Rodolfo "El Chivo" Díaz, un lagunero apasionado del pugilismo.
CIUDAD LERDO, DGO.- A sus 66 años de edad, Rodolfo “El Chivo” Díaz no piensa en retirarse del box, por que “es un deporte bonito y maravilloso; si no estuviera malo del corazón se pondría los guantes todos los días”.
Rodolfo ha sido uno de los pocos peleadores que dio La Laguna en las llamadas divisiones grandes, vencedor de Don Jordan, ex campeón mundial de peso Welter,y de Curtis Cokes, quien con el paso del tiempo obtuvo el campeonato de esta división.
Desde hace 22 años dirige el Gimnasio Municipal de Lerdo. Comentó que nunca ha pensado en retirarse del boxeo, si algún día lo corren de ese lugar, si le tapan las salidas, se va al tajo a enseñar.
“Es mi vida. Una cosa que me atrae, cuando era joven le dije a mis padres que iba a pelear para ser grande, ahora con los muchachos trato de enseñarles que el box es un deporte sano”, aseguró Rodolfo con voz entrecortada.
“Al boxeador que le va mal, se debe a él, a que no asume con responsabilidad esta profesión, pues un peleador es el deportista que más acude a revisión médica durante su carrera”.
Los primeros golpes
Rodolfo Díaz Hernández nació el 12 de octubre de 1938 en Ciudad Lerdo, en el seno de una familia humilde, su padre Benito Díaz, albañil de oficio, sacó adelante a sus diez hijos, Rodolfo era el penúltimo de ellos.
Se inició en el boxeo por su amigo Francisco Macías, quien en 1951 lo invitó a presenciar una pelea que sostuvo contra Miguel Orona en la desaparecida Arena Lerdo, que estaba ubicada por calle Hidalgo entre avenidas Matamoros y Juárez.
“Francisco resultó vapuleado, me dio coraje, subí al ring y le pedí al manager Carlos Segovia que me pusiera los guantes para pelear contra Miguel”, cuenta Rodolfo como si fuera ayer.
En su debut improvisado le ganó a Orona en el primer round. “A partir de esa fecha empecé a entrenar con don Carlos Segovia, como boxeador amateur participé en el Campeonato Nacional celebrado en Veracruz, donde pierdo la final contra el capitalino Arnulfo Orozco en peso mosca”.
De la delegación Laguna fue el único que calificó a la final, sus compañeros de equipo eran Miguel Orona, Miguel Ángel Rodríguez y Fernando Ortiz Villa.
Su debut profesional fue el ocho de agosto de 1955 en la Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, contra Manuel Varela, al cual derrotó en el cuarto round por nocaut efectivo, a partir de ese combate permaneció invicto durante tres años.
Entrenó un corto tiempo con José Sacramento Díaz, en ese entonces obtuvo triunfos importantes ante “La Chuca” Rodríguez, Joe Zapata, Antonio “Zorrito” Ramírez, Luis Uribe y el tamaulipeco Gildo “Patón” Montoya, quien era el primer welter de México y acababa de ser nombrado retador oficial del entonces monarca nacional Álvaro Gutiérrez.
Con esa victoria Rodolfo se adueñó del sitio que ocupaba Montoya en la clasificación nacional, y ganó el consiguiente derecho a disputar el título contra Álvaro Gutiérrez el tres de marzo de 1962 en la Arena México.
Recuerda que en el cuarto round se paró el combate, a consecuencia de una cortada de siete centímetros, aproximadamente, que sufrió en la ceja derecha, era una especie de túnel.
En la esquina estaba Arturo “El Cuyo” Hernández, como auxiliar de don Alfonso Martínez Vera, su manager en esa fecha. “El Cuyo” no pudo taponear la herida y se detuvo la pelea.
Al otro lado del Río Bravo
Durante varios años radicó en los Estados Unidos, donde le ganó por decisión en diez rounds a Dan Jordan, ex campeón mundial de peso welter, el combate fue en Sacramento, California.
Jordan acabada de ser destronado por Emilie Griffith, y entre sus planes estaba realizar una pelea fácil, el manager de Dan pensaba que después de vencer al lagunero podía enfrentarse de nuevo a Griffith.
Rodolfo deshizo por completo los planes del norteamericano, con el triunfo obtenido logró ser incluido en el ranking mundial como décimo welter, algo que en ese tiempo era muy difícil conseguir.
En el plano internacional se dio a conocer cuando venció a Marvin Carter por decisión en diez rounds, noqueó a Dick Night en tres asaltos, derrotó a Jess Bogard en siete episodios y superó en tres a Curtis Cokes.
En 1953, en San Antonio, Texas, le gana a Cheque Chelton en el cuarto round por nocaut, en Sacramento se impuso por decisión a Jimmy Flu.
En 1968 se retiró por un tiempo, luego regresó al ring, pero al ver que no rendía igual optó por retirarse en 1970.
Su último combate fue en México, en Tamiahua, Tamaulipas, contra Manuel Martínez, al cual derrotó en cuatro episodios.
Siempre peleó en peso welter, en 66 kilos, sostuvo 118 pleitos, entre amateurs y profesionales, el retiro fue a los 34 años de edad.
No cuelga los guantes
Recordó que cuando se retiró del boxeo profesional instaló un gimnasio en Gómez Palacio, en el crucero de calle 20 de Noviembre y Avenida Hidalgo, pero la nostalgia por volver a Lerdo, su ciudad natal, determinó cerrarlo.
En 1982, con la ayuda del entonces dirigente del Comité Municipal de la CNC, consiguió la autorización del alcalde en turno, Vicente García Ramírez, para instalar el gimnasio en una de las esquinas de la Plaza de Toros Salvador Barrera Gutiérrez, donde aún permanece.
Con apoyo de Antonio Aguirre instaló el ring en partes, cuando dirigió a César “La Cobrita” Soto compró material para entrenamiento.
Poco a poco lo ha ido acondicionando, una división de madera colocada a escasos metros del ring sirve para separar a la improvisada cocina; un pequeño cuarto, anexo al gimnasio, da paso a una cama y a un ropero; en una mesa arrinconada comparte los alimentos con su esposa Ignacia Graciano Reséndez.
La mayor parte del día la dedica a entrenar a jóvenes prospectos que sueñan con alcanzar la fama, pues saben que de ese gimnasio salió César “La Cobrita” Soto, ex campeón mundial pluma.
Entre sus discípulos destacados menciona a Andrés “El Torito” Cázares, Manuel “El Gallo” Juárez, Antonio Mora, Antonio “El Roble” Medina, Rosalío Barrón y Martín “El Mudo” Chávez. En esta tarea lo ayuda su esposa Ignacia, a quien considera una compañera ejemplar.
“Cuando estuve enfermo, en 1992 sufrí dos infartos, se mantuvo al pie del cañón día y noche, gracias a Dios los superé”, expresa en tono de agradecimiento.
Su gran maestro
“El Chivo” Díaz consideró a Rodolfo Villanueva Páramo, mejor conocido como Kid Azteca, como uno de los más grandes boxeadores mexicanos de todos los tiempos, además de Julio César Chávez.
Recordó que Kid Azteca en la década de los años cincuentas era un peleador astuto, disciplinado, experto, seguro, pegaba cuando era necesario, no desperdiciaba los golpes.
“Conviví mucho con él en la ciudad de Durango en 1956 y 1957, Rodolfo era compadre de don Alfonso Martínez Vera, quien fue mi entrenador durante varios años, en ese entonces Kid Azteca le ayudaba en la preparación de boxeadores”, cita de memoria.
De este gran ídolo del boxeo mexicano de todos los tiempos, reconoció que aprendió a obedecer al manager, sobre todo en las indicaciones que da durante la pelea.
“Cuando nos enseñaba a practicar el golpe efectivo, utilizaba mucho el gancho de abajo arriba en corto y el gancho al hígado. Nos ponía a correr en las mañanas para llenar los pulmones de aire, hacíamos repeticiones de cien metros”, de esta manera evoca a Kid Azteca.
A Julio César Chávez lo calificó como un peleador valiente, en varias ocasiones tuvo oportunidad de platicar con él en Culiacán, Sinaloa, en otras en Ciudad Juárez, Chihuahua, y en Obregón, Sonora.
“Me parece una persona centrada, platicadora, no esconde lo que sabe, procura que todo mundo lo sepa”, puntualizó.
La diferencia en el boxeo
Por la experiencia que acumuló en su época de púgil profesional, consideró que en la actualidad el boxeador está más protegido, ya no sale del combate con cortadas graves, como antes, ahora se detiene una pelea con una herida pequeña.
Además -añade-, le dan oportunidad de disputar un título mundial a peleadores sin experiencia, que no cuentan con una preparación adecuada.
El “Chivo” fue sparring de Carl Bo Bolson, tricampeón del mundo, en peso ligero, welter y medio, de 1960 a 1963, le ayudó al norteamericano hasta su retiro del box profesional.
“Con pocas peleas los exponen ante boxeadores de buen nivel, lo cual no es correcto”, insiste. “La Laguna fue un semillero de boxeadores, en la actualidad ha venido a menos, esto obedece a que no se ha promocionado a los púgiles de la región”.
Estimó que el box se ha convertido en un espectáculo caro, en los años cincuentas había tres arenas entre las ciudades hermanas de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, cada una tenía una función semanal en diferente día con buenas entradas, el precio era accesible para la clase trabajadora.
“La Cobrita” Soto, su legado
Como manager, Rodolfo Díaz llevó al Campeonato Mundial de Peso Pluma al lagunero César “La Cobrita” Soto, a quien considera disciplinado, educado deportivamente.
“Lo agarré cuando tenía 14 años de edad, decía que quería ser campeón del mundo, hice un trato con él, en el sentido de que debía cumplir con las indicaciones que se le dieran”, cuenta “El Chivo” Díaz.
El primer torneo en que participó fue el de los Guantes de Oro, era ambicioso, en una ocasión la Comisión de Box de Torreón no le permitió pelear contra Ignacio Ramírez, de Nazas, Durango, por considerarlo un boxeador de más experiencia.
“Fuimos a hablar con el presidente de la comisión, el ingeniero José de la Luz Noriega, quien dio el consentimiento para que César peleara contra Ignacio Ramírez, noqueándolo en el tercer round”.
Indicó que a partir de ese momento la gente empezó a creer en “La Cobrita” Soto, quien luchó mucho para llegar a disputar un campeonato mundial.
“En México le ganó a todos los peleadores de primera línea, la mayor parte de sus combates fueron en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde la gente lo abrigó, en dos ocasiones se enfrentó a José Luis Mora, el único que le aguantó los diez rounds, pues César normalmente ganaba en el segundo o tercer asalto”, narra el manager lerdense.
“Dejó los estudios para dedicarse por completo al boxeo, en los inicios de su carrera le apodaban “La Metralleta”, fue en Ciudad Juárez en donde le pusieeron el apodo de “La Cobrita”.
Soto disputó el Campeonato Mundial de Peso Pluma contra el filipino Luis Espinoza “Luisito”, en El Paso, Texas; fue una pelea pactada a 12 rounds, la cual ganó “La Cobrita” por decisión.
Su primera defensa la realizó contra el peleador de color Mohamed, la cual perdió por decisión, Rodolfo Díaz manifestó que fue un atraco, el combate tuvo lugar en Detroit, Michigan.
César Soto sostuvo dos o tres peleas más y se retiró, actualmente radica en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde atiende varios negocios de su propiedad.
Sin recetas
“Un campeón mundial nace con ciertas cualidades, pero se le agregan todas las cosas necesarias para conquistar un título”, comentó Díaz.
Para aspirar al cinturón se necesita conocer los golpes efectivos, que los memorice bien, estar concentrado en sus grandes peleas.
“Creo que un excelente peleador se hace, nacerá con las cualidades, pero se hace a base de rigor”, asevera “El Chivo” Díaz.
Calificó a “La Cobrita” Soto como un fajador nato, había que enseñarle los golpes que hicieran daño al rival.
“Fue un peleador de combate, duro, incansable, no lo frenaba nada, sus entrenamientos eran fuertes, daba gusto verlo, nunca ponía pretextos”, reconoce el entrenador lerdense.
Asegura que no hay receta para hacer un campeón, es el trabajo diario el que va a dar la preparación requerida para ser un buen peleador.
El futuro
En la actualidad trabaja en forjar a otro posible campeón del mundo, sus prospectos son Ramiro Núñez en peso gallo, Gilberto García Vázquez en ligero, José Díaz Agüero en supergallo y Francisco Macías en pluma.
“Los cuatro tienen un futuro prometedor, pero deben sensibilizarse de lo que es el box, pues es un deporte que requiere toda la atención del mundo”, concluye Rodolfo “El Chivo” Díaz.