gusta saludar a nadie antes de salir a dirigir, no sé, probablemente siento que pierdo algo de energía. Al entrar al foro es mucho mejor no pensar que está determinada persona está entre el público cuando la gente tras de ti a veces te pesa.
Para un artista no existe el público, claro, al final todo lo que haces va dirigido a éste, pero tienes que pensar que estás sólo con la música.
¿Cuál es el papel de un director de orquesta?
Llevar a la orquesta de la mano, plasmar la idea que tienes en cuanto a estilo e interpretación de una obra. Puedes estar en lo correcto o equivocado pero lo importante es plasmarlo. Yo conozco a grandes directores que probablemente tienen un equívoco estilístico pero hacen de una orquesta el instrumento para plasmar lo que están sintiendo. Hay que conocer dónde están las fortalezas y debilidades, tratar de apoyarlos – a los músicos- pues muchas veces ocurren cosas maravillosas que tú no esperabas y aparecen en la función. Lo que llamamos emoción y sentimiento nace de un trabajo muy preciso de ingeniería mental. Si tú tienes algo que expresar al público va a salir automáticamente, pero hay que partir con base no a las emociones, que claro, yo las tengo todas, sino de la base de que un director no es el creador, sino un recreador o esclavo fiel de lo que el compositor quiso decir, por ello es importante evitar sentimentalismos ya que la expresión estética se da en el momento de la creación. Ahora, es lógico que durante un concierto te vengan recuerdos, pero al final lo más importante es estar satisfecho con lo que hiciste. Un director no se puede engañar a sí mismo pues su papel es cuidar la afinación y la interpretación, debe ser lo más económico posible, evitar el show pues un movimiento tiene que tener justificación.
A mis maestros les debo un enfoque analítico hacia la música.”
“Un compositor te da una serie de signos y a partir de los mismos se descifra qué es exactamente lo que se quiere decir: es el producto de su tiempo y las tradiciones que le precedieron. Yo tuve la fortuna de enfrentar la música no desde el punto de vista cursi o sentimental.”
¿Qué compositores representan su principal formación musical?
Es Mozart. En Viena recibí toda su influencia; para mí significa gran profundidad y abismos terribles o los medios más sencillos. No creo en el acumular muchos instrumentos o armar grandes masas: con dos flautas puedes subir al cielo o bajar al infierno. Otro lo fue Bach, y de nuestro siglo Igor Stravinsky, quien le da gran frescura a la música y encuentra en el ritma una veta importantísima: es el maestro del ritmo. Los ritmos de la música de las discotecas son muy primitivos, en cambio el que logra Stravinsky es muy complicado, revolucionador, solamente visto en algunos matachines al sur de México o con otro genio del ritmo como Pérez Prado.
“La música es buena o mala, no hay géneros”
¿Cómo trabaja con la Camerata en cuestión de ensayos y programación musical?
Todo parte de la programación musical, pero no debe ser como un anaquel dentro del cual metes cosas hasta que completas el tiempo determinado. Nosotros conocemos muy bien a nuestro público y queremos irlo educando, no con el éxito fácil, con todas las Estaciones de Vivaldi, sino incluyendo obras complicadas que les demanden más de ellos mismos y la participación sea de los dos lados. La Camerata de Coahuila tiene una dotación determinada de instrumentos y dentro de dicho rango hay que enfocar la programación.
Buscamos conseguir también solistas que interesen, que nos jalen público. A principios del año se presenta el programa de seis meses y a partir de ahí cada quien busca el tiempo para ir preparando las obras, por lo general el mínimo tiempo con el que ensayamos una obra es de una semana.
¿Hay posibilidades de que la Camerata se convierta en orquesta sinfónica?
Definitivamente nos convertiremos en orquesta sinfónica. En un principio el patronato quiso hacerlo de ese modo pero yo les comenté que era mejor empezar con una orquesta de cámara por razones económicas, prefería pocos músicos bien pagados. Cabe mencionar que no es mejor una orquesta sinfónica que una de cámara ni viceversa. Nosotros hemos ido creciendo poco a poco, paso a paso, y ello ha permitido al público conocer todo el repertorio de cámara.
Dénos su opinión sobre la música mexicana actual.
Tenemos a un músico genial, grande que es Silvestre Revueltas. Con él y con Chávez y Ponce se empieza a crear una escuela mexicana con personalidades y coloridos que definen a un país. En la actualidad existen grandes compositores para diferentes gustos, pero es vital que se desprendan del nacionalismo para transitar a lo universal. Es importante decir que vivimos un divorcio entre el público y los compositores de hoy, quizá los directores tengamos algo de culpa en ello.
¿Qué otras disciplinas artísticas toma en cuenta para la interpretación de una partitura musical?
Todas, especialmente las artes plásticas, la pintura. Un director tiene que tener una cultura general porque eso le va a permitir ir más allá de sus posibilidades. El hecho de conocer quienes eran los contemporáneos en la época de Mozart o comparar a Stravinsky con un Picasso o a los impresionistas franceses con Ravel o Debussy es bueno pues todo tiene relación. Alguien dijo por ahí que la arquitectura es música congelada pues tiene ritmo, textura, un color. También la poesía: recordemos que existen períodos en la música que fueron marcados por una corriente literaria. Uno tendrá mucho más armas si toma las artes.
UNA PROPUESTA ALTERNA
Ramón Shade estima:
“Dentro del mundo de las artes debemos ser corresponsables, ni el gobierno se debe convertir en el único patrón ni toda la iniciativa privada involucrada al mismo tiempo.
Habría que destrabar ciertas cuestiones tributarias, ya que muchas veces es un verdadero problema lograr deducir lo que se otorga en apoyos a la música. El patronato de la Camerata se las ve muy duras para pagar impuestos y con esto no se está ganando nada: siempre las asociaciones tributarias son deficitarias, por ello el que apoya a la música debería poder deducir en un cien por ciento sus contribuciones como sucede en otros países más avanzados”.
Y para concluir esta entrevista nos deja varios agradecimientos
Quiero tratar de abrazar al público de Coahuila por el apoyo recibido durante éstos diez años de la Camerata. También al patronato por la utópica idea de crear una orquesta. No olvidemos al gobierno del estado, quien a pesar de cambios sexenales nos ha arropado, y así debe ser: cada seis años no se puede estar inventando a un país, hay que retomar lo que funciona e irlo jalando y el presente gobierno lo viene haciendo con mucho entusiasmo.
Por nuestra parte cabe desearle muchos años más de éxito en la titánica labor de hacer de la música una posibilidad real para México, nación de contrastes donde cabrían grandes avances si entendiéramos a la cultura como un factor real que coadyuva en el desarrollo.