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Entrevista | Se paga el precio del cambio.- Diego Fernández

Vicente Rodríguez

“Fox seguirá mandando en su Gabinete... nomás faltaba”

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN COAHUILA.- El senador Diego Fernández de Cevallos niega que el Presidente de la República sea incapaz de llevar el timón del país. Niega también que la carrera anticipada rumbo al dos mil seis se haya convertido en una situación inmanejable.

El legislador del Partido Acción Nacional considera que el problema de fondo en México es la falta de cultura política. En ese sentido, las turbulencias que atraviesa la nación son parte del precio que la sociedad debe pagar en un proceso de cambio. En todo caso, advierte, es mejor asumir esos costos que regresar al pasado. Y aclara: en esta nueva etapa hay zozobras, pero también hay aspectos meritorios.

Acompañado por el también senador Jorge Zermeño en una visita de cortesía a las instalaciones de El Siglo de Torreón, el legislador acepta responder algunas preguntas. Su voz resuena en la sala mientras se instala en el sillón. Mientras habla, adereza sus ideas con movimientos de las manos, manos que por momentos se alternan la custodia del habano que ya casi es parte del perfil del senador. Con su carácter recio invita al diálogo:

-Con toda franqueza la pregunta, que igual va a ser la respuesta.

-Hoy hay muchos analistas y periodistas que argumentan que este cuarto año del mandato de Fox, el sexenio está agotado. Que así se puede leer la carrera por la sucesión adelantada. Que lo que sucedió con Felipe Calderón refuerza este concepto. ¿Usted comparte esta idea del sexenio agotado?

-De ninguna manera. Lo que sucede, que es perfectamente explicable que nuestros adversarios tengan que plantear ese escenario para llevar una ganancia política. Sin duda el sexenio de Vicente Fox se ha enfrentado a un México distinto en donde empiezan a funcionar las instituciones, hay división de poderes, antes se centraba y se concentraba el poder político y por ende las decisiones en una o muy pocas manos. Hoy al dividirse el poder, se divide la responsabilidad. Creo que sin duda, de lo que se ha avanzado en este sexenio, somos meritorios muchos. Y de lo que no hemos podido lograr en este sexenio también hay culpa y responsabilidad de distintos órdenes de Gobierno y de distintos ámbitos de poder.

No es posible seguir con la vieja y perversa idea de que todo lo bueno es por el Presidente. Tampoco podemos llegar a que todo lo malo sea por el Presidente. Es cierto que en el ámbito económico apenas empezamos a crecer. Pero sin duda hay leyes mucho mejores ahora, mejores tribunales, mayor apertura y participación de los medios de comunicación, mayor respeto a la dignidad humana por parte de los gobernantes. Se está combatiendo la impunidad precisamente en las altas esferas del poder. Ahora lo mismo se revisan unas sábanas de la casa del Presidente que al chofer del Jefe de Gobierno. Y lo mismo aparecen videos con toda la carga social que ello tiene, de asco, de repudio, de indignación, pero también de apertura para que eso no se repita. Yo creo que es un gran sexenio.

Ahora, también es cierto que el problema de fondo, más que de leyes es, fundamentalmente, de cultura nacional. Porque el sistema político y no me refiero al PRI, -en la mitad de la frase, suena el teléfono celular del senador. Por unos instantes intenta terminar la frase, pero ante la insistencia del aparato, opta por atender la llamada sólo para aplazarla con una frase contundente: “diez minutos”. Después retoma en el aire la idea- el sistema que vivimos en donde estaba el PRI y mucho más que el PRI, era corrupto y era corruptor. Entonces, hay ocasiones en que los propios ciudadanos, cuando llega un Gobierno municipal o estatal o federal que empieza a tratar de aplicar la normatividad y la respuesta es dolorosa: estábamos mejor cuando estábamos peor.

No bien termina de hilar la frase, suena de nuevo el teléfono. El senador toma su aparato y comenta:

-Ha de ser Dios ¿me permiten? –luego, al responder al aparato- ¿asunto?

-Senador, en este escenario de apertura que menciona, el Presidente reconoció anteayer que estamos en un período de turbulencia política, que estamos atravesando un momento muy difícil. ¿Cuáles son los riesgos se esta turbulencia y cuándo prevé usted que vaya a terminar?

-Creo que vamos iniciándonos en un México totalmente distinto en el que nacimos y no me refiero solamente al año dos mil como parteaguas, no me refiero sólo a la alternancia con la llegada del presidente Fox, sino a una evolución de la sociedad, donde son muchos los cambios que han habido.

No hay más que recordar la impunidad de los caciques que asolaban prácticamente todas las regiones del país y ahora ya no pueden cometer sus fechorías y sus crímenes sin estar en el riesgo inminente de comparecer ante la justicia.

Y me puedo referir a situaciones que estamos viviendo ahora. Tenemos un gobernador que dijo que había sufrido un atentado y hasta el momento las averiguaciones de la Procuraduría han concluido que no fue tal y ese señor tiene que enfrentar a los jueces de alguna manera. Y hay un jefe de Gobierno en el Distrito Federal que podrá sentirse la Ley, el Derecho y el Pueblo, pero si infringe la Ley está en problemas. Les garantizo que ese señor, termine donde termine este expediente que ustedes ya conocen de desafuero, le va a llegar otra orden de Juez y la va a cumplir de inmediato.

Este es el cambio que estamos viviendo en la sociedad. Estábamos acostumbrados a reglas no escritas y a valores entendidos donde prácticamente todo mundo violábamos la Ley, todo mundo podíamos encontrar fáciles los caminos por amistades, por compadrazgos, por dádivas, por corrupciones, para que todo mundo estuviera en un escenario al margen de la Ley. Y esta entrada a la Ley genera turbulencias. Yo creo que no van a llegar muy lejos.

El problema es de cultura política, es de cultura nacional y tenemos que apostar a la Ley, a los tribunales, al Estado de Derecho. Yo soy un hombre absolutamente optimista de que este sexenio todavía va a dar mucho a favor de ese cambio, pero no sólo por el esfuerzo del Presidente o de su pequeño equipo, sino por el trabajo de la misma sociedad que no puede voltear al pasado.

El incidente de Calderón, bueno, pues es algo que qué bueno que se dé. En otros tiempos pues ya veíamos que se daban los conflictos por la selección del “ungido”, del candidato oficial. Había otro tipo de turbulencias, pero no afloraban ni se procesaban civilizadamente. El Presidente de la República no interfirió en la vida de Acción Nacional. No cuestionó el trabajo político de su partido. No impugnó la normatividad interna de Acción Nacional. Reprochó en público un comportamiento de uno de sus colaboradores que le pareció impropio. Si esto trae como consecuencia una renuncia, se recibe, se procesa y se archiva, pero México sigue adelante. Y Felipe Calderón habrá de proceder, dentro de Acción Nacional, cumpliendo con nuestra normatividad. El Presidente de la Republica seguirá mandando en su Gabinete. Nomás faltaba que uno o otro quedaran atrapados en una cuestión inmanejable democráticamente.

-Quisiera rescatar dos comentarios del Presidente en esa misma comida. Uno: reconoce que al Gobierno Federal le faltan operadores. Es cierto, es grave. Y otro comentario que a mí me parece más importante: que la responsabilidad del cambio no es del Gobierno Federal, es de todos los mexicanos. Entonces la pregunta es ¿usted encuentra, en el escenario actual, herramientas o instrumentos para una corresponsabilidad efectiva de la sociedad?

-Sí. Se están dando esos elementos y estamos en esa línea. Yo que estuve en esa ceremonia en la que participó el Presidente. Pienso que algunos medios de comunicación, no de mala fe, sino tomando las palabras en determinado sentido, dicen que el Presidente reconoció que no tiene operadores. Y el texto exacto de sus palabras a mí me llevaba a la convicción de que el Presidente dijo algo así como: “Se dice que no tengo operadores, se puede decir que el Gobierno Federal no tiene operadores”. Se puede decir. Pero yo quiero recordarles que la operación política no puede quedar sustentada en la persona del Presidente. Porque al decir no tiene operadores políticos el Presidente o el Gobierno ¿quién los tiene? ¿Quién tiene los operadores políticos, porque los operadores políticos están en todas las instituciones, no nada más en el equipo central de Gobierno.

Yo pienso que el Presidente más que aceptar, abierta y llanamente que no tiene operadores políticos, hizo la referencia que esa crítica no le perjudica o no le afecta considerablemente, porque la operación política no puede conducirse desde la Presidencia, a menos que volvamos al autoritarismo del que tanto nos costó salir.

-¿Y estas herramientas o instrumentos de la sociedad?

-Yo digo, por ejemplo: el haber ya superado en buena medida una conflictiva electoral permanente que tanto nos dañó para el avance de este país es un punto muy importante. El que hoy los medios de comunicación ni remotamente se sientan acosados por el poder político es un gran avance que antes no se tenía. Y no me refiero sólo del dos mil para acá, en el México un poco anterior. Se venían dando una serie de situaciones que complicaban mucho la vigencia de las instituciones y la coparticipación de la sociedad.

Zermeño Infante apremia a concluir la entrevista. Cuando ambos legisladores ya se han puesto de pie, Fernández acepta responder a un juego del que no puede abstraerse. Se le plantea un escenario e inmediatamente mueve su pieza dentro de este juego de preguntas y respuestas.

-¿Qué le provoca la imagen de un México gobernado por Andrés Manuel López Obrador?

-En primer lugar, Andrés Manuel puede llegar a la Presidencia, pero en mi opinión, no puede gobernar a México.

El juego

Confiado, con el tono el senador Fernández de Cevallos revela su escala de valores, las brújulas internas que lo guían en el ambiente político en el que se ha desenvuelto la mayor parte de su vida: “constantemente en el Senado me hacen algunas propuestas. Diversos grupos, diversas personas, para hacer un trámite, para otro. Cuando yo veo que no es honesto les digo de inmediato: cuenta conmigo, yo lo hago con mucho gusto. Pero con una sola condición: que lo hagamos de tal manera que no lo sepa mi conciencia”.

Así, asegura, “se acaban los argüendes”.

Después complementa el comentario. Su voz adquiere unos matices más cotidianos cuando recuerda retos que ha cruzado con sus adversarios políticos: “en el fondo de todo esto, que es por donde a mí más me han venido pegando ‘El Peje’ y compañía, es por el lado de la corrupción. Y por eso les miento y les remiento la madre porque precisamente mi línea es eso. No señores, a mí me podrán acusar diez mil veces de corrupto, pero yo quiero estar con los tribunales... que me encarguen el asunto, porque lo van a perder. Son muy brutos, son ignorantes, son muy incompetentes, entonces que me encarguen el asunto para que pueda tener alguna viabilidad”.

Los medios de comunicación

Para mejorar la cultura política y social del pueblo y sus liderazgos los medios de comunicación van a jugar el papel definitorio, aclara el senador. Después lanza una afirmación sin cortapisas: “todo pasa, para bien o para mal en los medios de comunicación. Todo”.

Asegura que los hechos artísticos, culturales, científicos, deportivos, políticos, pasan por los medios. Es por eso que los difusores de mensajes tienen un papel fundamental en este momento en México:

“Los medios de comunicación, para mí, tienen una ambivalencia inevitable: son negocio o no pueden existir y son expresiones de la sociedad o no tienen derecho de existir”.

Es por esta doble dinámica que se debe procurar un balance. Si además de la tarea nobilísima del periodismo se deja de ver la parte consubstancial que de negocio se tiene, pues se hace una “quijotada” y se desaparece.

“Tiene que haber el equilibrio. Yo les puedo asegurar que nada hay que pueda detener más dramáticamente el avance y la solución de los problemas de México, que los medios de comunicación. Y nadie puede impulsar la mejoría social más rápidamente que los comunicadores. Porque ustedes son nuestros jueces diarios, a veces justos, a veces injustos. A veces honorables, a veces corruptos. Yo quisiera aprovechar para decirles que si realmente amamos a este país, cada quien en su espacio, en su trinchera, tiene una tarea irrenunciable”.

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