Primero manifestar nuestro respeto al pueblo hermano español y la solidaridad con las víctimas, ante el injustificable, sanguinario e inhumano hecho trágico que nos llena de dolor. Lazos culturales y afectivos con España nos llevan a asumir las muertes como propias; sufrimos viendo sufrir a ese pueblo tan entrañable, de una profundidad tan vasta.
El pueblo español se encuentra ahora en una coyuntura difícil. Las elecciones generales de mañana dan una lectura adicional a la tragedia, junto al papel protagónico que dicho país ha jugado en la geopolítica reciente.
El momento actual, se sitúa entre la solidaridad de una ciudadana adolorida y la decisión soberana a ser adoptada en las urnas. Hasta ayer, las campañas políticas españolas habían sido por demás grises, con un candidato socialista que no alcanzaba a despegar y una opción del Partido Popular que parecía andar en caballo de hacienda. ¿Podrán los acontecimientos cambiar dicha dinámica?
Hasta hoy, las líneas principales de investigación apuntan hacia dos direcciones: ETA o el fundamentalismo islámico. Cada una con sus propias implicaciones políticas. La opción de ETA como culpable acrecentaría el rechazo generalizado español contra el grupúsculo terrorista, derivando en la necesidad colectiva de seguridad y estabilidad, que beneficiaría al Partido Popular en las urnas, garantía de permanecer en el statu quo. La opción del fundamentalismo islámico como culpable, podría perjudicar la imagen de Aznar (en ese caso, el blanco Madrid deriva, sin duda, de la decisión de Aznar de apoyar a Estados Unidos en la invasión a Irak) y del Partido Popular, con el posible beneficio para la oposición en las urnas (léase PSOE).
La información al respecto ha sido ambigua. Las declaraciones oficiales, que inicialmente señalan tajantemente a ETA como culpable, no descartan ahora ninguna hipótesis. El País, por ejemplo, en la “Edición Especial de las 13 horas” del día de los atentados encabeza “Matanza de ETA en Madrid”; después la banda terrorista niega toda responsabilidad en los atentados. Ahora, hay imágenes en los monitores que muestran a jóvenes españoles con pancartas: “PP-Aznar Asesinos”.
Es posible distinguir un trasfondo, ¿acaso el Gobierno no pensó de inicio otra posibilidad que la de ETA? ¿Estaría España absolutamente a salvo de otros terroristas, habiendo patrocinado la guerra de Irak? ¿Habría pensado el Gobierno en manipular desde inicio la verdad y conducir a la opinión pública hacia un culpable ETA? Tardaremos en que la verdad se esclarezca, más ahora todo apunta a que los culpables de asesinato son grupos resentidos con España por haber apoyado a Estados Unidos en su invasión a Irak.
Recordemos que a principios del año pasado el pueblo español se opuso tajantemente, en marchas masivas, al apoyo de Aznar a la política injerencista estadounidense en Irak. Esa oposición masiva hacia un Gobierno bélico, sin embargo, no prevaleció en la memoria colectiva, al menos en medida tal como para influir en forma definitiva en las urnas. Ahora el tiempo tampoco alcanzará, la sangre derramada no logrará influir y, al margen de los verdaderos culpables de los atentados, el Gobierno que llevó a España a la guerra ganará las elecciones.
Baltasar Garzón, en una carta pública a Aznar del cuatro de marzo de 2003 menciona: “Lo único que va a generar esta guerra injusta es el aumento de terrorismo integrista a medio y largo plazo... Su crecimiento en otros puntos, entre ellos España, es algo tan evidente como terrible y usted no quiere o no sabe verlo”. Al margen del grupo político en el poder, es imperativo para España el deslindarse de los Estados Unidos y asumir una política pacifista. La marcha atrás no es un fracaso, es un avance hacia la civilidad, hacia la convivencia pacífica de los pueblos.
Estados Unidos, obviamente, continúa sumando a todos los pueblos a la problemática que han creado. En su editorial del 12 de marzo, el New York Times establece “el terrorismo amenaza a todos, donde sea, cada mañana. Los terroristas no respetan las fronteras nacionales, los sistemas políticos, las ideologías o las religiones. La pelea contra ellos debe ser multinacional. Todos somos ahora madrileños”.
Justamente, la persecución de los criminales, la lucha contra el terrorismo, la prevención de la violencia, el respecto al Estado de Derecho, son esfuerzos que deben abordarse desde una plataforma multinacional; también la búsqueda por la paz, la no intervención, el respeto a las diferencias, son valores que deben ser buscados desde el ámbito multinacional. Un mundo globalizado exige esfuerzos globalizados. Esperamos que el chico marroquí de Lavapies, a quien también la tragedia ha tocado de cerca, tenga siempre la libertad de caminar por cualquier castiza callejuela, como debe ocurrir en cualquier democracia.