El padre Rodríguez Tenorio se confiesa el más pecador de todos los sacerdotes y a pesar de ello se redime haciendo un trabajo valiente.
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Nuestro entrevistado llega puntual a la cita y nos recibe con un fuerte abrazo y la necesaria bendición para pacificarnos, dentro de estos tiempos que, a juicio de muchos nada tienen de tranquilos. El escenario es el santuario del Cristo de las Noas, que como todo provoca reacciones airadas: unos lo consideran un remanso de paz donde reina la armonía, y otros lo tachan de excesivamente barroco. Finalmente el tiempo, aliado importante, lo transforma en elemento sin el cual la Comarca no puede ser concebida, tal como sucedió -guardada la proporción- en París con la Torre Eiffel, o en Nueva York con la estatua de La Libertad.
El comienzo de la historia
JRT: Nací en un pueblito llamado Trancoso, Zacatecas que ahora ya es cabecera de municipio, ex hacienda. Yo tuve siete hermanos, de los cuales dos gemelitos murieron a temprana edad. Estudié en escuela de gobierno, posteriormente hice la transición a un colegio de religiosos y finalmente entro al seminario de Guadalajara. La teología la estudié con los Jesuitas.
Mis chicharrones truenan
JRT: Desde pequeño me gustaba ayudar a la gente pobre. En el pueblo mataban puercos y la población comía chicharrones; desgraciadamente existían niños sin las posibilidades de adquirir dichos productos, y es por ello que encontré la manera de sacarle a mi padre dinero para auxiliarlos. Nuestra condición económica no era buena, pero siempre hubo personas mucho más desfavorecidas.
“A los siete años siento un llamado de Dios para estar al servicio de la gente”
JRT: Mi objetivo siempre fue ser un sacerdote fiel a Dios, al Santo Padre y a mi iglesia. Dentro de mi trabajo he encontrado muchas alegrías, personas que están o no conmigo en las obras; finalmente el ideal que pretendo alcanzar es fortalecer mi fe sin despreciar al rico, ni al político, ni al empresario, pues todos somos hermanos y cada uno nos vamos a salvar.
“Yo tengo mucha confianza en EL SIGLO y por ello acepto esta entrevista contigo”
SIGLO: El padre Rodríguez Tenorio se confiesa como el más pecador de todos los sacerdotes, y a pesar de ello se redime haciendo un trabajo valiente y voluntarioso, que si bien, puede ser mal visto o criticado por algunos sectores de la sociedad. Lo cierto es que está ahí, es palpable en obras y acciones que alientan la esperanza de un grupo enorme de fieles aquejados por la injusticia y la desolación, pero al fin y al cabo mostrando estoicismo ante el dolor, gracias a las promesas de un paraíso que probablemente no han encontrado aquí en la tierra.
Política y sociedad
SIGLO: Quizá el punto más álgido de la imagen del denominado “Padre Grillo” sea su presunta relación con la casta política a nivel estatal, en concreto del PRI y sus militantes. Ante dicha tesis Rodríguez Tenorio se defiende aseverando que, él buscará ayuda de quien sea, sin miramientos y acaso nunca deteniéndose ante nada ni nadie. Aquí valdría la pena preguntarle si tiene amigos panistas o perredistas dentro de la geometría ideológica que se hayan sumado a su obra.
SIGLO: Usted afirma que algunas gentes no lo apoyaron en su labor. ¿Quiénes son?
JRT: Me ordené en 1965, empecé a trabajar en el barrio de La Vencedora, con el padre Manuelito, que para mí era un santo que se dedicó a trabajar con los presos y los más necesitados. El templo de San Rafael -el proyecto- nos lo quitó el ferrocarril, pero posteriormente nos otorgan un terreno.
JRT: Si bien existían indicios lógicos, anteriormente la juventud era más limpia, más sana. Yo organicé un grupo de doscientos muchachos trabajando con los drogadictos, formando y concientizándo-los para establecer una comunidad de base con principios humanos. Llegamos a levantar la estructura del barrio, formamos una clínica apoyados en gente buena con entera disposición.
SIGLO: Nos quedamos con la duda de quiénes fueron aquellos sin los ánimos para trabajar mano a mano. Gran conversador, al padre Rodríguez Tenorio nadie le quita lo escurridizo; tiene un manejo casi natural sobre los medios de comunicación.
“Trabajé en todos los ranchos de Matamoros y ahora tengo muchos amigos ”
“Mi sueldo son dos mil quinientos pesos mensuales”
JRT: Cuando llego al barrio de La Guadalupana solo y de noche, entro a una cantina, consigo una mesa de Coca Cola, saqué todos los utensilios propios de la misa y acompañado de un perro que se había acercado al lugar y un boxeador, me puse a oficiar el sacramento. El trabajo en este barrio lo considero sumamente importante pues era un entorno bastante difícil; finalmente conseguimos hacer un gimnasio, establecer otro tipo de instalaciones deportivas e inclusive vender cervezas.
JRT: Un barrio debe ser un lugar donde se ponga el ejemplo y no se vuelva un reclusorio para drogadictos. La familia, los amigos y el sacerdote deben unir esfuerzos por lograr un ambiente digno y piadoso.
SIGLO: El padre Rodríguez Tenorio opina que, según palabras del Papa Pío XII, el hombre y el mundo se han hecho insensibles al pecado; la gente cree que todo es bueno. Cierto: la línea entre el bien y el mal está cada vez más borrosa, existe una apabullante crisis de valores; es menester entonces recapitular, establecer una nueva jerarquía que esté acorde a los nuevos tiempos. Habría también que definir -según los esquemas propuestos- a qué le llamamos pecado, pues existen muchos católicos e incluso aquellos que no lo son, que opinan la Iglesia Católica no se ha modernizado al paso del tiempo.
“ Reconozco que Don Antonio de Juambelz, Miguel Ángel Ruelas y César Miravalle me prestaron siempre ayuda incondicional”
Los revoltosos
SIGLO: ¿Cuál es en su opinión el mayor mal endémico de nuestros días?
JRT: Hay muchos: la desintegración de la familia, que es la base de toda sociedad. En la medida en que la gente deja de cumplir con los mandamientos de la ley de Dios, el mundo se desacraliza, se materializa gracias al monopolio de consumo que existe. Estamos en los tiempos de “usar y tirar” tanto a las personas como a las cosas, de perder el sentido de asistir al desvalido.
JRT: La nación está viviendo un terrorismo político, un cisma electoral donde unos cuantos viven bien y por ende se destruye a la comunidad. El desempleo, la falta de trabajo, una evidente irresponsabilidad de aquellos que detentan el dinero. Gracias a Dios, nuestro gobernador Enrique Martínez y Martínez ha hecho todo lo humanamente posible por el bien de Coahuila. A nivel nacional va a llegar un momento en que no se pueda controlar el ambiente y llegue el riesgo de un estallido social. ¿Cómo es posible que una persona pueda vivir con cuatrocientos pesos mensuales?
Llega uno al Seguro Social y parece que estamos en guerra, nadie hace nada, no hay medicinas. Yo aquí en el cerro (Cristo de las Noas), les pago más de setecientos pesos semanales, y procuro que tengan asistencia médica. Todo está desajustado: el hombre contra el hombre.
SIGLO: ¿Y los cambios en la Iglesia?
JRT: Es la única institución que sigue creciendo. Debemos tener los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Los cambios son buenos, nunca nos hemos quedado atrás. Yo quiero mucho al Papa y a mi Obispo.
JRT: Ya sabía que me ibas a preguntar por qué me dicen “Padre Grillo”. Quizá debido a que mi pretensión sea purificar el ambiente político.
JRT: La política no es el arte de hacerse en el poder, sino la ciencia del bien común que busca la armonía entre todos los hombres. Yo creo que un Presidente de la República debe tener esto muy presente. Un país que emigra a otro país -como en nuestro caso- nunca será rico porque nuestros trabajadores enriquecen y colaboran para el otro.
SIGLO: Un pajarito me dijo que usted ya tiene candidato a gobernador...
JRT: Sí, pero eso no te lo digo. (Risas)
SIGLO: Y a mí otros pajaritos me hacen ver que el padre Rodríguez Tenorio seguirá en su senda, siempre polémico y acertado en algunas de sus teorías. Revoltoso o pacificador, concienzudo o visceral, pecador o santo, al final siempre lleno de proyectos y pajarracos en el alambre.
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