Aunque faltan más de dos años para que se enciendan los ánimos y los “partidarismos” en torno a la sucesión presidencial resulta frecuente que el tema incendie las conversaciones políticas. Es normal que al cumplirse más de la mitad de un período de Gobierno el pueblo experimente desilusión ante un Gobierno que se apaga paulatinamente sin cumplir lo que ofreció; por otra parte también es de siempre que se exalte la curiosidad general por saber quién será el próximo Presidente de la República.
Hace días, en la mesa de un café, nos enredamos mis amigos y yo en una conversación totalmente intrascendente por su carencia de conclusiones factibles. Encendió la disputa el nombre del hombre que gobierna el estado más joven de la República Mexicana: Andrés Manuel López Obrador, a quien le ha servido el cargo como plataforma para promoverse candidato del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República...
Minutos antes, en la mesa habíamos comentado que Felipe Calderón Hinojosa podría ser el candidato del conservador Partido Acción Nacional, pero cerníamos dudas por el lado de los prospectos en los partidos liberales.
López Obrador del PRD es, sin duda, un político carismático, batallador y visionario, que accedió al Gobierno del DF en la forma más paradójica imaginable: Conoció la ciudad a golpe de calcetín en años anteriores, al congestionar sus transitadas calles con miles de eufóricos manifestantes surianos, que demandaban justicia a problemas que eran ajenos a la gran ciudad...
No pasaba día sin que López Obrador encabezara alguna marcha contra el candidato Madrazo, contra el gobernador Madrazo, contra el cacique Madrazo, contra los posibles sucesores de Madrazo y contra los madrazos de todo calibre que le dirigía Roberto Madrazo; pero también en contra de Petróleos Mexicanos y todo lo que se moviera en el horizonte político de Tabasco sin ser parte de sus planes...
No se puede desligar a Cuauhtémoc Cárdenas de la vida política de Andrés Manuel López Obrador. El hijo de don Lázaro había activado un movimiento de cambio al interior del Partido Revolucionario Institucional y luego renunció al PRI e ingresó al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, que lo postuló en 1987 para Presidente de México. No ganó. En 1994 fue nuevamente candidato presidencial contra Ernesto Zedillo, mas tampoco tuvo éxito. En 1996 fue electo por voto ciudadano como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ya erigido en un estado más de la federación mexicana y ahora, en 2006, desde una posición de líder moral del Partido de la Revolución Democrática, Cárdenas es por tercera vez un potencial candidato a la Presidencia de la Nación; ante lo cual vale preguntar: ¿Tendrá oportunidad López Obrador frente a Cuauhtémoc Cárdenas y viceversa?
Quien piense que la ideología de izquierda pueda constituir óbice para el triunfo de López Obrador puede que se equivoque. Antes sí, pero ahora no. Hoy carecen de importancia los dogmatismos de izquierda, derecha o centro, pues en la llamada “real politik” los protagonistas políticos viven inmersos en el magma de las pasiones y de las ambiciones. Ejemplo al canto, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva quemaba de tan rojo y lo primero que hizo al llegar a la Presidencia fue concertar con las naciones capitalistas un acuerdo de moratoria a la deuda exterior más otro de ayuda financiera para el desarrollo social y económico, a cambio de garantizar a los empresarios aborígenes y extranjeros un régimen de respeto y legalidad para sus inversiones.
Otra vez en el caso de AMLO ¿qué acaso don Carlos Slim, su amigo personal, no constituye un buen aval para conseguir la simpatía de los hombres de dinero? ¿Y la Casa Blanca qué opinará? ¿Estarán tranquilos los demócratas y republicanos al tener de vecino al Sur a Andrés Manuel López Obrador, un izquierdista activo y decidido? ¿Y qué podrán argüir los yanquis ante la eventual candidatura por el Partido Revolucionario Institucional de Roberto Madrazo Pintado, que también tiene lo suyo como protagonista de alharacas políticas?
Días van, días vienen. La intranquilidad asoma sus narices en la vida nacional y los políticos están a la piense y piense para ver cómo logran acomodar sus conveniencias en el nuevo esquema electoral de México. Sin embargo, habrá que esperar a que otras decisiones tomen rumbo y destino.