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ESPECIAL | Retiran a menores de la calle

LUIS ALBERTO MORALES

INICIA EL DIF ACCIONES SIN DIAGNÓSTICO PREVIO

EL SIGLO DE TORREÓN

Cuestionan algunas voces el motivo real de las medidas tomadas por el Municipio de Torreón

TORREÓN, COAH.- Sin un diagnóstico previo, sólo alertados por la gran cantidad de niños en los cruceros de la ciudad, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) empezó a fijar estrategias para retirar a los menores en situación de riesgo. Hoy las acciones están muy avanzadas y ya se habla de sanciones en casos extremos, con el costo social que implica.

Un niño en la calle es desconfiado, conoce el peligro y conoce la represión oficial. El proceso de contacto o acercamiento es pausado. Inicia con un monitoreo amplio, luego se aborda a los menores, se oferta alimentación, un espacio tranquilo y talleres recreativos que pueden redituar ganancias.

Juan Ángel Valle Lozano, director del DIF, dice que el diagnóstico para la aplicación de programas se hizo sobre la marcha. “Vemos que el menor de edad está expuesto a una gran cantidad de riesgos, desde ser atropellado (un caso por año), estar expuesto a conductores agresivos, o sujetos a explotación”.

“Cuando no se cuenta con diagnósticos integrales, los programas muchas veces no están bien dirigidos”, señala Alfredo Morales Pérez, sociólogo e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C).

David Omar Sifuentes Bocardo, segundo visitador de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila, cuestiona: ¿Cuál es el motivo? “Porque se vea bien la ciudad o porque se les va a proteger a los niños de los peligros que corren. Si es lo segundo, excelente, pero si es lo primero, pues un motivo muy vano que no justifica nada”.

Morales Pérez opina que la campaña se hace por imagen. “Lo señala el Plan de Gobierno. Por eso se requiere de un estudio que no termine con la administración de cada Ayuntamiento”.

Según los datos recabados por el DIF en febrero y marzo de 2003, había 180 menores laborando en los cruceros. Sólo el cinco por ciento tenía el perfil de explotado y el resto contribuía al ingreso familiar.

“Ayudas más... si no le das”, tiene una razón de peso. En el censo elaborado el año pasado se logró establecer que el rango de ganancias en un muy buen día era de 500 pesos, en una jornada mala 100 pesos y la media era de 200 pesos diarios.

La falta de continuidad al término de cada administración municipal, como señala Alfredo Morales, hace que los datos oficiales sean disparatados. En 1997, un estudio ordenado por la UNICEF y hecho en Torreón en el año 2002, indicaba que había tres mil 504 menores laborando en la calle.

Diagnóstico

“No se hizo por estética o por riesgo, sino porque había muchos menores en la calle y así logramos conocerlos, así fue como logramos un censo donde detectamos a un payasito de la ciudad de Durango que reclutaba jóvenes y los hospedaba en el hotel López, a los que los corrompía”.

El funcionario municipal indicó que en este caso se implementó un operativo, donde no se logró apresar al presunto, pero tampoco volvió aparecer en la calle.

Para el doctor, Juan Ángel Valle, un vehículo estacionado con el motor encendido, emana un tipo de gases que al ser inhalados afectan la sinapsis neuronal. “En un proceso de desarrollo del menor, pueden surgir problemas que llegan hasta el retraso mental”.

La cifra de 180 menores se logró con el trabajo de un equipo de calle, que recorrió la ciudad y empezó a contabilizar con los nombres y apodos, después se agregaron los domicilios para ser ubicados, fue el primer proceso.

De ahí se desprendió que en el cinco por ciento de los explotados, el menor comenta, “lo que gano se lo doy a mi papá, mamá, abuelo, padrastro. Me mandan, yo no quiero venir al crucero”.

En el 95 por ciento se encuentran los que contribuyen a la economía familiar. “Hay una situación muy especial, el menor sale a la calle y vemos la sensación o la necesidad de proyección, en casa no hay comunicación ni reconocimiento, su estancia en el crucero es un reto, por los peligros a que se expone, agresiones, pláticas ventajosas con otros fines”, indica Juan Ángel Valle.

Los hogares disfuncionales son un número importante en los niños de la calle. “Esperamos no llegar al nivel donde surgen los menores de la calle. Pero esto está a apunto de suceder, si lo permitimos”.

La adicción también es una de las variables. “Es un patrón de repetición, de imitación, los menores más grandes ya inhalaban, el más pequeño ve y sigue, se convierte en presa fácil, desde el cigarro, hasta la mariguana”, comenta el director del DIF.

El acercamiento

El primer paso estuvo en el monitor, observando, detectando al líder, conocer el horario de trabajo. Después abordar a la gente, llegar y platicar. “Los chavos veían camionetas del DIF y se atemorizaban, antes llegaban y los corrían, les quitaban dinero y en el peor de los casos los golpeaban”, explica Valle Lozano.

La actual administración cambió la estrategia para tener más confianza. Antes de retirarlos del crucero se estableció un canal de comunicación. Al final, se presentó la invitación a “Casa Puente”. Se rentaron taxis para llevarlos a diario.

Poco a poco el menor estaba en el crucero y se iba a comer a Casa Puente, pero después de un tiempo, se vieron resultados, cautivando a los menores, un buen número se retiró de la calle y asiste en “Casa Puente”.

El menor en la calle sale a buscar dinero. Con talleres de repostería y fabricación de velas de gel, se aplica un terapia y se fomenta la creatividad en un ambiente de seguridad para los menores y con conocimientos que se podrían hacer extensivos a sus hogares.

“También se acaba de abrir un taller para fabricar macetas tipo cantera, donde se saca un dinero más respetable, por su acabado son aceptadas por los consumidores”.

Aplicación de la Ley

El pasado nueve de julio, Juan Ángel Valle, declaró que se aplicaría la Ley de Asistencia Social del Estado, a los padres de menores reincidentes en los cruceros o estacionamientos de la ciudad. Desde apercibimientos hasta multas o embargos, son las sanciones que se pueden aplicar a los infractores.

David Omar Sifuentes cuestiona: “Cómo hacer efectiva una multa en una persona que carece de recursos, y que precisamente por eso está en la necesidad de acudir a los cruceros a pedir dinero”. Para el funcionario de la CDHEC, aplicar una multa e inclusive, obligar a pagar, va dejar en una situación más menesterosa a la familia involucrada.

La duda de Alfredo Morales es simple: “Con una sanción a los padres, se desencadenarían factores adversos. ¿Qué pasa si no se puede pagar la multa?”.

Para el defensor de los Derechos Humanos, la postura no debe ser tan radical. “Estoy de acuerdo que se debe sancionar a los papás que no pongan el cuidado debido en el desarrollo de sus hijos, pero que esas sanciones no las queramos hacer de inmediato las más fuertes, tenemos que empezar con los apercibimientos. Multarlos o meterlos a la cárcel, a lo mejor agrava el problema”.

Al respecto, el titular del DIF Torreón explica que antes de decidir la aplicación de las sanciones, se agotaron procesos de acercamiento con los menores, donde algunos no estaban interesados en lo que ofrecía “Casa Puente” y se buscó contacto con la Procuraduría de la Familia, para saber qué se podía hacer legalmente.

“Ahí surge la aplicación de la Ley y la posibilidad de retirar legalmente a los menores. En la Ley de procedimientos administrativos se establece una carta compromiso con los padres. Partiendo del censo que teníamos bien integrado, se hizo contacto con los padres de los menores más reincidentes, mostrando una carta de la Procuraduría de la Familia”.

Sifuentes Bocardo apoya lo positivo de la medida y está a favor de que se sancione a los padres negligentes que descuiden a sus hijos, no a los que cumplen con la educación, el que por necesidad trata de sacar adelante a sus hijos y ocasionalmente es sorprendido en situación de riesgo, no puede ser sancionado.

Sobre el retiro pausado de los menores, el funcionario estatal enfatiza que a los niños no se les debe retirar por la fuerza. “Sino a través de convencerlos y ofrecer alternativas, de lo contrario se violarían los derechos, porque todos tenemos libertad de tránsito”.

Con la advertencia sobre la aplicación de la Ley, los padres de los niños explotados fueron los más asustados. Actualmente hay diez casos extremos. “Nadie ha sido multado, no quisiéramos llegar a eso, la Ley da muchas oportunidades, quiero pensar que se detenga todo, pero invariablemente se va a multar sin desearlo, pues se debe sentar un precedente”, dice Valle Lozano.

En el DIF Torreón sostienen que con la campaña de “Ayudas más... si no les das”, la gente poco a poco va a dejar de dar y el negocio es menos rentable.

David Omar Sifuentes menciona la solución jurídica, punitiva o de castigo, es equivocada a un problema social. Alfredo Morales comenta: “La existencia de niños en los cruceros de las calles de Torreón se pude controlar, pero no erradicar. Los cruceros reflejan una parte de la problemática real que se vive en muchos hogares, falta adentrarse a fondo”.

Las dos caras

Emmanuel tiene 12 años, acaba de terminar la primaria, vive en la colonia Las Dalias y cuando sea grande quiere ser doctor. “El Pipo” acaba de cumplir 13 años, no va a la escuela desde que tenía ocho, no sabe qué va ser de grande y le llama la atención la idea de irse a Estados Unidos.

Alto para su edad, delgado, aseado, con ropa limpia, tenis en buen estado; portando un chaleco fosforescente con tiras reflejantes y sosteniendo una franela roja, Emmanuel invita a los automovilistas a estacionarse en los cajones de la calle Francisco I. Madero, entre las avenidas Juárez y Morelos.

Con la ropa vieja y sucia, los tenis descosidos, reñido con el baño desde hace días, con la cara pintada como un payaso menesteroso, “El Pipo” hace malabares con dos pelotas y al final de su acto da una marometa apoyado en una mano. Su campo de acción está en el bulevar Independencia y calle Doce.

En vacaciones, Emmanuel trabaja acomodando carros, llega a las 11:00 horas y a más tardar a las 14:00 horas se retira del lugar. Frente a su centro de trabajo, está su papá que labora como jardinero en una institución médica.

“El Pipo” tiene que trabajar para comer, así que va al crucero todos los días. Desde hace ocho años su padre viajó a Estados Unidos para mejorar la condición de vida de su familia. El hombre no ha regresado y desde temprana edad, este niño asume varias responsabilidades.

En tres horas de trabajo, Emmanuel logra reunir de 80 a 100 pesos. El esfuerzo no es mucho y casi toda la gente coopera. El anhelo de Emmanuel es juntar dinero este verano para comprarse una bicicleta y pasear con sus amigos de la colonia Las Dalias.

El Sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) sostiene que en un crucero, un menor puede ganar en promedio 200 pesos al día. “El Pipo” no quiso revelar sus ganancias, piensa que puede salir perjudicado, prefiere no hablar del tema.

Al final del verano, es posible que Emmanuel cumpla su meta y estrene vehículo. A “El Pipo” lo detuvo la Policía el lunes, lo acusan de robo con violencia junto con “El Bebé”. El miércoles ya estaba de vuelta en el crucero... hay que “trabajar” para comer.

OTRO EJEMPLO

Pese a que en Saltillo persiste el fantasma del desempleo, el Sistema de Desarrollo Integral para la Familia Municipal ha logrado erradicar por completo el problema de los niños que pedían limosna en los diferentes cruceros de la ciudad.

Así lo dio a conocer Sofía Rodríguez, directora de “La Casita”, una institución creada por Teresa Romo de López, durante la administración municipal Manuel López Villarreal hace 11 años.

“La Casita”, es una institución enfocada a atender a menores en situación de riesgo, es decir, que por el alto grado de pobreza en el que viven estén expuestos a salir de sus casas para buscar recursos económicos a costa de lo que sea y en cualquier lugar.

Esto sin contar que todos los niños que se encuentran en esta situación provienen de familias que por la misma falta de recursos están desintegradas y presentan graves cuadros de maltrato físico y psicológico.

Sofía Rodríguez dijo que la falta de recursos económicos en el seno de la familia también es factor de inducción a los menores a dejar sus estudios y cambiarlos por formar parte de la industria de la mendicidad y el ocio.

Los programas que el DIF Saltillo lleva a cabo dentro de esta institución subsidiada en gran parte por recursos provenientes de la Iniciativa Privada a través de un patronato, no sólo están dirigidos a los menores, sino también a sus padres.

“La Casita” lleva a cabo programas donde se brinda atención psicológica, médica, comedor, becas, apoyo mensual, asesoría académica, de prevención y formación de valores.

Actualmente esta institución ofrece apoyo a 240 menores y además del apoyo del patronato recibe recursos económicos del mismo Municipio y de una colecta anual que se realiza desde hace un par de años en las dependencias del Ayuntamiento.

Hoy en día los cruceros de Saltillo están libres de niños que arriesguen su vida pidiendo dinero a los automovilistas mientras dura la luz roja de los semáforos, sin embargo debido al alto índice de desempleo en la ciudad, lo que sobresale es la cantidad de jóvenes disfrazados de payasos, voceadores o limpia vidrios en busca de una moneda.

EN AUMENTO

Cada día es mayor el número de niños de la calle y en la calle, las estadísticas y el estudio “Yo también cuento” -ordenado por la UNICEF- así lo demuestran, según las cifras recabadas en el año 2002.

Tres mil 504 menores en la calle o trabajando

En cinco años se incrementó en un 69.19 por ciento.

El 90 por ciento de los niños han consumido drogas.

95 por ciento son hombres.

Por grupos de edades, de cuatro a siete años, se incrementó en un 147 por ciento.

Los menores de género femenino aumentaron en este período un 123 por ciento.

FUENTE: DIF-Torreón

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