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Especies en peligro alimentan al Congo

AP

KINSHASA, CONGO.- El cocodrilo, una boa constrictor, una tortuga o antílope encabezan la lista de manjares en un restaurante. Para los más aventureros, inclusive hay un plato que causaría náuseas al más audaz de los carnívoros: carne de mono.

En el restaurante de Mama Ekila, Inzia, la carne de animales salvajes africanos se fríe y se sirve de forma que hasta su deglución es una aventura.

Cuando se trata de determinar qué puede considerarse comida en el Congo, la mayoría de la gente sigue una regla muy sencilla: es comestible todo lo que se mueve, preferiblemente sobre sus patas.

Esta filosofía para seleccionar alimentos ciertamente simplifica las tareas culinarias, pero da escalofríos a los defensores del medio ambiente, en especial en el Congo, donde el comercio de carne silvestre amenaza con extinguir numerosas especies. Dos que están en gran peligro son unos simios que sólo se encuentran en el Congo: gorilas y los bonobos, unos chimpancés muy pequeños.

“Miles de cazadores de animales, apoyados por la infraestructura de la industria de la madera, los matan, incluyendo a más de ocho mil gorilas”, según la institución Proyecto de Carne Silvestre, que agrega que esas matanzas equivalen a más dos mil millones de dólares de vida salvaje.

De continuar la carnicería a este ritmo, la extinción de los simios salvajes en África es cuestión de 15 a 50 años, indica la organización. Sin embargo, viendo la pobreza de África, no es difícil entender por qué continúa la cacería ilegal de animales.

El ingreso anual per cápita del Congo es de 100 dólares al año, según el Banco Mundial. En cambio, los cazadores de animales pueden ganar hasta mil 100 dólares anuales, dice la Fuerza Especial para la Crisis de la Carne Silvestre.

Otro problema es que con la creciente población africana y la incursión de empresas mineras y de madera en los bosques del centro de África, está previsto que la demanda por carne silvestre crezca de un dos por ciento a un cuatro por ciento al año.

Siendo la extinción de los animales un problema, también hay otro peligro enorme: el riesgo para la salud de los humanos.

El consumo de carne contaminada parece ser la causa de los numerosos brotes de Ébola, uno de los virus más mortíferos del mundo. La enfermedad, que mata al causar hemorragias masivas, ha matado en África unas mil personas desde 1976, la primera vez en que se identificó el mal.

Inclusive, algunos expertos presumen que el virus VIH, causante del Sida, pasó de los animales a hombres cuando cazadores en el oeste de África consumieron carne infectada de animales.

En el Congo, la pobreza y años de guerras civiles han impedido a la mayoría la opción de escoger sus alimentos.

Durante la guerra civil entre 1998 y 2002, los congoleños que vivían cerca de los frentes de combate se veían obligados a comer ratas o pasto. Trabajadores de grupos de asistencia internacional estiman que más de tres millones de personas murieron durante el conflicto, principalmente por hambruna o enfermedades.

En un mercado al aire libre en la ciudad selvática de Kisangani, las moscas vuelan y se posan sobre varias cabezas y pezuñas de cabras. Más que un estante de comida parece la escena de una película de terror.

Sobre otras mesas hay culebras quemadas, cerdos silvestres, caracoles y hasta ratas.

“Aquí comemos de todo. No se desperdicia nada”, dice Diner Folo, un residente de 35 años que recorre el mercado.

En otra mesa, dos docenas de monos macacos se amontonan uno sobre el otro. Los palos con los que los empalaron para quemarlos aún salen de su boca.

De vuelta en el restaurante, Mama Ekila dice que no vende animales en peligro de extinción y que la carne de mono proviene de macacos, una especie muy común que se encuentra desde Japón hasta África.

Para los que detesten estas comidas, como muchos extranjeros o trabajadores expatriados, también se vende, por si acaso, carne “normal” y pollo.

“En África debemos vender las cosas que los africanos quieren comer”, dijo Mama Ekila. “Cada país tiene sus especialidades. En Italia, la pasta. En Estados Unidos, los perros calientes. Y en el Congo, la carne de mono”.

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